Con el fallecimiento de Johnny Ventura, conocido cariñosa y popularmente como "El Caballo Mayor", los dominicanos perdemos al más alto exponente de la música popular; pero también se pierde, triste y lamentablemente, al mayor símbolo de la alegría que él mismo como persona y artista carismático producía -de las más variadas formas- en los escenarios públicos y privados con su conducta de buen ciudadano.

Aunque Johnny Ventura militó en la política partidaria, los ciudadanos no lo concebimos en nuestro imaginario popular como miembro de una parcela partidaria. Todo lo contrario, su particular perfil de hombre universal trasciende los estrechos círculos de los partidos.

Cualquier esfuerzo para encerrarlo en el pequeño y limitado círculo instrumentalizador de un determinado partido político, sería error. "Él era un verdadero demócrata y, como tal, dejará todo espacio que limite su vuelo y se alzará sobre las alturas del universo, ganado por más de medio siglo con su talento artístico y hombre absolutamente cívico, humano y comprometido con las causas justas de su pueblo y del mundo…

La partida de Johnny ha impactado sobre los países de todos los continentes; cuando los ciudadanos de nuestras hermanas naciones se informaron de la noticia de su fallecimiento, no solo escribían mensajes por todos los medios, sino que buscaban su música para despedirlo envuelto en la propia actividad que con misteriosa magia desarrolló por más de sesenta años. La despedida que le hizo su pueblo es fiel muestra de su estatura y liderazgo.

Hace un mes visité una librería de la ciudad y, entre anaqueles, vi un libro autobiográfico de la autoría de nuestro Johnny Ventura. Por supuesto, lo adquirí. Se titula: Johnny Ventura: un poco de mí. Tiene un emotivo, precioso y sustancioso prólogo escrito por Huchi Lora. Esperamos que algunas instituciones públicas y privadas puedan reeditarlo con fines puramente académicos y culturales. Sin instrumentalización política de la figura de nuestro autor, que hoy se marcha de este mundo. Cito un fragmento de dicho prólogo:

"Cualquier muchacho descalzo de cualquier barrio pobre de Santo Domingo, temprano trabajador sin niñez que todavía tenga la capacidad de soñar con llegar algún día a viajar por el mundo bajo las aclamaciones de sus admiradores y disfrutar del afecto y la consideración de sus conciudadanos, hace bien en leer este libro, porque estas páginas cuentan la historia de un "tiguerito", como él, que no se dejó aplastar por su dura realidad, que se sobrepuso a todos los escollos y que no sólo logró el éxito y fama, sino además algo mucho más difícil: mantenerlos durante décadas". (Huchi Lora).

Independientemente de que cuando leí el libro la intención era comentarlo en un artículo en este espacio, por las circunstancias que envuelven la partida de su autor, me limitaré a plasmar un breve texto de su autor acerca de su visión de futuro que siempre tuvo y le sirvió como guía para sus éxitos:

"Desde muy joven tanto mi pensamiento como mi filosofía de vida han estado enfocados en el futuro, hacia el porvenir, porque siendo muy pequeño aprendí que es un grave error mantenerse aferrado al pasado. El pasado, pasado está y quien se queda enclavado en él, por consecuencia lógica, sufre los efectos que nacen de la incertidumbre por falta de una correcta planificación del futuro. Por ello, cuando miro o pienso en el pasado lo hago con el único objetivo de revisar los errores cometidos y confirmar mi propósito de no repetirlos". (Johnny Ventura).