Los que nos formamos políticamente bajo las sabias enseñanzas, de los principios éticos y morales del ex Presidente Juan Emilio Bosch y Gaviño y los que conocimos la constitución con que gobernó al país, una de las más modernas de América, la de mayor equidad, justicia social y dignidad humana, vemos en las acciones del recién juramentado Presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), a un discípulo del prócer dominicano.

El mandatario azteca, en su Programa de Gobierno y en las acciones inmediatas que ha emprendido, nos recuerda a las implementadas por el ex Presiente Bosch, quien durante su gobierno de apenas siete meses, aplicó la austeridad, eliminando los privilegios y el despilfarro; redujo su salario y aumentó el de los empleados; recuperó y respetó el patrimonio nacional, los recursos naturales, la dignidad humana, la libre expresión del pensamiento, la empresa privada y la inversión extranjera; el libre credo religioso y las ideas políticas; protegió nuestra soberanía, actuando siempre con transparencia y honestidad, cultivando unas excelentes relaciones internacionales.

Aprobó e inicio la construcción de las obras de infraestructuras que el país requería para su desarrollo (carreteras, presas, acueductos y alcantarillados, plantas eléctricas, puertos, puentes, zonas franca, refinería, proyectos turísticos, escuelas vocacionales, hospitales; el primer banco privado dominicano (Banco Popular) y varias industrias; construyó viviendas y realizó los primeros asentamientos agrarios (Villas de la Libertad); fomentó el cooperativismo, los préstamos agrícolas, enviando jóvenes a capacitarse al exterior. Combatió los flagelos de la corrupción, la insalubridad, el analfabetismo, el desempleo, el tráfico de influencia y saldó la deuda externa.

Entre las medidas anunciadas por el Presidente López Obrador se encuentran: la reducción del salario del presidente y de sus funcionarios en un 40%; la suspensión de las pensiones privilegiadas de los últimos expresidentes y aumentar las de los adultos mayores; gobernar con un absoluto plan de austeridad; disminuir la pobreza, mejorando la calidad del gasto público y aumentando la inversión social; poner en venta el costosísimo avión presidencial, establecer la educación pública gratuita y de calidad; el fortalecimiento institucional, mejorar la seguridad ciudadana, enfrentando la delincuencia.

Implementar el ahorro, hacer un uso eficiente y racional de los recursos públicos, evitando el despilfarro y el endeudamiento, pues según sus propias palabras, “no puede haber un gobierno rico con un pueblo pobre”; abrir al público la residencia presidencial de “Los Pinos”; erradicar la corrupción y la impunidad.

Envió al Senado la iniciativa para eliminar el “Fuero Presidencial”, para que el Presidente de la República pueda ser juzgado como cualquier otro ciudadano y sustituido en caso de cometer un acto de corrupción, no solo por traición a la Patria.

Además, establecer un plan de reconciliación y de paz entre los mejicanos; crear una reforma energética con nuevas refinerías y explotando los hidrocarburos, así como respetar la seguridad jurídica.

AMLO es un fiel seguidor de las ideas políticas y de los principios patrióticos, éticos y morales enarbolados por los ex presidentes mexicanos Benito Juárez, Lázaro Cárdenas y del dominicano Juan Bosch.

En una visita realizada a México, como Diputado al Congreso Nacional, tuve la oportunidad de conocerlo y de intercambiar algunas impresiones, a raíz del fraude de que fue objeto en las elecciones presidenciales del año 2006. En esa ocasión me manifestó que “si se hubiese permitido que el Presidente Bosch concluyera su período de gobierno, el destino de la República Dominicana y tal vez el de otros países de América Latina, hubiese sido otro, pues él gobernó con honestidad, transparencia y justicia social, enfrentando la corrupción del momento, y eso es lo que quiero hacer en mi país algún día”.

Ojalá que al Presidente López Obrador se le permita gobernar libremente, sin ataduras ni obstáculos, para que pueda aplicar su programa de gobierno e iniciar las transformaciones políticas, económicas y sociales que requiere ese hermano país, tal como lo soñó el ex Presidente Juan Bosch.

La República Dominicana mantiene muy buenas relaciones diplomáticas y comerciales con México desde hace muchos años, pues es uno de nuestros principales socios inversionistas.