El  joven Alfred Alan llegó a República Dominicana en busca de la democracia ilusoria y de la bonanza económica, emigró desde la Cuba revolucionaria. Según Alfred, en Cuba escasea la libertad, por eso vino aquí, en busca de la libertad de expresión, de poder decir lo que quiera y sin importar de quien se hable. La agonía de Alfred y su hermano, que también emigró junto a él, inició al percatarse de la ilusión que le vendieron, incluso, en lo concerniente a la mejoría económica.¡Esa es la agonía de los inmigrantes!

En efecto,casi siempre el migrante se siente como un extraño en el país donde vive y ha pasado muchas veces más de la mitad de su vida. En un ensayo titulado “El Extranjero”, del periodista mexicano Jorge Ramos, publicado en Gatopardo.com, aborda parte de las razones intangibles que motivan la migración.

No es por falta de oportunidades ni una queja. Es, más bien, una especie de desilusión. Jamás me imaginé que después de 35 años en Estados Unidos iba a seguir siendo un stranger para muchos. Pero eso soy –, dice Jorge Ramos.

Podría decirse que en Estados Unidos sentirse extranjero es parte de la naturaleza de sus ciudadanos. Esto así, porque EEUU es un país de inmigrantes, ahí “…casi todos somos inmigrantes o descendientes de extranjeros y eso siempre ayuda para saltar fronteras…”, considera Ramos.Y concluye, “Nada de esto, por supuesto, borra de dónde vengo”.

En consecuencia, EEUU es una nación multicultural, donde su gente está acostumbrada a los otros y hay poca resistencia a lo diferente. El estigma del extraño, ser el otro es casi imperceptible en un país tan diverso como lo es Estados Unidos.

La revista National Geographic, en la celebración del habitante siete mil millones de la tierra definió la sociedad de hoy como una sociedad de migrantes. Con todo y eso, la vida de los inmigrantes “es binacional y transnacional”. “Soy, simultáneamente, mexicano, estadounidense, latino, extranjero, inmigrante, emigrante, chilango y, sin duda, muchas cosas más. Es decir, para muchos soy el otro”, afirma Ramos.

Entre las otras cosas más que es Jorge Ramos, simbolizando el inmigrante, están la de “mal oliente o hediondo como les dijo Donald Trump en su momento a los mexicanos”. Además, “son puercos sucios para otros, criminales y violadores, vagos y vividores, etc.”, en fin, los epítetos y estigmas son infinitos.

En ese trance, Alfred pasó de ser un joven militar con rango de oficial en Cuba a convertirse en un simple obrero en República Dominicana. Sí, el coronel trabajó durante 16 meses como supervisor de una fábrica procesadora de plátanos, papas y otros rubros para producir mercancías basadas en grasa saturada. Los propietarios de la industria son familiares cercanos de Alfred y su hermano Manuel, mismos que los convencieron de venir aquí a encontrarse con la gloria.

Los ojos de Alfred brillaban y las lágrimas rodaban por su mejilla mientras narraba la historia.

Oiga Miguel, durante ese año y medio mi hermano y yo no podíamos salir ni a la acera del frente, eso estaba prohibido para nosotros. Lo peor de todo, es que ese personaje es tío de nosotros y según él, lo que está haciendo es ayudándonos a superarnos. Más vale que nos hubiéramos quedado en Cuba –, contó Alfred con lágrimas en los ojos.

Usted amigo lector, se estará preguntando y con razón:

¿Por qué Alfred y su hermano Manuel no se regresan a Cuba, qué les impide volver?

Para el inmigrante, volver a su casa original se convierte en una obsesión, es como un circulo donde das vueltas sin encontrar un norte. En efecto, cuando Donald Trump expulsó a Ramos de la rueda de prensa, al salir, un seguidor del entonces candidato presidencial de EEUU lo increpó y le dijo, “Lárgate de mi país”.–Todavía escucho esa frase con absoluta claridad, como si viviera en un lugar específico de mi mente–, afirma Jorge Ramos.Y continúa, —Los inmigrantes no se van porque quieren. Son casi obligados a convertirse en extranjeros en una tierra nueva. Algo muy poderoso los expulsa y algo igualmente fuerte los atrae a otro país–.

Si esa agonía siente Ramos, un privilegiado de la inmigración, imaginen las peripecias que sufren los extranjeros sin abolengo como son  Alfred y su hermano Manuel. Peor, piensen en lo que pasa por la cabeza de un haitiano en República Dominicana.

No hay nada más extraordinario que la decisión de migrar, nada es más extraordinario que la acumulación de emociones y pensamientos que llevan a una familia a decir adiós a la comunidad donde han vivido por siglos, a abandonar viejos vínculos y rincones familiares, y lanzarse a través de mares oscuros a una tierra extraña”, expresó John F. Kennedy.

Miguel Ángel Cid

cidbelie29@gmail.com

Twitter: @miguelcid1

12 septiembre 2018