La Asamblea Mundial de la Salud (AMS) se celebró virtualmente el 18 y 19 de mayo en medio de confrontaciones políticas, tales como la eventual participación de Taiwán, la investigación de la actuación de la OMS ante la pandemia y la disponibilidad de la anhelada vacuna contra la COVID-19. Los 15 aliados de Taiwán, incluyendo a Eswatini, Nauru, Palau y Tuvalu, pidieron que Taiwán volviera a participar como Observador en la AMS. Con el principio de “Una sola China”, Taiwán actuó como Observador, no como Miembro de pleno derecho, antes de 2016, cuando fue electa una presidenta con vocación “independentista” y desde ahí se le excluyó. La citada petición creó fuertes pugnas y no llegó a ser discutida porque ante potenciales debates, agrios y prolongados, el Canciller de Taiwán declaró, poco antes de la Asamblea, que la ponderación de su participación como Observador debía posponerse para otra ocasión, para que la Asamblea pudiera concentrarse en la adopción de medidas para vencer la COVID-19.
Debe saberse que el vicepresidente de Taiwán hasta anteayer, Chen Chien-Jen se doctoró en Epidemiología en Johns Hopkins y se desempeñaba como Ministro de Salud en 2003 cuando surgió el Síndrome Respiratorio Severo Agudo (SARS), y también enfrentó la Gripe Aviar H1N1 en 2005. Con esas experiencias Taiwán reformó su sistema sanitario y logró manejar la COVID-19 de manera insuperable con 441 infectados y 7 fallecidos a pesar de su cercanía e interrelación con Wuhan, origen del virus. Desde el punto de vista meramente sanitario Taiwán tendría credenciales de sobra para participar en la AMS y compartir con todo el mundo, los protocolos implementados para dominar la pandemia. Empero, otros obstáculos políticos insalvables excluyeron a Taiwán como el hecho de que el Director General de la OMS quedó desarmado al no hacer caso a la sana y oportuna advertencia que el 31 de diciembre del 2019 hizo Taiwán, refiriendo que el virus se transmitía entre humanos. Además hubo otras poderosas coincidencias, pues la presidenta “independentista” fue reelecta y tomaría posesión al día siguiente de la AMS. En ese mismo orden, las emblemáticas “Dos Sesiones” de la Asamblea Nacional Popular y la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, máximos organismos legislativos y consultivos se inaugurarían ayer y hoy, 21 y 22 de mayo y en esos escenarios Xi Jinping proclamará, jubiloso, la “victoria sobre el coronavirus”, desechando el “efecto Chernóbil” que se le asomó al inicio de la peste cuando no hacia apariciones públicas en eventos ligados a la epidemia.
Ante ataques de connivencia entre la OMS y China el presidente Xi Jinping honró el principio de que “noblesse obligue” y en su discurso llamó a “hacer valer el liderazgo de la OMS. Bajo la conducción del Director General Tedros, la OMS ha hecho importante contribución…a lo cual la comunidad internacional ha expresado su alto reconocimiento”…“En esta fase… apoyar la OMS es apoyar la cooperación internacional contra la COVID-19 y salvar vidas”. China y la OMS no priorizaban una investigación sobre el manejo de la pandemia pero una propuesta de 145 países logró aprobar por consenso una resolución para hacer una investigación “imparcial, independiente y completa” que debe revisar “las acciones de la OMS, sus respuestas en el tiempo durante la pandemia, y sus recomendaciones a la hora de prevenir, hacer preparativos y mejorar la capacidad de respuestas”. No se aceptó la petición de EUA y Australia de que la investigación apuntara a algún país en específico, lo que sería un triunfo de China.
Días antes de la AMS el presidente Trump pronunció un discurso sobre la producción de una vacuna contra la COVID-19 y anunció “la próxima fase” de “una monumental iniciativa médica” que “se llama Operation Warp Speed” o sea una operación que es muchas veces más rápida que la velocidad de la luz, haciendo referencia al método “warp drive” empleado en el universo “Star Trek” de ciencia ficción. Prosiguió: “Esto significa grande y rápido, es una iniciativa científica,.. industrial y logística que no se parece a nada que nuestro país haya visto desde el Proyecto Manhattan” que diseñó y construyó la bomba nuclear. “Su objetivo es terminar el desarrollo y entonces manufacturar y distribuir una vacuna probada para el Coronavirus tan rápido como posible”… “quisiéramos ver si pudiéramos hacerla antes del fin de año”. “El Jefe será el Dr.Moncef Slaoui un reconocido inmunólogo que ayudó a crear 14 nuevas vacunas…en 10 años durante su tiempo en el sector privado”. Trump señaló que ya había apoyado 100 iniciativas y que continúan desarrollándose 14, incluyendo las investigaciones de la empresa francesa Sanofi que fue confrontada por el presidente Macron, por una declaración radial unilateral indicando que Estados Unidos tendría prioridad si esa farmacéutica descubría una vacuna.
La AMS, al margen de legítimos intereses privados particulares emitió una trascendental resolución declarando la “vacuna a gran escala contra la COVID-19 como un bien público mundial”.El fundamento ético de la resolución debería ser aplicado en un contexto más amplio para que nadie se lucre, capitalizando a su favor las ventajas del poder económico y político, a costa de la salud, del bienestar y de la vida de seres humanos. Se le atribuye a Stalin haber dicho: “Una muerte es una tragedia, un millón una estadística”. Lo cierto es que: “Una muerte es una tragedia, un millón de muertes es un millón de tragedias”.