La democracia estadounidense es mucho más complicada de lo que uno piensa. Hay que tomar un curso intensivo para entenderla bien.

El mito de que son los ciudadanos los que eligen a su presidente es un cuento de caminos. Sobre todo si se tiene en cuenta el papel que juega el “Colegio Electoral”, formado por delegados que no son elegidos por el pueblo, sino que son nombrados al dedillo por cada estado y juegan un rol preponderante en la selección final del candidato que se convertirá en Presidente del país.

Tomemos el ejemplo de las primarias, donde presuntamente el candidato más votado reúne a los delegados que echarán el voto decisivo en la convención general de su partido. De esta convención general saldrá el candidato que representará al partido en la litis por la presidencia.

Hay primarias que son puro teatro, porque no pintan absolutamente nada. El caso de Carolina del Sur es un ejemplo al canto. Este estado, aunque en las primarias eligió a Hillary Clinton con el 76% de las votaciones, su Colegio Electoral tradicionalmente vota siempre por el candidato Republicano. En otras palabras, que las primarias en ese estado no representan realmente nada significativo para el Partido Demócrata, porque la suerte ya está echada de antemano. Lo mismo se puede decir del estado de Texas. 

Solamente aquellos estados “indecisos”, donde sus delegados en el Colegio Electoral pueden inclinarse a uno u a otro candidato, son los que en realidad cuentan, sobre todo para el Partido Demócrata.

Estos son los diez estados claves en relación con las primarias: Nevada, Colorado, Iowa, Wisconsin, Ohio, Pennsylvania, New Hampshire, Virginia, Carolina del Norte y la Florida.

El Colegio Electoral de esos estados no está casado con ningún partido ni con ningún candidato. El que gane las primarias en estos estados, podría contar con su apoyo, no importa el resultado final del voto de los ciudadanos en las urnas.

El problema básico, sin embargo, es que ninguno de estos delegados es elegido por el pueblo. Es como en la casa del herrero donde todos los cuchillos son de palo. El país modelo de la democracia (gobierno del pueblo) es el que, al final de la jornada, más democracia necesita.

Hillary Clinton ganó en Carolina del Sur y, por un margen muy estrecho, también ganó en Iowa y en Nevada (ambos estados claves). Ahora le toca ganar en Carolina del Norte y en los otros estados claves, mientras Bernnie Sanders continúa tratando de inclinar la balanza a su favor, convenciendo a los delegados de esos estados que su plataforma política es la que más le conviene al país. (Eric Zuesse, “The Democratic versus Republican Records, 1910-2010).

En otras palabras, que la democracia estadounidense tiene más bemoles que sostenidos y es más complicada que la hipotenusa de

Pitágoras de Samos, donde la longitud de todo triángulo rectángulo es igual a la suma de los cuadrados de la longitud de sus catetos. ¡Ay mamacita!