El juego de azar puede llegar a acondicionar una persona al lamentable estado patológico de trastorno conocido como “ludopatía”. ‘La ludopatía consiste en una “adicción sin sustancias” en el que la persona se ve obligada por una urgencia psicológicamente incontrolable. La persona se da a jugar y apostar de forma progresiva y persistente, afectando de forma negativa a la vida personal, familiar y vocacional’. (Asociación Americana de Psicopatología, APA).
La ludopatía es lamentable porque se caracteriza por la dificultad de controlar los impulsos, ya que la persona actúa de manera convulsiva a jugar sin contemplación ético-moral, ni consciente de responsabilidad.
Hay casos conocidos de personas que han jugado y perdido hasta la propia vivienda donde residen, que en el juego dilapidan la herencia dejada por progenitores, han desfalcado el salario de su labor, se han degenerado al punto de robar dineros o sustraer recursos ajenos para jugar.
Dado que esta condición de ludopatía es una nefasta adicción compulsiva de raíz psico-mental-espiritual, los creyentes religiosos y almas piadosas deben tener en sus mentes y oraciones a los que adolecen de esta terrible impotencia.
Tomando en consideración y a otro nivel de apreciación y conocimiento, la siguiente pregunta puede ser hecha para iniciar argumentos a favor y en contra del trato que se da a los juegos de azar: ¿Es ético y moral que el Estado promueva, legalice y se empeñe en sacar ventajas económicas al juego de azar para completar el presupuesto de la nación en el área de la educación del pueblo? Se podría responder diciendo, de manera enfática, que el grueso de los impuestos que recibe el Estado, es por la elaboración y venta de bebidas alcohólicas y tabaco que en algunas personas los llevan a la dependencia adictiva. Ante eso mantenemos reservas por razones lógicas.
De manera constante podemos notar que van creciendo y fortaleciéndose las facilidades de concesiones de loterías y el número de bancas en operación en el país que supera 30,000 legales, más se supone que los ilegales son más de 100,000.
Las loterías, las bancas, los casinos y los otros medios legales o ilegales son plataformas de influencia que llevan a algunos al estado de adicción por el juego de azar.
Con gran despliegue se argumenta acerca de las consideraciones de violaciones éticas-morales, pero al mismo tiempo se busca posibilidades de obtener fondos de las fuentes de juegos de azar a fin de suplementar el presupuesto nacional para la educación. ¡Inverosímil! Es difícil creer y aceptar calladamente las diligencias que las autoridades gubernamentales despliegan para recabar fondos de fuentes que deben ser “no aceptables”, y en lugar de considerarlos como males nefastos, inmorales, perversos y carentes de los valores que dignifican a la sociedad.
Es engorroso oír y entender con claridad como algunos predican con conceptos distorsionados de la verdadera naturaleza del género humano, y al mismo tiempo se ignora la mala práctica de los derechos humanos. Por una parte se trata de interpretar el propósito de las Santas Escrituras en la vida de los seres humanos, pero al mismo tiempo se cometen todo tipo de diabluras que son condenadas por los mandamientos y los principios evangélicos de las enseñanzas de Jesucristo.
Se espera que los elocuentes defensores de la moral cristiana y observancia de las virtudes, sean expresadas con razonamientos válidos en contra de la proliferación de las actividades que conducen a personas a la condición de adictos a los juegos y ser influidos a la condición de esclavos de la ludopatía.