El Procurador General de la República (PGR), Francisco Dominguez Brito, firmó personalmente la acusación contra el senador Félix Bautista, depositada la semana pasada en la Suprema Corte de Justicia, y desde días antes se inició una campaña en su contra para hacerlo saltar del cargo, como si el imputado estuviese siendo informado de lo que venía.
No cabe dudas de que la campaña contra Domínguez Brito pretende desacreditar la acusación presentada y en todo caso desviar la atención sobre los increíbles hechos que en ella se narran. Por eso, de buenas a primeras, desde cuatro días antes de la presentación de la acusación, ya se informaba que Dominguez Brito iba a ser objeto de una interpelación por el Congreso Nacional debido a que estaba haciendo política partidaria a pesar de que la Constitución y las leyes lo prohíben.
Soy de los que he defendido que el Ministerio Público sea verdaderamente independiente del Poder Ejecutivo, y que se busque una fórmula que permita la designación del PGR por el Congreso Nacional. Pero esta posición no ha prevalecido y el PGR (y la mitad de sus adjuntos) sigue siendo designado por decreto bajo el argumento de contar con el apoyo de la presidencia en la formulación de la política criminal del Estado. Por eso, todos los presidentes han designado a prominentes miembros de sus partidos en esta posición, que se encuentra excluida de la Carrera del Ministerio Público. No recuerdo que ninguno haya tomado licencia de su militancia partidaria mientras ejerce el cargo.
Esta acusación no ha sido improvisada y su lectura revela que mucha gente se dedicó a investigar y a recabar las pruebas correspondientes, dedicando un tiempo apreciable
A pesar de esto, estoy seguro que cuando Francisco Dominguez Brito lance su candidatura a la presidencia de la República, si es que decide hacerlo, se separará voluntariamente del cargo que actualmente ostenta, pues sus niveles de integridad están muy por encima del promedio en nuestro país y sobre todo de aquellos que lo cuestionan.
Pero basta ya de tratar este caso del PGR, pues eso es lo que quiere el senador Félix Bautista con la campaña que ha iniciado, que no se hable del verdadero caso: el suyo. El país debe prestar atención a los hechos descritos en esta acusación de 412 páginas, con profusa prueba escrita, numerosas certificaciones de la Dirección General de Impuestos Internos (DGII), de la Superintendencia de Bancos, de la Dirección Aeroportuaria, del Registro Mercantil, con testigos identificados, peritajes societarios y de auditores, entre otras pruebas.
El testaferrato no es algo nuevo en nuestro país, pero en esta acusación se expone en forma descarnada. Personas que hasta el 2004 no tenían nada, sus negocios embargados, cuentas bancarias con montos reducidos, luego de la designación de Félix Bautista en la Oficina Supervisora de Obras del Estado (OISOE ) en el año 2004 pasaron a ser multimillonarios a juzgar por las transacciones que ellas y sus compañías realizaban. Una de estas compañías solo en el 2007 realizó depósitos en pesos en su cuenta bancaria por 483 millones en una ocasión, 490 millones en una segunda ocasión, 514 millones en una tercera ocasión y 1,100 millones en otra ocasión, sin contar los US$74 millones depositados el mismo año. Y su principal accionista, para fines de la DGII, era pobre de solemnidad.
Otras personas manejaron fondos por 14 mil millones de pesos y US$16 millones a través de contratos obtenidos principalmente en la (OISOE) dirigida por el senador Bautista.
Una sola empresa manejó fondos por cerca de RD$3,500 millones y US$74 millones, mientras una persona física abría 64 certificados de depósitos a nombre personal en varios bancos y otra tenía abiertas 48 cuentas personales de ahorro y corriente tanto en pesos como en dólares y euros.
Se compraron estaciones de radio por US$8 millones, que se pagaron en parte con inmuebles propiedad de compañías relacionadas con el senador Bautista. Una operación a resaltar fue la compra de una empresa de concreto por un valor de más de US$32 millones, así como la adquisición de varias plantas de asfalto. Y para coronar se compró un avión Gulfstream, modelo G-1159 (búsquelo en google). La persona que realizó estas adquisiciones tiene un record en la DGII que lo colocaría en una posición de empleado público si es por el nivel de sus ingresos y no en el de un gran empresario con Jet propio y todo.
El propio senador Bautista abrió certificados de depósito por más de US$ 3 millones, que representa muchas veces más de lo que ha declarado bajo juramento como patrimonio. Se toman préstamos millonarios que se pagan a los pocos días, como para poder posteriormente esgrimir que algunas inversiones se realizaron con préstamos bancarios.
Pero no fueron lo suficientemente cuidadosos y así aparecen pruebas de la vinculación del senador con las compañías y personas imputadas de testaferrato. Una ex esposa del senador controla varias compañías, una sobrina solicita el registro de nombre de otras que el senador alega que no le pertenecen, un compañero de estudios es uno de los agraciados con diversos contratos de la OISOE, un testigo de su última boda se coloca como el zar de la construcción de la noche a la mañana, se transfieren acciones del senador a su ex esposa, uno de los accionistas trabajó en la OISOE, una de las compañías que ahora desconoce el senador tiene su domicilio social en el mismo sitio que otras compañías que él sí reconoce de su propiedad. El jet Gulfstream realizó 24 despegues y 25 aterrizajes y muchos de los viajes del senador fueron en vuelo privado. Algunos de los imputados como testaferros también hicieron viajes en vuelos privados.
Y a través de las 412 páginas de la acusación desfilan los millones, sin que el éxito del senador en Haití pueda justificarlo pues la mayoría de las operaciones son anteriores al terremoto de la vecina nación que obligó a su reconstrucción y en la que el senador obtuvo contratos multimillonarios, sin que se sepa de dónde proviene el capital que requiere cualquier constructor para obras de esta envergadura.
Esta acusación no ha sido improvisada y su lectura revela que mucha gente se dedicó a investigar y a recabar las pruebas correspondientes, dedicando un tiempo apreciable. Por la información ofrecida en la misma este país no puede darse el lujo de no dilucidar en un juicio de fondo la veracidad o no de lo presentado. Tampoco el senador Bautista puede ya darse el lujo de pretender cerrar el caso por un tecnicismo, sin examen al fondo, excepto que no le importe lo que piense la gente o que entienda que no tiene ninguna posibilidad si permite que se examinen las pruebas.