Hay ciertas personas, poco usuales encontrarlas pero las hay, que inspiran una bondad atávica o una minusvalidez para la maldad. Sanjinés es de tipo de personas o cuando menos brinda la sensación que se tiene frente a un árbol enorme y terriblemente afable. Su obra, aunque siempre violenta por obligación, trasmite el estremecimiento de la tierra al quejarse, una congoja sin agresión pero conmovedora hasta el tuétano: “no es solo denunciar, lo complicado no es la denuncia, lo complicado es conmover, emocionar…”

Jorge Sanjinés director y guionista boliviano; miembro fundador y director del Grupo cinematográfico Ukamau: “El trabajo que ha hecho el grupo Ukamau, el de construir una cinematografía con la mirada volcada hacia el mundo indígena, consideramos que fue un trabajo que se enmarca dentro de una estrategia política. Todo el cine del grupo Ukamau se caracteriza por ser un cine político, un cine que intenta participar del proceso de liberación del pueblo boliviano. En ese sentido, después de muchas experiencias, nos dimos cuenta de la necesidad de construir una narrativa propia.”

“lo único que un hombre no puede cambiar es su pasión” recuerdo que decía en algún punto El Secreto de sus Ojos, así la pasión Sanjinés es sin duda alguna el arte, el cine como grito. “de la cárcel en algún momento vamos a salir, pero de la frustración de no hacer la película no vamos a salir nunca” es el mantra de su voz o el continente de significante que nos invade pero uno siente como se le encabrita algo en el pecho al oírlo.

“La narrativa oral indígena se aniquila la intriga para… para que el espectador pueda volcarse en lo realmente importante” este como muchos otros conceptos heredados se encarna en la obra de este maestro y director, será en parte por eso que se le da con tanta facilidad el género documental.

“Como latinoamericanos tenemos que cuestionar ese lenguaje heredado de los individualistas” y tan fiel es que en su accionar cinematográfico rehúye (salvo que no sea por movimiento natural) del primer plano porque no es necesario un protagonista, sino que es más bien el propio pueblo el protagonista (como en El Coraje del Pueblo”). Detalles así de imperceptibles hacen el buen cine, pero es tan absurdo nuestro amigo que cuando se le felicita prefiere recordarnos (como bien lo hizo Orson wells) al director de fotografía, a los que musicalizaron la obra y a todo ese ejercito invisible.