De súbito fue detenido el proyecto de modificación de la Constitución para favorecer un tercer mandato del Presidente Medina. El rechazo de los Estados Unidos al proyecto fue clave, mucho más que la presión de sus opositores locales, dentro y fuera del PLD. Para bien, o para mal, los Estados Unidos siempre ha sido la llave maestra que abre los candados de las crisis políticas dominicanas y de otros países del continente en el siglo XX.
El Presidente pronunció su discurso, el lunes 22 de julio en la noche, tragando seco y con huellas visibles de molestia en su rostro, como a un niño, al que le impiden tomar su juguete favorito. Su disertación estuvo focalizada en su principal opositor en el Partido de la Liberación Dominica, para asestarles ataques indirectos, más que a las audiencias locales e internacionales. La subjetividad discursiva del ego propio del mandatario abrió las puestas a lo que estaba escondido: una estampida de emociones encontradas de un Presidente que gravitará sobre la arena política en el inmediato devenir. Veamos algunas de esas emociones.
1. La inculpabilidad vs la culpabilidad
El Presidente se declaró libre de culpa, respecto a las acusaciones de dictador y de querer modificar la Constitución para provecho personal y de su grupo, como lo venían denunciando desde una facción de su partido y desde fuera del PLD. Casi parafraseando a Ricardo Arjona, en las letras de la canción, Jesús es verbo y no sustantivo, se confesó libre de culpa:
“Tengo la conciencia tranquila porque tomamos la decisión correcta(…)Solicité a tres miembros destacados del PLD y del gobierno, me refiero a los compañeros Felucho Jiménez, José Ramón Peralta y Gustavo Montalvo, que reiteraran públicamente mi decisión de no presentarme para las elecciones del año 2020”.
2. Enojo vs alegría
Dicen los psicólogos que el enojo se produce por la acumulación de sentimientos negativos, provocados por agentes externos a la persona. Afirmó Medina Sánchez, que se desarrolló una campaña violenta verbal contra él, por un sector minoritario del PLD, desprestigiando su obra de gobierno a favor de la gente pobre. Sostuvo que. “Aún con todos esos anuncios y acciones, la agresividad verbal, lejos de aminorar, se incrementó de una manera despiadada, irrespetuosa y desconsiderada”.
3. Apoyo vs desamparo
Reafirmó ser el amo mayoritario del PLD, acusando a su principal opositor de inventar liderazgos falsos, lejos de la realidad del pueblo, a quién sirve su gobierno. Prueba de esto fue el respaldo del partido y el respaldo popular a su gestión en los dos períodos. Expresó que no se sintió solo y abandonado en alusión a su rival, sino apoyado y valorado por la mayoría del PLD; y de otros sectores amplios, a largo y ancho de todo el país. En su momento, dijo, “el Comité Político del PLD me expresó su apoyo mayoritario, consciente de que la campaña contra mi persona y contra el gobierno era injustificada y estaba fuera de todo sentido de proporción y justicia”.
4. Temor vs seguridad
Mostró sutilmente un temor a lo que pueda pasarle fuera del poder, cuando no pueda servir al pueblo desde el solio presidencial. Medina Sánchez utilizó una expresión lingüística de lo que desearía y no una realidad segura, al salir del poder, como un ciudadano sin escolta militar: “Quiero poder salir a la calle a caminar como un ciudadano más y mirar a las personas a los ojos con la tranquilidad que dan el deber cumplido, la honestidad y la humildad”.
En el fondo pudo haber sentido ese vacío que le espera y que sienten todos aquellos gobernantes, que no se quieren dejar de sentarse en “la silla de alfiler del Palacio”. Temor a sentir algo parecido a lo que vivió Joaquín Balaguer, el líder de mayor impacto en la política dominicana en los últimos 50 años del siglo XX. El veterano político confesó en sus poesías del ocaso de vida, la Venda Transparente (1989), ese frío tenebroso de la soledad del poder, para quienes construyen amistades instrumentales como jefe de Estado.
Balaguer recordó, también, en la obra de Los Carpinteros (1984), la soledad de Carlos Morales Languazco, asilado en la Legación de los Estados Unidos, a la que les invadía el corazón de un gobernante caído, a principios del siglo XX. Nos recuerda estas sabias y hermosas palabras, nacidas de la experiencia, del dolor y de la congoja:
“Nada es más despreciable que un áulico. No hace cosa que no sea capaz de hacer para conquistar la gracia del que manda. Una vez en el cargo, todo se derrite en zalemas y descarga en lisonjas y en genuflexiones. Pero cuando el rayo de una tormenta política cualquiera derriba inesperadamente el árbol, los primeros que acuden leña del caído son los que más holgura engordaron a su sombra”(Balaguer, 1984, p. 321).
5. Satisfacción vs insatisfacción
En varios párrafos del discurso, el Presidente expresó que se sintió satisfecho por la obra realizada en su gestión de gobierno, con evidencias tangibles, entre las que se encuentran: la tanda extendida, el 9-11, entre otras; y por respetar las leyes constitucionales; por su coherencia entre lo que dice y lo que hace, entre los valores y principios de la democracia y su práctica personal; Igualmente, satisfecho con el cumplimiento de las promesas hecha al pueblo de que no optaría nunca por otro período fuera de la Constitución, aunque el pueblo se lo pidiera.
6. Gratitud vs ingratitud
El Presidente se sintió muy agradecido, especialmente, de su equipo de trabajo, del Comité Político del PLD, de los dirigentes medios de su partido, del pueblo dominicano y todas las fuerzas políticas que manifestaron su apoyo a su proyecto de gobierno.
7. Confianza en Dios vs desconfianza
Dos veces mencionó a Dios en su discurso: uno, para pedir su ayuda y seguir sirviendo al pueblo, una vez esté fuera del Palacio; y la otra, para bendecir.
Contrario a lo que sintió el Presidente, brotaron inusitadamente, en Leonel Fernández y la facción que encabeza, las emociones de gozo, dicha y felicidad. Se despejaba el miedo y el camino que parecía que estaba cerrado, totalmente cerrado, ahora estaba abierto de par en par, pero ojo: la amenaza sigue en pie con Sangre Nueva y con el anuncio de que trabajará por la unidad del partido. Entiéndase, el sometimiento a la voluntad de la mayoría.
El miedo esencial de Fernández y la oposición al continuismo de Medina Sánchez, no era a la reforma de la Constitución, sino el miedo a competir de forma desigual en la lucha por el poder en las elecciones del 2020. No es fácil enfrentar a un Presidente que quiere continuar en el poder con todos los recursos, habidos y por haber, con las debilidades institucionales nuestras y con la cultura política que tenemos, que no les importa mucho, si eres corrupto o no, con tal de que me dé lo mío. Esa es una de nuestra mayor falencia en la cultura política.
No obstante, todo lo anterior, el Presidente Medina ha sido un triunfador en la vida política dominicana y un sagaz estratega político. Parte de sus logros lo constituyen el manejo de la paciencia, la calma y el silencio. Fue la pieza clave en la negociación de la alianza entre el PLD y el Partido Reformista para dejar fuera al poderoso líder de masa, Peña Gómez en las elecciones del 1996. En sus batallas dentro de un partido cerrado, como el PLD, que te baja la pesá si no está con la mayoría, especialmente, de quien está al frente del poder. Fue derrotado en unas primarias internas en el 2008, en la que afirmó que El Estado me venció. Ese Medida Sánchez obtuvo el apoyo completo de su partido y ganó las elecciones en el 2012; bajarle el ánimo al ex presidente Fernández, que andaba diciendo por ahí que Estaba desempleado; obtener su apoyo para la reelección contra su voluntad y mantener en el vilo al país, y parte de la comunidad internacional, sobre si optaría o no por un tercer mandato.