En mi pasado artículo (29-8-2019), me referí a la actitud de no aceptar ninguna evidencia empírica que objete nuestras creencias.
Esta disposición suele denominarse negacionista. Es una postura que incita a no aceptar los resultados científicos que contradicen una ideología con la que estamos comprometidos desde el punto de vista emocional. Esta actitud es la que lleva a negar la teoría de la evolución, el holocausto nazi, la existencia de los dinosaurios, el calentamiento global, o la efectividad de las vacunas.
Con frecuencia, la actitud negacionista se disfraza de actitud científica. Son los casos donde quienes defienden dicha postura niegan la existencia de consensos científicos sobre los problemas señalados y apelan a argumentos pseudocientíficos para justificar sus puntos de vista.
¿Debemos ser indiferentes a los negacionistas? Muchos argumentarán que sí. Dirán que no vale la pena discutir con quienes están predispuestos a no cambiar de opinión.
No obstante existe una objeción importante para no asumir la pasividad con respecto al negacionismo. Como podemos ver con respecto a casos como el de la negación de la evolución, del calentamiento global, o el de la efectividad de las vacunas, sus defensores pueden ser grandes propagandistas que difunden una perspectiva nociva desde el punto de vista epistémico y social. Con frecuencia, dicha perspectiva es defendida con argumentos falaces, propagando una imagen incorrecta del funcionamiento de la ciencia y derivando en unas conclusiones carentes de sustentación.
Las consecuencias pueden ser nefastas para el público carente de instrucción científica, quien bajo la influencia negacionista, llega a rechazar las recomendaciones de los expertos en asuntos de salud, hasta ser indiferentes a las recomendaciones científicas con respecto a la generación de males sociales producidos por nuestras prácticas.
Debemos subrayar que la actitud científica no es común. Lo usual es la reticencia a aceptar la evidencia que contradice nuestros puntos de vista, sesgar la información, o imaginar que nuestros adversarios con compromisarios de una conspiración.
Dichas actitudes deben ser puestas en evidencia, señalarse sus debilidades y carencias, en favor de los que pueden ser confundidos, pero están dispuestos a reorientar el camino si escuchan una perspectiva fundamentada del mundo.