La próxima reunión del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) para elegir jueces del Tribunal Constitucional y de la Suprema Corte de Justicia constituye un serio desafío para sus integrantes, para la ciudadanía y especialmente para el presidente de la República.
Las evaluaciones de quienes puedan continuar y de los nuevos integrantes deberán estar apegadas a los ejes para la impartición de justicia en el Estado de Derecho: independencia, sometimiento a la ley y responsabilidad.
Los jueces aplican e interpretan la ley conforme a los principios y valores sociales. Se precisan jueces que sirvan a sus funciones sin ser arrastrados por anclajes políticos, empresariales y de intereses particulares.
Los jueces responden a los conflictos sociales utilizando todas las herramientas jurídicas a su alcance. Las ideologías no son suficientes, aunque es necesario que concurran visiones conservadoras y liberales. Pero, se precisan más los jueces normativistas pragmáticos, con múltiples puntos de vista, utilizando el carácter progresivo del derecho para reducir la conflictividad y mejorar la sociedad en su conjunto con normas más eficientes.
Si de jueces arbitrarios se trata, la independencia de los jueces no garantiza decisiones justas. No se quieren jueces que por ser denominados supremos se crean superiores a todo el mundo. No esperamos jueces de ultratumba. Los jueces queridos deben pisar los pies sobre la tierra, ser capaces de conocer la realidad y el orden político, que es el que construye el orden jurídico (Tenzer).
Lo más importante es que sean escogidos jueces de incuestionable integridad, pensadores del derecho y con diferentes y sólidas capacidades profesionales.
La reunión del CNM es una oportunidad de oro para que el presidente Medina demuestre su compromiso con la elección de jueces imparciales y capaces de motivar sus decisiones debidamente, como fuente de su legitimación.
“El pueblo tiene en sus tribunales de justicia la confianza que éstos merecen”. Lo que queremos es confianza, que es lo que nos ha mantenido como sociedad organizada en el pasado y es la fuente esencial de nuestras relaciones sociales. La fe en la justicia es fundamental para nuestro desarrollo. El descreimiento en la justicia afecta las inversiones y la pacificación social. ¡Tremendo reto!