A las once y cincuenta minutos de la mañana del 22 de agosto de 1981, un grupo de jóvenes vestidos de cadetes, tomó por asalto el edificio donde habitualmente sesionaba el Congreso de Nicaragua. El grupo estaba comandado por Hugo Torres, 30 años de edad,designado como Comandante Uno; Dora María Téllez, de 22 años, Comandante Dos y Edén Pastora, 42 años, Comandante Cero. El comando completo lo constituían 26 muchachos que, excluyendo a Pastora, no excedían, en edad, el promedio de 20 años.
El asalto fue efectivo y “los chanchos”, como solía llamar Pastora a los legisladores en alusión a los cerdos, permanecieron casi tres días como rehenes de los sandinistas hasta que el gobierno dictatorial de Somoza se vio obligado a negociar y disponer un avión para trasladar a los guerrilleros urbanos junto a un grupo de presos políticos a ciudad Panamá.
La historia toma interés a propósito de que un grupo de activistas políticos y sociales dirigidos por un viejo merenguero, se apostó frente al edificio del Congreso Nacional a protestar por lo que se ha considerado un atropello a la Constitución: su reforma mediante el insano mecanismo del soborno lo que nunca como ahora había sido admitido públicamente por sus promotores.
La explicación para reprimir la presencia de los activistas frente al Congreso fue que “tenemos informes de que se tomaria el edificio del Congreso”. Después de esas declaraciones vi al Jeffrey y a Ventura quejándose de que les habían desmantelado la tarima donde pensaban amenizar el encuentro para el cual tenían permiso. Los muchachos de Nicaragua nunca pidieron permiso para ocupar la casa de “los chanchos”ni estuvieron dirigidos por un “caballo viejo y cansado” ni portaban instrumentos musicales.
Hay explicaciones sobre ciertos hechos, que si los responsables se las economizan salen ganando.