I.- Un encuentro de viejos amigos
1.- El tiempo desempeña un papel importante en la vida de los seres humanos porque no solo sirve para saber el lapso que hemos vivido, sino también para establecer la comparación de los diferentes procesos que se dan en el seno de la sociedad y la forma como se comportan las personas dependiendo los momentos en los cuales intervienen con dejadez o fervor.
2.- Rememorar períodos pasados nos permite comparar coyunturas y contraponiéndolas verificar cómo actuamos en otra época y cómo procedemos ahora. En algunas ocasiones un paralelismo nos puede servir para saber si el pasado fue más fructífero que el presente. Desenterrando el pretérito es posible encontrar lo que queremos explicar de la actualidad.
3.- La razón por la cual he iniciado este escrito haciendo mención del tiempo, el pasado y el presente, es porque con motivo de un encuentro que sostuve recientemente con un grupo de amigos de infancia me llegaron a la memoria las fraternas relaciones que establecimos hace más de setenta y cinco años, y cómo se han mantenido fortalecidas.
4.- Aquellos vínculos que iniciamos al comienzo de la década del cuarenta del siglo pasado los mantenemos solidificados. El bonito trato de la niñez lo hemos conservado inalterable; la ligazón que comenzamos con mutua comprensión, en lugar de debilitarse el transcurrir la ha fortalecido.
5.- La lectura que saco de la inextinguible amistad que mantenemos muchos amigos de antaño es que la iniciamos basada en principios de lealtad y respeto mutuo. El entendimiento y buena comunicación son resultantes de voluntades que el tiempo en lugar de aflojarlas, las fortalece. Lo que se inicia con lealtad se conserva y jamás hace acto de presencia la falsía.
II.- La bonita amistad y la dificultad para lograrla ahora
6.- La amistad sincera cultivada ayer, teniendo por base el trato franco, es muy difícil de establecerla en la actualidad porque toda una serie de vicios sociales impiden que se formen lazos de familiaridad. Ahora prima mucho la hipocresía y los pretextos para justificar la traición. Está muy presente el insidioso que motiva la escasez del bienintencionado.
7.- La bonita amistad es la que surge del trato libre de desconfianza. El enlace que nace en medio de conjeturas concluye con agravios. La felonía se ha desarrollado en nuestro medio porque la perversidad se ha colocado por encima de la fidelidad. Ayer no se conocía la alevosía entre personas que se reciprocaban afectos.
8.- Los verdaderos amigos, aquellos que anteriormente se unificaban por la franqueza, en estos momentos ya no es posible que mantengan la armonía porque de un momento a otro ocurren las desavenencias como consecuencia de diferencias basadas en la duda que salpica el trato afectuoso. Los cambios que se han producido en las relaciones entre amigos, fruto del recelo que se ha apoderado de muchos de los nuestros, posibilita la existencia de conjeturas allí donde solo debe predominar credulidad.
9.- El ambiente en el cual nos movemos no es el más adecuado para aquel que está formado para mantener vínculos puros de amistad. La solidez que se requiere en sentimientos afectuosos para que sea honrado el concepto amigo, no está presente porque ya se hace difícil creer en la palabra dada. La indecisión se ha puesto por encima de la determinación en todo lo que se refiere al trato entre amigos, porque el medio es conveniente para las ambigüedades.
10.- En una sociedad degradada en lo ético y en lo moral resulta difícil encontrarse con personas con las cuales establecer relaciones que descansen en lo leal, porque el fidedigno debe estar hecho de autenticidad algo que no abunda en el ser humano con el cual compartimos hoy que está dominado por infidelidad.
11.- Lo ideal sería que tuviéramos la dicha de tratar a aquel que prueba ser verídico por su normal proceder y en cada una de sus actuaciones revela ser partidario fiel de quien le demuestra abierto apego. Al amigo sincero hay que devolverle el afecto que ha dispensado. No tiene buen proceder aquel que disfruta ser servido, pero no es dado a retribuir cordialidad.
12.- En un ambiente en el cual no se educa al ciudadano para que sea afectuoso es imposible construir una sociedad cimentada en el trabajo para el bien social que es el que crea sentimientos expresivos, obsequiosos. Un ordenamiento económico fundamentado en la desigualdad trae como consecuencia antipatía, y genera personas insociables, desabridas, hurañas y de mal humor.
13.- No es nada cómodo orientar a un pueblo para que tome el camino que lo ha de llevar al destino donde ha de encontrar el sujeto esplendido por el comportamiento meritorio que exhibe ante los demás. El individuo inigualable por su trato solo es posible aparecer en círculos comunitarios caracterizados por actuaciones cargadas de querencias.
III- Preocuparnos para construir la firme amistad
14.- Hay que cifrar positivas esperanzas para que vuelva la época en la cual la amistad descansaba en la confianza constante y en el cumplimiento de las normas que hacen llevadero el trato que eterniza los afectos recíprocos. La camaradería que se construyó ayer y ha perdurado es porque se formó libre de suspicacia y se ha desarrollado ausente de la malicia que es la que hace posible la traición.
15.- Sobre los escombros de un sistema social injusto es plausible levantar un ordenamiento en el cual surjan personas físicas con condiciones para servir de ejemplo positivo de lo que debe ser un ser humano predispuesto a identificarse con todo aquello que lleve optimismo a lo que en verdad se llama pueblo. Aguardar los momentos de felicidad es propio de quienes confían en la potencialidad de los que en el curso de la humanidad con firmes creencias aspiran a construir un mundo nuevo y mejor.
16.- En el seno de la sociedad dominicana hay que comenzar accionar para sentar las premisas materiales sobre las cuales se forme un ente social solidario que en cada acto exprese consistencia y dimensión para todo aquello que significa colaboración. Ser copartícipe allí donde hacemos actividades habituales es un deber de quien se siente adherido a la lucha social.
17.- Todos aquellos que hemos tenido la dicha de llegar a contar con sinceros amigos y amigas, debemos de decirles a la presente generación que se preocupe para que en nuestro país vuelva a predominar la amistad sincera; regrese la comunicación espontánea y libre de reticencia; se repita el trato cordial que en épocas anteriores caracterizó el apego mimoso que con longevidad inolvidable y agradable se ha prolongado.
18.- Formar una comunidad de mujeres y hombres para que por convicción se inclinen a todo lo que significa querer a los demás por su sola condición de seres humanos, entraña crear las condiciones que hagan factible el surgimiento de una superestructura que genere una conciencia social que tenga como base la solidaridad, el apoyo mutuo, la colaboración desinteresada y la combinación de ideales nobles para provecho de toda la sociedad.
19.- Los padres deben orientar a sus vástagos en lo bonito que es mantener afectos recíprocos y el compañerismo de hermandad que no desciende nunca. Los amigos y amigas que se unen con el objetivo de mantener una unidad afectiva fundamentada en el respeto, de seguro que nunca llegarán a separarse, porque juntarse voluntariamente crea conexión indestructible e integración sin fisuras. La asociación de amigos leales permanece irrompible y bajo ninguna circunstancia resulta afectada porque solo lo frágil, quebradizo y endeble cede ante los golpes bajos provenientes de mentes perversas que se molestan por la afinidad desinteresada y armoniosa.
20.- Al encontrarnos con amigos que no cambian en su trato afectuoso, nos damos cuenta que las relaciones de amistad que establecimos en la niñez perduran para siempre. El afecto verdadero no prescribe en la conciencia ni se borra en el sentir de corazón. La camaradería que se inició cuando éramos unos chicos, es la que todavía se mantiene; ella no tiene vencimiento por el paso de los años; no se extingue por la ausencia material ni por la larga distancia. Lo que nace sólido permanece firme, no se cae; está imposibilitado de desplomarse; no se viene abajo por desastres de fuertes proporciones producidos por fenómenos de la naturaleza, ni por los comentarios provenientes de sujetos con lenguas venenosas.
21.- El mensaje que nos envía el diario vivir en lo que se refiere a los amigos y a las amigas, es que por tranquilidad espiritual debemos hacer todo lo posible por conservar las viejas amistades; cuidarlas para que perduren; mantenerlas con mucho calor humano y preservarlas a los fines de que permanezcan sustentadas en los mismos principios que surgieron y han continuado.
22.- Andar dando brincos, saltar de un lugar a otro buscando nuevas amistades, lo que nos trae es desengaños, quitarnos las ilusiones que tenemos de creer que siempre nos vamos a encontrar con el amigo puro, aquel que nos quiere como somos, con muchos defectos y algunas virtudes.
23.- Aquel que quiere que sus descendientes se formen con el ideal de la sana amistad, debe inculcarles creer en forma sincera en la hermandad resultante de la lealtad; en el compañerismo basado en la reciprocidad y la unión de afectos creada con sentimientos que surjan de la avenencia fruto de los años que permiten la compenetración que busca alegrar y confraternizar para que nunca llegue la discrepancia sin sentido y el rompimiento absurdo.
24.- Sin desconocer la realidad de lo deteriorada que está la sociedad en la cual nos estamos moviendo, no debemos renunciar al deseo que tenemos de llegar a superar las dificultades que nos lesionan como pueblo civilizado. Es un compromiso de los hombres y las mujeres que creen que un futuro mejor es posible, mantenerse con el carácter firme y la voluntad dirigida al éxito; con la braveza para alcanzar los objetivos que simbolizan los hermosos ideales de liberación.
25.- Los vínculos de fraternidad es posible mantenerlos aquellas personas que creen sinceramente en que por muy degradada que se presente un orden social, en su seno hay individuos no contaminados por las lacras. La cotidianidad nos está diciendo a los dominicanos y a las dominicanas que no debemos de caer en pensar que todo ser humano es negativo, que no es merecedor de afectos. Tenemos que formarnos la idea de que hay personas buenas; amigos sinceros, confiables, leales y dignos de ser objeto de todo nuestro cariño y que, por tanto, no debemos permanecer llenos de amargura, desconsuelo y pesadumbre, sino animados, alegres, y libres de pesares para relacionarnos con coterráneos de buenos sentimientos.