En más de una ocasión anterior les hemos llamado “héroes”. Y en cada oportunidad posterior no ha habido motivo de rectificación, sino de reiteración del calificativo. Es lo menos cabe expresar en el caso de los voluntarios de la Defensa Civil que en cada feriado, Semana Santa, Navidad, Nuevo Año ofrecen generosamente su tiempo y esfuerzo como aporte a los Operativos de Seguridad. Por extensión, lo hacen también y con mayor riesgo personal cuando ocurre algún desastre natural.
Su contribución supone no solo sacrificar el derecho a disfrutar de las mismas oportunidades de descanso y recreación de que hacen uso, y a menudo abuso, quienes resultan beneficiarios de su labor. Implica el distanciamiento de la familia, que queda atrás, rezagada en el hogar, mientras el voluntario cumple la misión que se ha impuesto de manera espontánea.
No es escaso el número de los que suman años dedicados a la tarea de velar por la seguridad de los demás, en más de una ocasión con riesgo de la propia. En reciente edición, Diario Libre les rinde reconocimiento a través del testimonio de varios que han ganado veteranía en el servicio. Sus relatos revelan la vocación de servicio y ayuda que rige su comportamiento. No hay que llamarlos a filas. Bastan las ocasiones ya establecidas de los clásicos feriados, como las situaciones inesperadas requeridas de auxilio para que hagan acto de presencia. Es sentido de solidaridad en su expresión más espontánea y desinteresada.
El director de la Defensa Civil se refiere a ellos como “personas fuera de serie”. Lo son en verdad. Ni piden ni esperan reconocimiento. No andan buscando manifestaciones de gratitud. Ni a la caza de galones, beneficios ni privilegios. Les basta con sentir que han respondido el dictado de su conciencia y el sentir de su corazón. Como premio, la íntima satisfacción de haber cumplido con el deber que se han impuesto de ayudar a los demás sin esperar nada a cambio.
Ahora que ha finalizado este nuevo feriado y que contabilizamos los hechos infortunados que siempre empañan su celebración, es justo rendir reconocimiento a esos más de 45 mil dominicanos que se movilizaron para prestar ayuda y socorro en caso necesario, dando lo mejor de si en el abnegado servicio a los demás. De no haber mediado su aporte, de seguro que hoy sería mayor la cantidad de ocurrencias negativas a lamentar. Ellos son realmente personas fuera de serie, auténticos héroes de la vida real que nos muestran la veta más generosa de nuestro pueblo.