Generalmente, el merengue relata, de manera llana, las más diversas situaciones de la vida cotidiana de los sectores populares: pícara, jocosas, sociopolíticas, festivas, de aflicción. En ese sentido también se nutre de la tradición patriótica, pues desde la fundación de la República la música jugó un papel importante. Por ejemplo, Gabino Puello, músico y patriota, recorría el Sur del país durante la ocupación haitiana promoviendo la idea de la separación. Luego, a mediados de la década de los años 70 del siglo XIX hubo merengues populares que eran una especie de crónicas de acontecimientos revolucionarios y de la vida política de la nación como reseña Rodríguez Demorizi (1).

Asimismo, Flérida de Nolasco (2) dice que “Durante la guerra de la restauración de la República (1860-1863) se compusieron varios cantos bélicos, de fervoroso patriotismo, verdaderos himnos a la libertad”. Más adelante agrega: “En cuanto a la música anónima, autóctona, el periodo abundó en coplas cantadas con aires de merengue y mangulina para celebrar la retirada de los españoles:

Muchachos, bailemos

Que España se va

Con su clarinete…

Y no volverá”.

Agrega De Nolasco que también se cantó para lamentar la salida de los españoles como resultado de la confrontación armada. Y es que el canto, como discurso, proyecta las distintas visiones que del mundo tenemos:

“Se fueron los españoles…

¡Cosa buena nunca dura!

Y quedaron los azuanos

Registrando la basura”.

Igualmente, el merengue también sirvió para expresar el descontento ante la ocupación norteamericana entre 1916-1924. Al respecto, José Guerrero dice que “Diversos músicos compusieron piezas en contra de la primera intervención norteamericana y el maestro Julio Arzeno, quien publica el primer libro sobre música folklórica en Santo Domingo, llegó a ser encarcelado” (3). Luego, durante la primera campaña política de Rafael L. Trujillo, conocedor de la idiosincrasia de buena parte de la población, se utilizó el merengue como reclamo electoral. Durante la tiranía, 1930-1961, la música nacional debía oscilar entre el erotismo y la alabanza política afirma José Luis Sáez (4). Una antología de música de loas al dictador recoge 300 merengues “dedicados a su obra, su familia, su gobierno, su persona,” recoge Luis Manuel Brito (5).

Cuco Valoy

Después de la Revolución de 1965, entre 1966 y 1974 más de 3,000 personas perdieron la vida en actos de violencia precisa Alejandro Paulino (6). El merengue fue soporte de textos que cuestionaban la situación de represión vivida. En fin, durante el siglo XX la lista de canciones en este ritmo es larga. Una muestra son las siguientes, grabadas por artistas con gran difusión: Llena el morrito, Emilio A. Morel; La Tetera, Luis Kalaff; Siña Juanica, La Miseria, Félix López Kemp; En qué parará, orquesta de Rafael Solano; Cualquiera va, orquesta de Félix del Rosario; No me empuje, Tira pulla, tira pulla, Cuco Valoy, quien ya durante la invasión norteamericana de 1965 había grabado Páginas gloriosas a ritmo de son; La política, Los Kenton; La tuerca, Fernando Villalona, Luis Kalaff; La ley del embudo, orquesta de Luis Ovalles; Chepe, El Gran Comprés. Un fragmento de Llena el morrito, escrito y difundido a mediados de los años 20, en el cual se evidencia las malas prácticas en la gestión de gobierno como el clientelismo, la corrupción y tomar la vida fácil.

La política se ha puesto

que es una calamidad;

el que quiere un empleíto

se tiene que arrodillar.

La vergüenza se ha perdido,

nadie quiere trabajar,

sino vivir de la teta

de la vaca nacional”.

Las tres figuras predominantes del merengue después del derrocamiento de la dictadura en 1961, han sido los más constantes con su canto ante la situación política y social del país. Johnny Ventura, Wilfrido Vargas y Juan Luis Guerra muestran una amplia producción que en ocasiones el contenido de sus letras ha sido opacado por el contagioso ritmo bailable, rasgo esencial en el Caribe.

Johnny Ventura y su combo show

En el caso de Johnny Ventura, quien ha impactado con su música durante seis décadas, sobre todo, en dos de las más convulsa del siglo XX en la República Dominicana, los años 60 y 70, y quien ha sabido mantener su principalía en el escenario musical, grabó una serie de temas, no todos de su autoría, de carácter sociopolíticos. Entre ellos: El Tabaco es fuerte, lanzado en el contexto dominado por el gobierno represivo de los años 70; Mamá Tingó, en el mismo contexto, tema en honor a una mártir campesina de la lucha por la tierra; El carbonero, en el que se describe las penurias de ese vendedor que marcó las mañanas de los centros urbanos en épocas pasadas; Petróleo, grabado ante la crisis generada en América Latina por los altos precios del hidrocarburo; Vengo con un pique, en el que describe la miseria reinante en los bateyes, La proclama, una especie de burla a la perorata de los candidatos y sus retahíla de promesas en los torneos electorales. Johnny, quien ha sido diputado y alcalde expresó el sentir popular con su canto. Veamos el texto de la siguiente canción escrita por Yaqui Núñez del Risco. En ella se proclama el derecho a la tierra para los campesinos y se invita a seguir el ejemplo de defensa de ese derecho como lo hizo esta mujer del campo: ¡Que viva Mamá Tingó!

Avísenle a la comadre
que murió Mamá Tingó
y que el pueblo está diciendo
que viva Mamá Tingó

Han matado a Mamá Tingó
defendiendo su propiedad
Han matado a Mamá Tingó
defendiendo su propiedad
que nadie descanse en paz
que viva Mamá Tingó”.

Wilfrido Vargas es un merenguero que irrumpió durante los años 70 revolucionando este ritmo. Desde sus inicios grabó temas de contenido sociopolíticos. Una muestra de lo dicho son los siguientes: Eso ya viene por ahí, en la que se alude a mantener la esperanza del cambio social que está cada vez más cerca; Mi campesino, narra las penurias de la vida campesina y los engaños que ha sufrido esta gente; El candidato, como en el merengue de Johnny Ventura La proclama o en El discurso, grabado junto a Freddy Beras Goico, se critica la demagogia de los candidatos en una democracia que solo beneficia a unos pocos; El comandante, a ritmo de salsa, exalta la figura de Francisco Alberto Caamaño, líder de la Revolución de 1965 y guerrillero en 1973, cuando fue ejecutado; A Orlando, en honor al periodista asesinado por cuestionar al régimen represivo a mediados de los años 70 desde su militancia de izquierda; La yola, narra el drama de la emigración de gente empobrecida en frágiles embarcaciones con destino a Puerto Rico, en busca de una mejor vida; El funcionario, en esta canción se pone en evidencia el desfalco de los fondos públicos por parte del funcionariado y también nepotismo como vicio del ejercicio del poder para beneficio particular:

“Había una vez un funcionario 

Wilfrido Vargas


El presidente lo nombró de Secretario
De Secretario en una empresa del Estado
Ya su tarea hábilmente ha comenzado
Llegaban 4, 5, 6, 7 problemas


Y el Secretario resolviendo esos problemas  
Pero de pronto pensó en el poco tiempo 
que le quedaba como Secretario 
Y su propio problema nadie lo sabía 
(coro: tenía más líos que Anthony Ríos) 
Y comenzó coge aquí, coge allá, coge allá, coge aquí,

coge aquí, coge allá”. 

Juan Luis Guerra ha sido, sin dudas, el más constante en la denuncia social en las últimas décadas, y lo ha hecho a ritmo de merengue, rock, salsa y son. También desde sus inicios su producción ha estado marcada por temas que cuestionan el ejercicio del poder y las condiciones de vida de la mayoría de la gente. Poe ejemplo: Visa para un sueño, donde con  aliento poético narra las vicisitudes de los que ven como opción de mejoría de vida emigrar hacia Estados Unidos o algún país europeo; Ojalá que llueva café, con este tema se pone en el tapete el abandono del campo por parte de los gobiernos y el deseo de que cambie para bien las condiciones de producción y mejore la vida en el ámbito rural; Si saliera petróleo, (a ritmo de salsa, expresa la situación de pobreza del país); El costo de la vida, denuncia la situación de inflación, desempleo, corrupción, indiferencia de los gobiernos, en definitiva, la ineficacia de la autoridades para resolver problemas; El Niágara en bicicleta, cuenta el abandono y la precariedad de los servicios públicos, en especial el de salud, la indefensión de la ciudadanía y la corrupción; Los mangos bajitos, actualización de una décima de Juan Antonio Alix para cuestionar la vida fácil sin trabajar; (La calle, a ritmo de rock, con Juanes); La guagua (son fusionado) en el que retoma el tema de la demagogia de los políticos gobernantes, al no ver la vida buena, el desarrollo prometido.

Ahora bien, el siguiente tema expresa la decepción y el hastío ante el reiterado engaño y burla de los políticos que después de llegar al poder, no son coherentes con sus propuestas de campaña. Entonces, surge la idea de dejarlo todo: “Apaga y vámonos”, porque no hay salida, la fe puede alimentar la esperanza. Es uno de los temas más contundentes de Juan Luis:

“Ay, ay, cariño, 

Juan Luis Guerra


La cosa que yo estoy viendo cómo la explico.
Ay, ay, cariño,
Apaga y vámonos que es lo mismo.
Ay, ay, cariño,
¿Qué hacemos con la sordera y con el cinismo?
Ay, ay, cariño
Apaga y vámonos que es lo mismo. 

Y más adelante remata el cantautor:

¡Lo mismo otra vez!
La misma promesa, el mismo CD.
La misma mentira y el mismo café.
El mismo discurso y el mismo cliché.
La historia recicla, nos queda la fe.
Apaga y vámonos
Que yo no sé,
Los hombres buenos dónde se ven”. 

En un ritmo como el merengue, contagioso y bailable, se relativiza la denuncia social y política. Sin embargo, por la popularidad, calidad y persistencia de Johnny, Wilfrido y Juan Luis su música ha sido de gran impacto. Ellos han sido constantes en la denuncia y el reclamo ante las injusticias. Por lo tanto, merecen nuestro reconocimiento junto a los autores que les proporcionaron algunos temas.

Notas:

  1. Rodríguez Demorizi, Emilio, 1971: Música y baile en Santo Domingo. Colección Pensamiento Dominicano, Librería Hispaniola, Editores; Santo Domingo.
  2. De Nolasco, Flérida, 1982: Vibraciones en el tiempo. Días de la colonia. Sociedad Dominicana de Bibliófilo, Inc. Editora Corripio, Santo Domingo.
  3. Guerrero, José G.: Boletín del Museo del Hombre Dominicano. Año XXVII. Núm. 28 – 2000. Santo Domingo.
  4. Sáez, José Luis, S.J., 1997: Apuntes para la historia de la cultura dominicana. Centro de Estudios Sociales Padre Juan Montalvo, S.J., Santo Domingo.
  5. Brito Ureña, Luis Manuel, 1997: El merengue y la realidad existencial de los dominicanos. Bachata y Nueva Canción. Unigraf, Santo Domingo.
  6. Paulino Ramos, Alejandro, 2014: Los 12 años y los siete días, en Memoria de la cayena. A cuarenta años de 7 días con el pueblo. Editora Nacional. Ministerio de Cultura, Santo Domingo.