José Enrique Sued Sem fue un hombre de trato afable en su vida privada, pero de carácter enérgico en el ámbito político.
Recuerdo una asamblea de delegados comunitarios del Presupuesto Participativo Municipal presidida por Sued. El salón Juan Pablo Duarte del Ayuntamiento de Santiago, donde se desarrolló el evento, estaba lleno de bote en bote. Había más de trescientas personas, entre dirigentes sociales y funcionarios municipales.
Allí, sentadas en primera fila, había tres señoras vestidas con pulovers rojos, bufandas coloridas, zapatos de tacos agudos y con unos moños muy altos, que le exigían al alcalde la construcción del techo de su iglesia. Las encopetadas eran insistentes en su reclamo hasta llegar a un tono amenazante.
José Enrique tomó el micrófono y preguntó a las católicas protestantes: ¿Señoras, son ustedes delegadas?
– Sí –, respondieron, al tiempo que se ponían de pies.
–¿Y cuáles son las prioridades que acordó su comunidad en las asambleas consultivas? –, continuó Sued.
Las señoras leyeron las cinco prioridades más votadas. El techo de la iglesia no figuraba. Pero de pronto se dieron cuenta de la falta:
– Lo del techo de la iglesia no está, pero Dios está primero.
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José Enrique Sued Sem fue figura pública desde que era un mozalbete. En 1969 ingresó al Partido Reformista. Desde entonces, su liderazgo político, de corte conservador, fue creciendo con el tiempo. Enrumbado por el mundo municipal, ocupó el cargo de asistente del secretario general de la Liga Municipal Dominicana.
Sued tenía apenas veintitrés años cuando inicio su carrera de municipalista. Para entonces fue designado, en 1971, primer director (Síndico) del distrito municipal de Licey Al Medio, Santiago. Pasó a ser Diputado electo en 1974 y en el período 1986-1990, fue regidor y presidente del Concejo de Regidores del Honorable Ayuntamiento de Santiago.
Ocupó por primera vez el cargo de alcalde de la Ciudad Corazón en el cuatrienio 1994-1998. Concentró su gestión en la construcción de pequeñas soluciones, orientadas en las necesidades más sentidas de las comunidades pobres del municipio. Creía que las obras sencillas, modestas y prácticas llevan la intervención del Ayuntamiento a un mayor número de comunidades. Las obras de importancia mayor, en cambio, prefirió gestionarlas con el gobierno central, y que éste las ejecutara.
Esa estrategia política de gestión cercana a las comunidades pobres le facilitó el éxito político. Por eso logró volver como síndico en el 2002. Las obras que dejó inconclusas en el 98, las retomó y las terminó.
En 2006 se reeligió con el 63.26% de los votos válidos. La aplastante victoria convirtió a José Enrique en el único que ha ocupado el cargo de alcalde en el municipio de Santiago de los Caballeros por tres períodos. En su dilatada gestión dejó su impronta en cada una de las comunidades santiagueras existentes en la época.
Paralelo al discurrir municipal, José Enrique construyó, dentro de su partido PRSC, un liderazgo político de carácter nacional. El país político le debe el inicio de la organización municipal en asociaciones municipalistas, porque fue Fundador de la Federación Nacional de Síndicos (FENASIN). La desaparición de FENASIN dio paso a la conformación de la Federación Dominicana de Municipios (FEDOMU). En 1996 presidió la Asociación de Síndicos del Cibao, afiliada a FEDOMU.
Ser promotor de la participación de los munícipes, al través del Presupuesto Participativo Municipal, revelan el respeto que le tenía a las decisiones de las comunidades. Siendo un político conservador, esa dinámica de vincularse a los sectores sociales empobrecidos, lo convirtió en un hombre de un liderazgo atípico.
Luego de la muerte del Dr. Joaquín Balaguer, José Enrique se convirtió en el principal líder del PRSC, pues era quien tenía más arraigo popular, el que arrastraba más votos colorados. Resulta contradictorio que siendo él la principal figura política del partido no lograra el crossover, es decir, que no lograra un lugar prominente en el escenario político nacional, sino que se quedó reducido al entorno regional.
En esa situación estaba cuando Amable Aristy Castro lo llevó como compañero de boleta en las elecciones de 2008. Si la mutual hubiera sido al revés, José Enrique candidato a presidente y Amable Aristy a vicepresidente, su partido hubiese jugado un mejor papel en aquella contienda.
Con todo, a Sued se le cuestiona su incapacidad para garantizar la formación política de jóvenes de relevo que pudieran dar continuidad a su gestión y visión política. Aquella de darle participación y respuesta a las necesidades urgentes de la ciudad, poniendo énfasis en las barriadas.
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Por eso cuando las presumidas damas cambiaron las prioridades de la comunidad que representaban, alegando la primacía de Dios por sobre todas las cosas, él le contestó:
— Sí, señoras, las cosas de Dios siempre están primero. Por eso tienen que reunir de nuevo a la comunidad para que sea ella la que ponga a Dios delante.
José Enrique Sued Sem falleció la madrugada del viernes 19 pasado. El Concejo de Regidores declaró tres días de duelo municipal. La ciudad que lo vio nacer el 16 de diciembre de 1948, le ofreció el regazo eterno en el Cementerio El Ingenio. No se casó ni dejó descendencia.