De nuevo se acerca la Navidad y el fin de año: tiempo e balance y recuento, tiempo de fortalecer los lazos de cariño y amistad y de renovar la esperanza.

Como cada año, quiero compartir con ustedes lo vivido en el 2016 y la esperanza hacia el nuevo año.

Este año se cierra para mí un ciclo en el que he estado en la Conferencia de Provinciales Jesuitas de América Latina (CPAL) y regreso a Cuba. He tenido el privilegio de haber podido ser testigo de la misión de mis compañeros jesuitas y otros muchos hombres y mujeres en toda América Latina y que ha terminado con la elección del primer Superior General de los Jesuitas latinoamericano, el venezolano Arturo Sosa, SJ.

En este tiempo de Adviento leemos en la liturgia un texto del Evangelio que ha resonado especialmente en mí. A los discípulos de Juan Bautista, que por encargo de él le vienen a preguntar a Jesús si es Él a quien esperan, les contesta: Cuéntenle a Juan lo que han visto: los ciegos ven, los cojos andan, a los pobres se les anuncia la buena noticia. Cuentan de San Francisco de Asís que un día invitó a un compañero a salir a predicar, y caminaron por todo el pueblo y regresaron al convento. El compañero le preguntó: Pero, ¿no íbamos a predicar? A lo que San Francisco respondió: ¿Y qué hemos estado haciendo? Quizá por eso el Papa quiso tomar su nombre. Porque estima hablar con signos de vida más que con palabras, como Jesús. Y a mí estos años muchos compañeros me han hablado con su trabajo y dedicación.

Siento que tiene la Iglesia, y la Compañía de Jesús como parte de ella, dos elementos muy importantes para aportar en la construcción de un mundo mejor: el mensaje del Evangelio, que es un mensaje de fraternidad, de justicia, de paz, de amor, como el Papa Francisco ha sabido expresar en sus dos cartas la Alegría del Evangelio y Laudato Sí; y una red mundial de personas y obras que llegan a los últimos rincones y permiten expandir ese mensaje en palabras y en obras.

Por eso es una responsabilidad muy grande cuando la Iglesia se distrae de lo central del mensaje y se entretiene en cosas secundarias, en luchas de poder, en ambiciones personales, o cuando desperdicia la red que tiene en minucias sin importancia o no la pone al servicio de la humanidad, sobre todo de los más pobres, como le enseñó Jesús.

En la CPAL he tenido la oportunidad de colaborar para activar la red de los jesuitas de escuelas y universidades, parroquias y centros de formación, de investigación y comunicación, en el servicio de la inclusión de los excluidos, de la formación y empoderamiento de la juventud, del diálogo intercultural e interreligioso y de la solidaridad latinoamericana.

He visto nacer y crecer el Proyecto panamazónico para defensa del pulmón del mundo frente al desastre ecológico y de las poblaciones que lo han habitado y protegido por siglos; el Proyecto Caribe, en busca de la unidad en la diversidad del más multicultural archipiélago; la colaboración intersectorial entre Universidades y centros de promoción social, entre pueblos indígenas y centros de investigación, entre grupos privilegiados y los más marginados, entre jesuitas y un laicado comprometido con la justicia; la acogida a migrantes y el creciente compromiso de instituciones y personas por lograr en América Latina una educación de calidad parta todos y todas.

Hace poco me regalaron un texto que contaba la historia de un niño pobre, sin zapatos, que le contaba a una señora que se le acercó que él y su mamá le estaban pidiendo a Dios que los ayudara. La señora conmovida le regaló un par de zapatos, y el niño, al despedirse, le preguntó: ¿Es usted la esposa de Dios? Tengo que confesar que estos años me encontrado con muchos hijos e hijas de Dios con una mirada clara y transparente para entender la realidad y un corazón generoso para consagrarse a transformarla.

Por eso quiero darle gracias a todos ustedes, que me han ayudado a entender mejor la Navidad y quiero animarlos a seguir dejándonos inspirar por Jesús, y a conectarnos en redes para que el bien se multiplique y se haga más universal.

Un abrazo y FELIZ NAVIDAD Y AÑO NUEVO,