Uno de los primeros actos de Joaquín Balaguer como Presidente de la Republica en el año 1966 fue disponer el cierre de los aserraderos, incluyendo uno propiedad de su vicepresidente, Don Augusto Lora. A partir de ahí, fueron muchos los actos de los gobiernos reformistas a favor de proteger el medio ambiente del país.

Para nadie era un secreto el celo con que el presidente Balaguer manejaba el tema, tan así  era que fue reconocido como la voluntad política marcaba la diferencia entre Haití y la Republica Dominicana en materia medio ambiental por el documental del vicepresidente de Estados Unidos, Albert Gore, titulado “Una verdad incomoda”.

Drásticas fueron muchas de las medidas tomadas en los gobiernos reformistas, pero necesarias en aras de la conservación de nuestros bosques y nuestros ríos. Que diferente es ahora la situación en donde la extracción de arena y gravas de los ríos es permanente y a la vista de todos, donde a diario decenas de camiones bajan de las lomas cargados de troncos recién cortados, donde existe un trafico constante de carbón hacia Haití que fuertemente van dejando peladas nuestras montañas, es la diferencia entre un gobierno responsable y otro irresponsable.

Porque nos afecta tanto cada vez que la Madre Naturaleza nos golpea con lluvias constantes durante varios días, pues por la deforestación que impide que las raíces de los arboles retengan las aguas y por el abandono en la construcción de presas y canales de riego que retengan y canalicen las aguas hacia donde puedan ser provechosas, ahí esta el ejemplo de Monte Grande, una presa vital para el desarrollo de la agricultura del Sur y para la generación de energía, prometida incontables veces por los presidentes Leonel Fernandez y Danilo Medina, ambos del Partido de la Liberación Dominicana.

A partir del ascenso del presidente Danilo Medina en 2012, la política agrícola del país sufre un cambio para mal, se sustituye la labor del Ministerio de Agricultura por un programa populista e inefectivo llamado “Visitas Sorpresas”. El ministerio queda reducido al pago de nominas y gastos fijos mientras se abandona la tarea fundamental de facilitar semillas y arar las tierras de los campesinos, de la prevención de plagas y la asesoría profesional y se sustituyen por visitas demagógicas e inventos presidenciales como la crianza masiva de conejos, que ha fracasado en casi todos los lugares donde se intentó.

Este cambio de rol en cuanto a la implementación de las políticas agrícolas del gobierno dominicano ha sido destacado por el ex presidente Don Hipólito Mejía en diferentes oportunidades en que, a manera de recomendación, ha señalado al gobierno el rumbo que debe seguir para que la agricultura sea negocio para el campesino y fuente de satisfacción de las necesidades de comida de toda la población dominicana.

Iguales señalamientos hizo el economista Luis Vargas cuando puntualizó que al analizar sectores claves para impulsar el desarrollo del país, como es la agropecuaria, se observa que redujo su aporte al PIB de 9.16% en 2011 al 4.24% en 2015, lo que avala mi señalamiento desde 2013 de que el programa de visitas sorpresas ha sido un rotundo fracaso que solo ha servido para destacar demagógicamente la figura del Presidente de la Republica.