He tenido la oportunidad de visitar y conocer en días pasados, en mi visita a la ciudad española de León, la Fundación Vela Zanetti, el famoso muralista castellano que permaneció por más de dos décadas en nuestro país dejando muestras de su buen hacer con el pincel en San Cristóbal, Santiago de los Caballeros, Santo Domingo, Barahona e Higüey.
Aunque nació en un pueblecito de la provincia de Burgos, a Vela Zanetti los leoneses le consideran hijo y patrimonio suyo. Esta fundación, desde la que se promueve a los pintores locales brindándoles la oportunidad de exponer sus obras en sus dependencias, pretende dar a conocer y preservar la memoria de este muralista español, fallecido en 1999 que, realizó buena parte de su vida artística la vivió en nuestro país y a quien nosotros tenemos olvidado.
Vela Zanetti fue de los muchos españoles que decidió tomar el camino del exilio tras la guerra civil española en 1939. Santo Domningo fue su nuevo hogar por casi dos décadas. En este tiempo que permaneció en nuestro país enriqueció el patrimonio artístico de nuestra nación con más de cien murales. Fue también director y fundador de la Escuela Nacional de Bellas Artes.
Durante su estancia en la República Dominicana, Vela Zanetti realizó obras en diferentes ciudades, resaltando los murales del monumento de Santiago, del Palacio de Justicia, de Santo Domingo, del Banco Central, de la Biblioteca Nacional, el teatro de Barahona. También Vela Zanetti puso color a algunos momentos religiosos como la Basílica de Higüey, de cuya obra se muestra un boceto en la sala de exposiciones de su Fundación en León.
Pero sin duda, es en San Cristóbal donde Vela Zanetti ha dejado la mayor muestra de su arte en República Dominicana. Trujillo contrató al artista para pintar los murales del templo en el que proyectaba poner en descanso eterno a sus restos cuando muriera, deseo que, como ya todos los dominicanos saben, tan solo se le dio por escasos semanas.
Estos magníficos murales en los que se recogen los principales momentos de la vida de Jesús de Nazaret desde su nacimiento hasta la resurrección, han convertido este templo en "la Capilla Sixtina del Caribe", como algunos la llaman.
Fueron precisamente estos murales, que hoy, por cierto se encuentran en franco deterioro por las filtraciones que tiene el edificio, los que le permitieron ganar en 1953 el concurso para pintar en la sede de las naciones Unidas el mural "La ruta de la Libertad, también conocido como La lucha del hombre por la paz, que fue un regalo de la República Dominicana a esta organización internacional. Es un mural de enormes dimensiones en el que Vela Zanetti deja muestras de la influencia del muralismo mexicano.
Las obras del pintor que se exponen en las salas de su Fundación en León muestran el profundo respeto y admiración del pintor por el hombre de campo castellano. Muchos lo llaman, de hecho, el pintor de los campesinos. Quienes hayan visitado el Castillo del Cerro, en San Cristóbal, habrán podido constatar esta admiración del pintor castellano por las sencillas gentes que trabajan la tierra. "Yo miro y luego pinto" decía este maestro del realismo expresionista. Tal vez por ello, los rostros de los dominicanos pintados en los murales de este Castillo del Cerro recogen la tristeza y el sufrimiento por una vida sin libertad en aquellos años de la dictadura trujillista.
"Soy, escribió Vela Zanetti dos años antes de morir, de donde fui, de donde se me dejó ser feliz y pintar. Por eso, soy de León, de Burgos, de la República Dominicana, de Nueva York, de México, de Florencia… Sí, soy de donde fui, de donde se me dejó ser feliz y pintar".
Hizo nuestra tierra su patria porque aquí pintó. Nosotros lo tenemos en el olvido.