Para el presidente de Associated Press Gary Pruitt, las fuentes que se utilizaban para establecer acuerdos y conocimiento sobre temas de seguridad nacional se están limitando. En Washington hay una crisis de credibilidad y de confidencia que debe ser entendida como efecto de la imposibilidad o incomodidad del off the record.

El último asunto viene a ser analizado en función del viaje de John Kerry, Secretario de Estado de los Estados Unidos, quien se encuentra en Brasil y ha visitado a Colombia. Según datos de seguridad, Brasil fue uno de los países mas espiados por la inteligencia norteamericana (los Estados Unidos son su segundo socio comercial después de China).

Los grandes temas del espionaje no se limitan a los expresivos demonios interiores de Edward Snowden que, para algunos muy lúcidos, no es verdad que ha venido a revolucionar el mundo como tampoco lo ha hecho Assange (que lleva 14 meses refugiado en la embajada de Ecuador). Los escándalos desatados en los últimos días por estos dos “magos” han posibilitado un renacer de las teorías conspirativas, esas que te dicen que te implantarán un chip en la muñeca y te detectarán cuando vayas al supermercado o  a casa de un amigo no necesariamente sospechoso.

Lo cierto es que la persecución de espías no es nada que venga a inaugurar conceptos nuevos de la política de inteligencia de los Estados Unidos. Está fundamentada en una ley de la I Guerra Mundial, la Espionage Act, pero más específicamente en la Patriot Act, de 26 de octubre de 2001.

Se persiguió a Juana de Arco, (lo dice claramente el librito  Que es esto? y lo dicen los registros históricos), se estableció la inquisición española y así también los nuevos convenios surgidos a raíz de la Segunda Guerra Mundial (Bretton Woods en la economía, ONU en la política y CIA en la inteligencia) lograron desatar toda una política de persecución del enemigo.

Según Richard. M. Nixon, en una autobiografía que me cayó en las manos por obra y arte del azar (The Real War), Henri Kissinger – que tomaba piña colada en La Romana-  tenía una estrategia bien fundamentada con sus ideas de trabajar con el mismo enemigo en las sombras.

Lo mejor de todo es que cayó el muro de Berlín, se explotaron las infidencias del muro de acero y se determinó que la mejor de las estrategias posibles era entregar pocos detalles a los que exclamaban que debías seguir tal o cual política.

Como resultado del otorgamiento del asilo político, la cancelación de la reunión con Putin en Rusia viene a especificar una crisis diplomática entre el Kremlin y Washington en un momento en que la agenda bilateral de los dos países no debería haber encontrado tales escollos.

En una entrevista en CBS con Charly Rose, Condolezza Rice aclaraba que hoy Rusia es un poder diferente que aun tiene armas nucleares,  disminuído aunque considerada la economía número 15 del mundo con poder de veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, todo en un mundo donde el poder económico es determinante. Pero no es la guerra fría, aclara Rice.

Las palabras de Kissinger sobre Snowden son muy claras y determinantes: se trata de un formato de estelaridad que pone en jaque las capacidades de inteligencia de los Estados Unidos, haciendo énfasis en que Rusia lo ha intentado convertir en un héroe.

No quiero entrar en disyuntivas entre lo que sabe Cristine Lagarde (Barack Obama asistirá a la reunión del G-20 en Rusia aun con las contradicciones), y lo que se propone hacer el gobierno de Nicolás Maduro en Latinoamérica. Las implicaciones del espionaje moderno en la era de Wikileaks no son nada extrañas para un iniciado en artes de inteligencia pero el espionaje masivo no parece ser un descubrimiento tan extraordinario como muchos creen. Snowden, ahora en Rusia,  guarda tesoros inenarrables en sus tres computadores.

Lo mejor de todo es que te has propuesto conocer los límites del espionaje moderno y para esto te fijas claramente en las nociones que se nos han vendido desde la inteligencia y el manejo de la seguridad de los Estados. No catapultas tu propia percepción como si se tratara de un juego político;  finalmente,  la gente se sabe en un juego donde ya los determinismos político-ideológicos no tienen que ver con los mismos argumentos de antaño.

Y pensar que las mejores estrategias de la CIA provinieron  de miembros arriesgados, agentes que sabían que podían transformarlo todo, que podían convertir un caso nimio en toda una revelación determinante para el futuro de la seguridad nacional de los países y las economías. Sin embargo, cada quien juega sus cartas como lo desee. Muchos están cansados de paladines justicieros. Otros, no tanto. Como hubiera dicho Richard Nixon, la política internacional es como un juego de póker, un stud póker de carta abierta. Obama lo sabe.