Después que la corriente que sigue al presidente Danilo Medina en el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) se hizo con el control del Comité Político y el Comité Central de esa organización, he sostenido que Leonel Fernández está enterrado políticamente y muy difícilmente vuelva a ser líder y mucho menos Presidente de la República.
El juicio sumario a que fue sometido Leonel y su grupo minoritario en el Comité Político del PLD el pasado 19 de abril para imponerle la modificación constitucional sin el debate de la militancia morada, da una idea de lo mecánica que se ha vuelto la defensa de intereses al interior de ese partido.
Leonel tiene suficientes luces políticas, fuerza interna, recursos económicos y medios de comunicación como para impedir que Danilo tenga éxito en su más reciente apuesta política: pasar la modificación constitucional para restablecer la reelección consecutiva.
Si Danilo es el candidato y logra reelegirse por otros cuatro años, “El León” queda trasquilado porque contrario a lo que piensan quienes quieren dormirlo para que acepte la reelección, el poder del actual Presidente se extenderá con fuerza hacia las Altas Cortes, la Junta Central Electoral y la Cámara de Cuentas, y no hay que decir que también y sobre todo a las bases del PLD.
Si Leonel no es candidato ahora, pierda o gane las elecciones, queda fuera del juego político por “forfeit”.
Lo único que salva al ex gobernante de la bancarrota es ser el candidato del PLD y ganar, lo que le permitiría recuperar su poder a costa de Danilo, porque si pierde va para su casa y si no es candidato también queda derrotado aunque tome tiempo para descubrirlo. Y sabiendo esta realidad, Leonel no quiere pasar por un tonto político aunque tenga que poner en riesgo todo.
Como están las cosas, lo único que puede salvar la unidad real del PLD es buscar un acuerdo para llevar a un tercer candidato presidencial (ni Leonel ni Danilo) que impida que uno de los dos se imponga al otro. Solo así Danilo, Leonel y la unidad del PLD sobreviven al 2016. Pasada esta peligrosa encrucijada, ambos pueden disputarse en igualdad de condiciones el liderato del partido y la candidatura de 2020 si es que aquí nada cambia a esa fecha.
La borrachera reeleccionista del bando de Danilo solo es comparable con la desesperación del clan de Leonel, por lo que si no hay un advenimiento, la ruptura es una posibilidad muy alta aunque simulen concordia pública.
Hay quienes piensan que Leonel finalmente tendrá que apoyar la reelección porque de lo contrario se expondría a la persecución judicial frente a un gobierno de los opositores.
Dudo mucho que si Leonel no se convierte en un aguerrido militante de la reelección y contribuye a pasarla electoralmente, un eventual gobierno opositor salga a perseguirlo judicialmente. Más que dudarlo, eso sería improbable.
Como subalterno de la reelección, los riesgos políticos internos y externos de Leonel se multiplican porque ahí no tiene ningún espacio y si Danilo pierde las elecciones pese a su respaldo, se hunden los dos.
¿Qué pasará finalmente?
Aunque el laborantismo reeleccionista ahora en el ámbito del Congreso Nacional está más activo que nunca y la historia ha probado que en esa fauna “casi todo es posible”, hay senadores y diputados del PLD que resistirán hasta el final conscientes de que Leonel no tiene mañana.
Los escenarios probables son un fracaso de la modificación constitucional y por tanto las fuerzas de Leonel impedirían la candidatura de Danilo, a lo que seguiría un bando danilista totalmente opuesto (desde el Palacio Nacional) a una candidatura de Leonel. En esa situación vuelve a entrar en juego un tercer candidato que en este caso sería impulsado por Danilo para desgracia de Leonel, que sin duda perdería la confrontación interna por la misma causa que la perdió Danilo de Leonel en 2007.