Después de Francia guillotinar las instituciones del “antiguo régimen” el Directorio gobernante, de 5 miembros, reconociendo el prestigio y la ambición de Bonaparte  aprobó la “Campaña de Egipto” para establecer  un dominio colonial con potencial expansión a la India, ocupada por Gran Bretaña, ya debilitada por la independencia de Estados Unidos. El General Bonaparte, de 29 años, partió en mayo 1789, con 40,000 hombres, 50 navíos de guerra, 280 barcos para transportar tropas, 1,000 cañones y 700 caballos. Todo se planeó secretamente. Bonaparte, civilizador bélico,  seleccionó los 167 más preclaros matemáticos, astrónomos, químicos, dibujantes, naturalistas, arquitectos y literatos de Francia como parte de la “Expedición de Egipto”, incluyendo a Fourier que desempeñaría  un rol histórico, más allá de las series matemáticas que llevan su nombre. Cuando zarparon, pocos sabían cuál era su destino.

Bonaparte dominó la isla de Malta y continuó   sometiendo fácilmente a Alejandría. Avanzó hacia el Cairo y venció a 40,000 guerreros mamelucos, arengando sus tropas en la “Batalla de las Pirámides”: “¡Soldados! ¡Desde lo alto de esas pirámides cuarenta siglos os contemplan”. Luego sufrió  derrotas tortuosas. Bonaparte abandonó Egipto en 1799 y regresó a Francia presentándose falsamente como triunfador. Dejó atrás miles de soldados  que se rindieron  en 1801 a los británicos entregándoles la “Piedra Rosetta”, encontrada fortuitamente cavando trincheras en 1799 y que sirvió para descifrar los  jeroglíficos. Después de regresar de Egipto  Fourier conoció en 1802, en una escuela, a Jean-Francois Champollion que tenía 12 años y, al considerarlo un prodigio, le mostró su colección de piezas arqueológicas y lo apoyó para convertirse en el primer egiptólogo,  que descifró  los jeroglíficos en  1822, o sea 23 años después de la “Expedición de Egipto”.

En otro contexto, el triunfo en la Segunda Guerra Mundial se debió, en gran parte, a que los Aliados descifraron el código de la “Máquina Enigma” usada por los alemanes. En tiempos de paz, el polaco Marian Rejesuski logró decodificar en 1932 una versión  original del “Código Enigma” y progresó con datos provistos por los franceses. Sabiendo que Hitler podía  invadir Polonia, los polacos compartieron sus investigaciones con Francia y Gran Bretaña  en 1939. En la mansión Bletchey Park, fuera de Londres, científicos  encabezados por Alan Turing descifraron  la versión más sofisticada del Código Enigma, que  Alemania usaba para comunicar sus tácticas y  planes bélicos, creyendo que eran datos inviolables. Desde el principio Churchill reconoció la importancia de este asunto, estimuló su investigación  y todos los informes se entregaron a él, en una caja cuya llave la tenía el propio Primer Ministro.

Bonaparte, propiciando el hallazgo de la Piedra Rosetta posibilitó que Champollion descifrara los jeroglíficos, para desentrañar  la civilización egipcia. Churchill impulsó al equipo de Alan Turing para descifrar el “Código Enigma”, básico en la victoria de  la democracia sobre Hitler. Ahora le toca a Danilo, gobernante, seleccionar sus operadores para identificar, juzgar y condenar a los sobornados por Odebrecht cuyos nombres han sido ocultados, delictivamente, usando “Codenames” que podrían conocerse fácilmente si Danilo tuviera la entereza de pedir  esos nombres a Marcelo Odebrecht,  que está obligado a suministrarlos por los acuerdos de Marcelo con Estados Unidos, Suiza y Brasil,  y también  porque Odebrecht firmó otro Acuerdo de Lenidad con la PGR de aquí. Marcelo proveería  información veraz, sin reservas, porque en Curitiba confesó todo el interrogatorio sometido por Perú, enfatizando: “Yo no he corrompido a nadie. Estos políticos ya eran delincuentes cuando los conocí”.

Danilo ya preparó el guión del segundo capítulo del sainete Odebrecht. No ordenó aparatosos despliegues militares para despertar, capturar e interrogar a quien cobró secretamente US$ 3.3 millones, transferidos  a su “off-shore” desde cuentas sobornadoras de Odebrecht. No hubo prisión ni medidas de coerción como en el primer capítulo del sainete. En la crisis bancaria se divulgó este diálogo: “¡Si me trancas te tumbo!”. Ahora, un  político divulgó que el sobornado, interrogado liberto, amenazó a Danilo: “¡Si me trancas te hundo!”. Por eso Danilo, atemorizado, aún sabiendo que esos delitos no prescriben, para “ganar tiempo” decidió  impedir que se descifren los “Codenames” y que estos sobornados sean juzgados ahora. Los jeroglíficos y el “Enigma” fueron descifrados y descubiertos, para bien de la civilización y la democracia. Danilo promueve que los “Codenames” de  sobornos y sobrevaluaciones de Punta Catalina sean ocultados y encubiertos, descalificándose aún más  para continuar desgobernándonos !No a la re-reelección!