En el cuadro presentado a continuación, se muestran los porcentajes de abstención de cada una de las elecciones celebradas en el espacio de tiempo que abarca este recorrido. Dicha tabla tiene varias lecturas que nos interrogan sobre cuales factores políticos habrían podido incidir en este comportamiento en cada proceso. Por tanto, al tiempo que mostramos los porcentajes de desinterés o lo contrario en otros procesos, me permito mostrar dichos comportamientos:

El primer lugar, como no hay efecto sin causa, es menester que hagamos un  recorrido por dicho ciclo, y concomitantemente, hacer algunas consideraciones sobre las posibles causas que  según nuestro criterio, que desencadenaron dichas abstenciones. Veamos:

Elecciones  1978:

El electorado, según ese 22 % de abstención, se expresó en las urnas con un voto que yo he bautizado como voto de intención ciega o de oleaje. El PRSC había perdido el esquema de gobernabilidad y del propio poder, y por efecto, el electorado había interiorizado un cansancio del Dr. Balaguer llegando a provocar una avalancha populista que concitó la expectativa de cambio que con mucha vehemencia había vendido el PRD-el partido del jacho prendío’ y del buey que más jala,-, a través del discurso mesiánico de Peña Gómez, quien logró provocar que tanto las izquierdas como los sectores populares fueran con vigor y decisión colectiva a votar para sacar a Balaguer, generando uno de los mayores entusiasmo del electorado de acudir masivamente a las urnas.

Elecciones 1982: El electorado, o principalmente las fuerzas políticas, lo que hace es reciclarse dentro del propio PRD, las bases más los aliados se mantuvieron en la órbita de este partido. Más, que dicho partido a pesar de las luchas tendenciales, todavía aplicaba lo que muy sabiamente decía el pueblo, que los perredeísta eran igual que los cuervos, que aunque se sacaran los ojos entre ellos mismos, en la noche ponían los huevos en la misma canasta. Y así sucedió, ya que el porciento de variación entre 1978-1982, fue escasamente de 6% de reducción del entusiasmo electoral.

Elecciones 1986: En estas elecciones se puede apreciar la más alta expresión de volatilidad y mutación de las masas electorales en el periodo estudiado. Con un entusiasmo de carácter inexplicable, las masas se mudan al PRSC, y no solamente que se mudan, sino que tratándose de un candidato, ya ciego y sordo, podríamos decir, cuando se creía un fósil político, el Dr. Joaquín Balaguer, por el contrario, regresa al poder con uno de los menores % de abstencionismo en el contexto histórico analizado. Incluso, aunque se ha dicho de comisión de fraude electoral, habría que recordar que el partido que estaba en el poder era el propio PRD, y por tanto, se presume que la JCE estaba controlada por dicho partido político.

Elecciones 1990: Se aprecia un porcentaje de abstención exorbitante. El mayor de la historia en tiempo virtualmente normal desde el punto de vista de la gobernabilidad y con un Balaguer menos represivo. Ese caudal de abstencionismo, (40%), podría tener como causal,-explicación-, que coincidió con la metamorfosis de dos fuerzas políticas, el PRD en una picada decreciente y el PLD asumiendo mejor posicionamiento como fuerza emergente, por lo que cabe decir, que debido a ese estado de indefinición de las masas electorales, esta asumió una actitud de indiferencia, y por ende, de bajo  entusiasmo político electoral, lo cual sumado al posible desinterés a las opciones o las ofertas electorales del momento, en el sentido, de que dichas masas, acusaban una frustración de los dos periodos del PRD-malo desde la óptica cohesión social y política, y con un componente de anarquismo y corrupción-, el vuelve y vuelve de Balaguer y la rancia presentación del Bosch, como eterno candidato del PLD, también podría explicar  la huida de los electores de las urnas.     

Elecciones 1994: Con Balaguer en la postrimería de su vida política-y fisiológica-, ante un entusiasmo desbordante del Dr. José Francisco Peña Gómez, que se creía por encima del bien y el mal, concitó uno de los mayores entusiasmos del cuerpo electoral, créanme, que a decir de los mítines políticos, todo indicaba que las masas desbordarían a favor del PRD. Aunque no fue así desde la óptica del conteo de la JCE, registra el menor porcentaje de abstención, cosa inexplicable, pero cierto, que con Balaguer gobernando por intuición, junto a Peña Gómez, hayan concitado el mayor entusiasmo electoral de ese ciclo.

Elecciones 1996: Se observa que la masa electoral dominicana hizo una conjunción de fuerzas electorales, en torno al PLD y PRSC, y se conserva el entusiasmo, con unos 3 puntos porcentuales de las elecciones del 1994, manteniéndose la motivación. Este período, que marca la redefinición del relevo político, en virtud de que los tres caudillos políticos, Balaguer, Juan Bosch y Peña Gómez, ya convertidos en las siluetas de sus tiempos de gladiadores, el electorado se adhirió a la oferta joven que aún era un billete por confrontar, pero novedoso, gallardo y de buen discurso político, lo cual aparte de que era la sombrilla del reformismo sin líder desarrollado para sustituir a Balaguer, se levanta de su propia ceniza y enciende la llama de entusiasmo electoral como su último recurso de colarse en el poder ya sin su caudillo.

Elecciones 2000: El abstencionismo de este proceso fue el tercer menor porcentaje de desinterés.  Al parecer, el cuerpo electoral estaba zigzagueante, confundido y trastornado precisamente, bajo el impacto del clivaje de los caudillos, a todas luces nos indica que aún con Balaguer aún ¨vivo en la sanda de la muerte¨, más la ruptura de los reformistas con el PLD, bajo el mote de “comes solos”, alentó a las masas electorales a levantar su voluntad por un candidato como Hipólito con una personalidad irreverente y satírico, hasta el punto de que el cuerpo electoral  se envolvió en la irreverencia. Todo esto rompió con el viejo paradigma de la solemnidad que debería enmarcar la figura de un candidato a la presidencia de la república. Y de chiste en chiste, catapultó las masas.

Elecciones 2004: Aunque vuelve Leonel Fernández, a pesar de que ganara en primera vuelta, ese proceso marca la picada alcista de la abstención de nuevo. Hablamos aquí de un 27%, es decir, con un incremento de 3% de abstencionismo por encima de las elecciones anteriores. Todo lo cual, nos indica que aunque volvió el PLD, ya el látigo del desinterés venía manifestándose en las costillas de ese partido.

Elecciones 2008: Es más de lo mismo. En estas elecciones entra en pleno desarrollo la llamada política social de Leonel Fernández, y con ello, se eleva su valoración junto a los mega proyectos que impulsó como novedad su gobierno. Sin embargo, la abstención se elevó un 2% por encima de la anterior. Lo que en efecto, se quedó agachado en su casa, una significativa matrícula de electores.

Elecciones  2012: El porciento de abstención de las elecciones del 2008, estuvo muy cerca de este proceso. El mismo tuvo un 28%, cuestión que nos indica dos cosas: La primera, el PLD con el paso de la antorcha a Danilo Medina elevó el interés del electorado en 1%. Podría esto tener como explicación que el candidato representaba en la fuerza electoral de su partido, un genuino representante de los dirigentes y como en ese momento, dicho partido ya era una maquinaria política, su oferta electoral caló en el cuerpo electoral, básicamente, quien era un cautivo de uno de los más agresivos planes sociales de américa. Y ese factor, pudo haber dejado el entusiasmo de las masas intactas en función de la racionalidad del voto.

Elecciones  2016: A pesar de que el candidato, ya en su rol de reeleccionista, muy a pesar de haber sacado un 61.72% de los votos válidos (4, 611,983), señala uno de los porcentajes más altos en el trayecto analizado. Cabe decir, que siendo uno de los candidatos latinoamericano mejor valorado, se le queda en la casa un 30% sin ir a las urnas. Llegando a ser dicho porcentaje, el tercer más alto nivel de abstención de los doce procesos que abarca este enfoque. Muchas causales podrían explicar este comportamiento, pero, el que yo veo como principal, es que su competidor, Luis Abinader, además de ser un candidato de un partido producto de la división del PRD, era simplemente, un embrión de proyecto político.

Elecciones del 2020. La abstención en este proceso fue de 44.7%, sin embargo, ese rango de un 40% no fue un comportamiento exclusivo del trayecto que nos ocupamos, ya que en las elecciones del 1990, según se ve en la tabla, se abstuvo de votar un 40%, de lo cual hemos planteado sus posibles causales. En consecuencia, la causa de la abstención de las elecciones del 2020, no cabe achacarse exclusivamente a la pandemia de Covid 19; entendemos fue multifactorial. El primer factor se atribuye a la oferta electoral, observe que, en las elecciones del 2016, Danilo Medina obtiene 2,849,438 votos y Luis Abinader, 1,613,222; mientras en las del 2020, casi se invierte la página, Luis Abinader obtiene 2,154, 876 y Gonzalo Castillo 1, 537,041. Lo que significa que la abstención de este proceso se orientó hacia un posible desencanto hacia la candidatura del PLD, que se redujo en 1,312,197 respecto a las elecciones anteriores, y ese solo número representa la mayor parte de la abstención total de este proceso. Es decir, apunta a que quienes se quedaron agachados fueron la gente del PLD y los sectores conservadores que le apoyaban siempre. Mientras, como segundo factor, destacamos la notoria posible mutación de una parte del PLD hacia Luis Abinader.