El cambio en China ha sido vertiginoso como un movimiento de Kung Fu o un relámpago en la superficie del río Yangtsé. Se trata de una economía que atestigua lo que señaló Napoleón Bonaparte, citado por Richard M. Nixon en su libro de 1980, The Real War: “China?…es un gigante dormido…dejémosle dormir, porque cuando despierte estremecerá al mundo”. Y como podría corroborarnos el Tao Te Ching, –o el I Ching, el libro de las mutaciones– China es un gran misterio para todos.

Recordamos las películas de Bruce Lee –filmadas en Hong Kong–, que vino al país con el asombro de grandes y chicos. La multitud no creía lo que veía: acompañado de una puntual turba de seguidores, el gran maestro de las artes marciales rompía tablas y se cubría de manera efectiva e implacable. No cabía la más mínima duda: podía defenderse del ataque de cuatro enemigos como en las películas que todos conocemos Enter The Dragon y Game of Death, proyectadas en el matinée de la infancia.   

Xi Jinping tiene algo de Lee (aunque este nació en San Francisco con ojos rasgados), y nosotros, que hemos entrado en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (ONU) –algunos no han comunicado su opinión a la espera de consideraciones y detalles– debemos organizar procesos para los procedimientos futuros.

Se defiende Xi Jinping en la guerra comercial con Estados Unidos a la manera de Lee contra sus contrincantes? En noticias publicadas en Bloomberg en esta misma semana, se evidencia el interés entre Trump y Jinping para llegar a un acuerdo. Algunos vaticinan que las discusiones –en el marco de la reunión del G-20 en Argentina– podrían entrar en un augurado pragmatismo que conduciría a una nueva etapa en las relaciones. 

En la descripción de Nixon, China adquiere su singular belleza: exótica, misteriosa y fascinante. “China ha tentado desde tiempo inmemorial la imaginación de los occidentales…en China coinciden en el tiempo los siglos XVII, XVIII, XIX y XX…allí, los campesinos todavía inclinan el cuerpo en los campos de cultivo de arroz, plantando manualmente la futura cosecha…caminan descalzos por sendas polvorientas, con largos palos de madera sobre los hombros y cestos cargados de mercancías…viven en cabañas de barro…en las principales ciudades, los automóviles y los camiones comparten las atestadas calles con rústicos carros arrastrados por caballos, con tractores y con bicicletas que arrastran un carrito, así como grandes masas de peatones y ciclistas”. La descripción es de 1980 y hoy podemos agregarle el factor de grandes edificios y urbes modernas como Shanghai que tiene desde spas para bebés hasta cabinas de karaoke. Es una ciudad de densa población y espléndida arquitectura. La citada narración de Nixon, que viajó tres veces a la China (1972, 1976 y 1979), me parece para ser enmarcada.

El proceso de inserción global nos permite pronosticar que se ampliarán las relaciones comerciales entre Republica Dominicana y República Popular China de una manera significativa en los primeros años.

Un ejemplo latinoamericano de penetración china en el mercado: el grupo Salinas en México ha fabricado para FAW, y Carlos Slim produce en Hidalgo autos de la marca JAC. Se importan muchos autos chinos en Brasil, Chile, México, Colombia Venezuela y Uruguay. Las marcas chinas más notorias: Chery, Lifan, Gel, Brilliance, JMC, JAC. Aunque sería ambicioso pensar que nuestro país pudiera producir automóviles de la noche a la mañana, si entendemos que otros grandes proyectos entrarán en planes: transferencia de tecnología y zonas francas, por ejemplo. 

En todo caso, el viaje celebrado por las autoridades–que contó con la presencia de importantes representantes del mundo empresarial dominicano–, permite augurar un proceso exitoso entre nuestras naciones.