El “martes negro” es como se denomina en la historia económica el “crack” de la Bolsa de Valores de New York en 1929, ya que sucedió un martes. Pero, en el ámbito dominicano, así se denominó la protesta que vestidos de luto se manifestaron los “indignados” dominicanos en una cincuentena de ciudades del país por el paquetazo fiscal, actualmente en la agenda del Congreso Nacional.
A estas horas, todo el mundo ha hecho su idea sobre la extensión e impacto de este movimiento cívico. Yo sólo quiero repetir mi clase en Introducción a la Economía sobre los principios del diseño de sistemas tributarios, para que los ciudadanos de a pie comprendan la crítica que hacemos los doctos economistas.
La Escuela de Pensamiento Económico anterior a la existencia de la Ciencia Económica fue el “Cameralismo”, surgida del pensamiento medieval de la preocupación del “buen manejo” de las Cámaras del Rey (de ahí su nombre, ya que ese nombre en términos modernos significaría la “Tesorería Real”). Por lo tanto, el enfoque era preocuparse por el cumplimiento de las reglas éticas que estaban al centro del pensamiento teocéntrico medieval.
La justificación del cobro de impuestos es por la existencia de un grupo de bienes que llamamos “públicos” (aquellos que no produce el mercado, por lo que deben ser producidos por la autoridad: la justicia, la seguridad, la paz). En consecuencia, sí se deben cobrar los impuestos (no hay mejor nombre, ya que nadie quiere pagar impuestos -por ello es “obligado” hacerlo) deben cumplirse algunos criterios de justicia distributiva (es decir, cobrarle a los que más tienen para ofrecerle servicios a los que menos tienen, y que tomo del texto que uso en mis clases, “Principios de Economía” de Gregory Mankiw), como son:
i) el principio del beneficio (ya que los ciudadanos debemos pagar impuestos dependiendo de los beneficios que recibimos de los servicios del gobierno). La demanda es que el gobierno produzca servicios confiables, adecuados y suficientes. El caso dominicano es que son deficientes, en el mejor de los casos, por lo que se traduce con la demanda de la “calidad del gasto” del gobierno por parte de los críticos.
ii) El principio de capacidad de pago: cada persona debería pagar impuestos dependiendo de qué tan bien puede solventar ese gasto. Es decir, los que más beneficios obtienen más deben pagar. De donde se deriva la aplicación de dos criterios: a) equidad vertical (los contribuyentes con gran capacidad de pago deberían pagar mayor cantidad de impuestos) y b) equidad horizontal (los contribuyentes con similares capacidades de pago deberían pagar la misma cantidad de impuestos. En este análisis, los impuestos pueden tener un efecto recesivo (los más pobres pagan proporcionalmente más impuestos) o progresivo (los más ricos pagan proporcionalmente más impuestos), por lo que la afirmación de que los aumentos de impuestos se hacen mayormente en el ITBS, la Reforma Fiscal es regresiva.
Por lo tanto, los organizadores del “martes negro” se denominan “Justicia Fiscal”, y yo me pregunto: ¿están conscientes de la inequidad del sistema tributario “in totum” para llamarse así? Lo digo porque espero que hagan honor a su nombre. Por otra parte, los congresistas ¿están conscientes de su deber ético de que el sistema fiscal debe cumplir con estos principios? Le hago la pregunta a ellos porque a los diseñadores de la presente Reforma Fiscal se les olvidaron de plano, creando la paradoja de un “paquetazo” para obtener recursos para ayudar a los pobres sacándoles el dinero a los mismos pobres, lo que llora ante el Dios de los economistas, si es que existe alguno.