“El pecado no se mide por su tamaño, sino, por su Naturaleza (Marco Tulio Cicerón)”
Entonces: ¿todo dominicano que no sea del partido en el gobierno, pierde el derecho de forma ipso facto, si ha sido proveedor de éste cuando el suyo llegue al poder para ser: legislador o funcionario?
Después de esta pausa acordada con acento para mirar con ojos inquisidores la desmaterialización de la vida provocada por la virtualización en que coexistimos; vuelvo a retomar mis reflexiones en Pentagrama.
En mi distanciamiento casi que monacal, donde he pospuesto más de una vez un chocolate programado antes del COVID-19; lo he dedicado a tres lecturas tan necesarias como existenciales en tiempo de virtualización y desmaterialización de la realidad: Los Espejos de Umberto Eco, El Cerebro Moral de Patricia S Churchland (neurofilosofía) y Teleantropos de Emanuel Dimas de Melo Pimenta. De este último, padre del concepto de la virtualidad en los 80s., asumo sus meditaciones filosóficas sobre: Desmaterialización de la Cultura, Arquitectura de la inteligencia y la metamorfosis Planetaria.
Pero, no demos demasiados giros y volvamos a casa, la casa política revuelta y caótica, que confunde y falsea hasta las razones más elementales.
Tenía entendido, creo que es así y no de otra manera, que la Constitución Dominicana en su artículo 39, nos preserva igual derecho a: perremeístas, peledeistas, reformistas, perredeístas, de la Fuerza del Pueblo u otra denominación de izquierda o de derecha. Lo mismo, también; si se es conservador, moderado, radical o indiferente. Según el espíritu de la constitución y más que nada, el sentido de justicia; nos garantiza a todos que somos iguales ante la ley y merecemos ser tratados de igual manera. Los derechos de forma determinante están significados como esenciales en la constitución, por la razón jurídica radical inherente de ser dominicanos de nacimiento o no. No así, por una militancia política.
Cada vez más, se acentúa un proceso tan preocupante como degradante e injusto, por demás, de eliminación y exclusión, en cada proceso electoral de elección de gobierno en República Dominicana. Se parte de que el que llega al nuevo gobierno que se instala, adquiere un derecho absoluto de desplazar al que está por ser del partido anterior. No importa competencias y pertinencias profesionales.
Kimberly declaró demasiado para su corta biología productiva, Félix Bautista muy poco, para lo que se supone ha aculado y no declarado en esta ocasión. ¿Qué es lo que importa realmente, el tamaño de sus fortunas o la naturaleza y origen de las mismas? ¿Qué es lo que debe llamar la atención, su tamaño o su procedencia y licitud?
En el reinicio de mis publicaciones, hoy en Pentagrama, quiero cerrar con tres ejes neurálgico de la neurofilosofía planteada por Patricia S. Churchland en su ensayo “El Cerebro Moral” que explica desde la perspectiva de las ciencias del cerebro de moralidad del individuo, cito:
“podemos afirmar que existen numerosos procesos cerebrales que participan de las dinámicas de sociabilidad, pero son tres los factores que destacan en este sentido: (1) los impulsos para velar por nuestro bienestar y el de nuestra descendencia, pareja y afiliados; (2) la capacidad para evaluar y predecir lo que uno mismo y los demás sentirán y harán en determinadas circunstancias; (3) un sistema neural de recompensas y castigos relacionados con la interiorización de prácticas sociales y su correcta aplicación” El Cerebro Moral. Lo que la neurociencia nos cuenta sobre la moralidad. Patricia S. Churchland, Editorial PAIDÓS, pág. 74, fin de la cita.
Al Ministerio Público que las cámaras de televisión, Twitter y las demás redes sociales los hace comportarse como loros y pericos, respondiendo fuera de estrados y circunstancias investigativas, hasta la pregunta que no se le hace; me parece importante recordarle en esta dimensión de autonomía e independencia del Ministerio Público la sentencia de Sir Francis Bacon, el padre de la ciencia moderna, que cito y con ello concluyo: “La discreción es una virtud, sin la cual dejan las otras de serlo”.