Apenas dos días antes de conmemorarse el día de la Constitución dominicana dejó el mundo terrenal el padre del derecho constitucional dominicano moderno, el sólido pensador, jurista, escritor, académico, abogado, hombre de familia y amigo afable, el Dr. Juan Manuel Pellerano Gómez.
Su familia y quienes tuvimos la dicha de ser sus amigos sentimos su partida física, pero nos consuela su segura partida al reino de los justos y su paso a la eternidad, por sus destacados aportes al derecho. El Dr. Pellerano Gómez fue un ser humano excepcional y un acabado profesional del derecho.
Sus desvelos por la formación de estudiantes, abogados, jueces, ministerios públicos y sus contribuciones al desarrollo del pensamiento constitucional, como freno a las arbitrariedades del Estado, son imborrables. La robustez intelectual y de su pensamiento, como su entrega al servicio de la educación jurídica son invaluables. Abogado iluminado y faro de luz de generaciones; fundador de la prestigiosa firma de abogados Pellerano y Herrera y primer director de la Escuela Nacional de la Judicatura.
Sus aportaciones a la bibliografía jurídica son tan innumerables como diversas, todas caracterizadas por su profundidad y carácter didáctico: La Guía del Abogado, escrito como texto y resultado de sus cátedras como profesor encargado enseñanza práctica de la Facultad de Derecho de la UASD; Constitución y Política, que reúne una serie de aportes fundamentalmente en el orden constitucional, obra de consulta obligada, orientadora y guía de la doctrina nacional; Derecho Proceso Penal, cuyo manual, en coautoría con Luis Del Castillo Morales e Hipólito Herrera Pellerano, ha servido de faro de luz para generaciones de abogados y estudiantes de derecho y la Revista Estudios Jurídicas, que con sus aportes y bajo su liderazgo, ha permitido que emergentes y experimentados juristas, publiquemos ensayos sobre diversos temas del derecho.
Como James Madison, el Dr. Pellerano, pensaba que el pueblo es la única fuente de poder legítimo y es la Constitución desde donde todos los poderes del Estado reciben su poder. Es solo la razón del pueblo que debe regular y controlar el gobierno. El legado luminoso de Don Maney es imperecedero. Vivirá entre nosotros. Paz eterna a su gran y noble alma!