[De sobra es conocida la pasión de Borges por “Las mil y una noches”, un libro que consideraba suma de libros “laberinto de laberintos, novela circular” y tentativamente infinita como “El libro de arena” que escribiera el propio Borges. “Dicen los árabes que nadie puede / Leer hasta el fin el Libro de las Noches. / Las Noches son el Tiempo, el que no duerme.”
Borges afirma que “Decir mil noches es decir infinitas noches, las muchas noches, las innumerables noches. Decir ‘mil y una noches’ es agregar una al infinito. Recordemos una curiosa expresión inglesa. A veces, en vez de decir ‘para siempre’, for ever, se dice for ever and a day, ‘para siempre y un día’. Se agrega un día a la palabra ‘siempre’. Lo cual recuerda el epigrama de Heine a una mujer: ‘Te amaré eternamente y aún después’”.
Hay en este libro, dice Borges, sueños que están dentro de sueños y producen una sensación de vértigo, cuentos que están dentro de cuentos. Es un poco como sucede en “El Quijote”, como en “Alicia en el país de las maravillas”, como en “El decamerón, como en las aventuras de Ulises “salvo que Ulises se llama Simbad el Marino”.
Los elogios que prodigó a ese libro mágico en conferencias y escritos magistrales también los dijo en versos, los condensó en un poema deslumbrante titulado “Metáfora de las mil y una noches” que traduce y recrea con 561 palabras de precisión la esencia de una obra inagotable que forma parte de la memoria histórica de la humanidad.
Borges, paradójicamente, como recuerda Arturo Pérez-Reverte en un travieso articulo (“Sobre Borges y sobre gilipollas”) nunca ocultó “su manifiesto, público y casi constante desprecio a la lengua falta de recursos en la que, según afirmaba, no había tenido otro remedio que resignarse a escribir” y que después de haber leído “El Quijote” en inglés, “en castellano le pareció ‘una mala traducción’”.
Pero Borges sabía decir las cosas. El “viejo genial y malvado” (como lo llama cariñosamente el mismo Pérez-Reverte), incluso en esa lengua desaliñada y bárbara, Sabía decir las cosas. PCS]
Metáfora de las Mil y Una Noches
por Jorge Luis Borges
La primera metáfora es el río. / Las grandes aguas. El cristal viviente / Que guarda esas queridas maravillas / Que fueron del Islam y que son tuyas / Y mías hoy. El todopoderoso / Talismán que también es un esclavo; / El genio confinado en la vasija / De cobre por el sello salomónico; / El juramento de aquel rey que entrega / Su reina de una noche a la justicia / De la espada, la luna, que está sola; / Las manos que se lavan con ceniza; / Los viajes de Simbad, ese Odiseo / Urgido por la sed de su aventura, / No castigado por un dios; la lámpara; / Los símbolos que anuncian a Rodrigo / La conquista de España por los árabes; /El simio que revela que es un hombre, / Jugando al ajedrez; el rey leproso; / Las altas caravanas; la montaña / De piedra imán que hace estallar la nave; / El jeque y la gacela; un orbe fluido / De formas que varían como nubes, / Sujetas al arbitrio del Destino / O del Azar, que son la misma cosa: / El mendigo que puede ser un ángel / Y la caverna que se llama Sésamo. / La segunda metáfora es la trama / De un tapiz, que propone a la mirada / Un caos de colores y de líneas / Irresponsables, un azar y un vértigo, / Pero un orden secreto lo gobierna. / Como aquel otro sueño, el Universo, / El Libro de las Noches está hecho / De cifras tutelares y de hábitos: / Los siete hermanos y los siete viajes, / Los tres cadíes y los tres deseos / De quien miró la Noche de las Noches, / La negra cabellera enamorada / En que el amante ve tres noches juntas, / Los tres visires y los tres castigos, /Y encima de las otras la primera / Y última cifra del Señor; el Uno. / La tercera metáfora es un sueño / Agarenos y persas lo soñaron / En los portales del velado Oriente / O en vergeles que ahora son del polvo / Y seguirán soñándolo los hombres / Hasta el último fin de su jornada. / Como en la paradoja del eleata, / El sueño se disgrega en otro sueño / Y ése en otro y en otros, que entretejen / Ociosos un ocioso laberinto. / En el libro está el Libro. Sin saberlo, / La reina cuenta al rey la ya olvidada / Historia de los dos. Arrebatados / Por el tumulto de anteriores magias, / No saben quiénes son. Siguen soñando. / La cuarta es la metáfora de un mapa / De esa región indefinida, el Tiempo, / De cuanto miden las graduales sombras / Y el perpetuo desgaste de los mármoles / Y los pasos de las generaciones. / Todo. La voz y el eco, lo que miran / Las dos opuestas caras del Bifronte, / Mundos de plata y mundos de oro rojo / Y la larga vigilia de los astros. / Dicen los árabes que nadie puede / Leer hasta el fin el Libro de las Noches. / Las Noches son el Tiempo, el que no duerme. / Sigue leyendo mientras muere el día / Y Shahrazad te contará tu historia.