Al conmemorarse el 58 aniversario del derrocamiento Uno de los temas que suscitó mayor controversia entre el gobierno del Profesor Bosch y sus opositores, y de entre estos, muy especialmente,  con el Doctor Juan Isidro Jiménez Grullòn, líder del Partido Alianza Social Demòcrata,  lo fue el controvertido contrato firmado con la compañía suiza Overseas Industrial Construction Limited, mejor conocida como la “Overseas”, en fecha 14 de marzo de 1963, es decir, a menos de un mes de haber iniciado la gestión gubernativa.

El referido contrato ascendía a la suma de 150 millones de pesos, los cuales serían destinados a la construcción de obras prioritarias para el desarrollo nacional, y muy especialmente, a conjurar  el déficit de agua, como era el caso de la presa de Taveras, la de Valdesia (Nizao) y el Acueducto de Santo Domingo, entre otras no menos importantes.

Uno de los aspectos que contribuyeron a arreciar los ataques de la oposición al referido contrato, llevando la voz cantante Juan Isidro, fue el hecho de que el 3 de abril de 1963, con menos de tres semanas de suscrito, el acuerdo fue transferido a la firma inglesa General Electric, no obstante lo cual, el Estado Dominicano se habrìa comprometido a efectuar a la Overseas un pagarè inicial de $ 15,000.000.00 de dólares.

En sus impenitentes ataques a Bosch, el periódico abanderado de la oposición, Prensa Libre, dirigido por el periodista Rafael Bonilla Aybar,  en su edición del 26 de agosto de 1963,  se preguntaba: “¿no habría ya, en el momento de la firma del mismo, un acuerdo previo entre la intermediaria, o sea la Overseas y la General Electric? ¿No debió el gobierno economizarle al pueblo dominicano el pago del corretaje devengado por la indicada intermediaria?

Llovían los ataques al Ministro de Finanzas del gobierno de Bosch, Lic. Jacobo Majluta, enrostrándole su supuesta incompetencia. Ya el 13 de agosto del mismo año, Jimènez Grullòn había dirigido una carta a Bosch en la que le indicaba, entre otras cosas: “…en razón de que el convenio con la Overseas Industrial Construcciòn Limited establece que para cada obra es necesario suscribir un acuerdo particular, y siendo un hecho cierto que la General Electric Company, Ltd, de Inglaterra, està ya firmando contratos para la realización de determinados trabajos, estimo que es imprescindible que el Gobierno haga de conocimiento público el texto del acuerdo concluido con la mencionada compañía, a fin de que exista una información sobre el valor estimado de cada obra y sobre los compromisos contraídos”.

En su carta de respuesta, Bosch acusó a Juan Isidro de “pasional” en sus ataques al tiempo de manifestarle: “el resultado de su conducta será inevitablemente el descrèdito de la democracia, no el descrèdito mío. Y cuando la democracia sea desacreditada en este país, y destruida por actuaciones como la suya, los escombros no caerán sobre mi cabeza y la sangre derramada no será la mía?.

¿Acaso una premonición de lo que ocurriría menos de dos años después, tras la insurrección del 24 de abril de abril de 1965, articulada bajo el estandarte del retorno a “la constitucionalidad sin elecciones”, tras la asonada militar del 25 de septiembre de 1963?

Tal como se refiriera en párrafos precedentes, el Acueducto de Santo Domingo, sería una de esas obras fundamentales, a construirse con el préstamo de la Overseas. La misma fue presupuestada en unos 30 millones de pesos, estaba prevista a iniciarse en agosto de 1963 y concluirse a finales de 1964, y a tales fines, se inició a mediados de julio del referido año, el traslado a la República Dominicana de las tuberías de acero que serían destinadas a la construcción de la misma. Responsable de esta tarea fue el buque mercante inglés Santander comandado por el Señor E. J. Pepper el cual arribó al puerto de Haina el 10 de julio de 1963.

En la ocasión, al día siguiente de su arribo, el Señor Pepper y su tripulación ofrecieron al  Presidente Bosch, su esposa Doña Carmen, el Cuerpo Diplomático, funcionarios de estado y demás personalidades representativas de la nación, un almuerzo-buffet a bordo de la embarcación.

Consignaba entonces el  periodista Pedro Álvaro Bobadilla que, entusiasmado el Señor Pepper con la presencia del Señor Presidente y su Señora Esposa, les invitó a brindar por tan fausto acontecimiento con una copa de champagne, ofrecimiento que el Presidente declinó, en excelente inglés,  con su habitual elegancia, indicándole que no tenía por costumbre tomar alcohol, para luego agregar: “Sería una inmoralidad que un Presidente de un país como este, en donde hay tanta pobreza, fuera fotografiado con una copa de champagne en las manos”.

El profesor Bosch pidió, en cambio, un refresco que le fue servido en un vaso de cristal. Y cuando uno de los fotógrafos procedió a disparar su flash, en tono de buen humor exclamó ante los contertulios: “favor aclarar en el pie de grabado que esto no es champagne sino refresco de naranja”.