Hemos dicho que las economías como las nuestras, que dan la oportunidad a las personas de percibir bienes y recursos financieros por encima de la mera subsistencia, eventualmente producirán desigualdad de ingresos entre los agentes económicos. Las jerarquías sistémicas son necesarias y no son únicas a los humanos, sino que pueden verse en todo el reino natural. Y es que todo organismo que tienda a competir y a desenvolverse con otros organismos de su misma especie tiende a formar jerarquías (Jordan Peterson, 2018).
En efecto, solo un grupo selecto de individuos se destacan por ser mejores que la media del grupo social al que pertenecen. Tienen más capacidad y destreza en lo que hacen que los demás y son los que desarrollan un modelo certero del sistema normativo, social y económico en el que se desenvuelven. Esto se traduce en una acumulación de riquezas en el tope de la pirámide económica, particularmente en la de los ricos, y una falta de recursos en la escala más baja de la estructura jerárquica social que son los pobres.
Todos deberían tener los mismos derechos civiles y libertades fundamentales. Pero, en el debate público se dan por un hecho los problemas de las desigualdades en la sociedad.Tampoco debemos absorber por completo el discurso de la izquierda, como vocera que dice ser de los desposeídos y marginados de la sociedad, de demoler por completo el aparato institucional que hemos creado y el sistema de jerarquías sociales,por la simple la razón de que tienden a corromperse, lo que parece un absurdo.
Debemos celebrar la generación de riquezas, la innovación, el trabajo honesto en equipo y promover el desarrollo libre de las competencias en las personas, siempre en un entorno de sana competencia económica. El humanismo y la gestión de la riqueza que producimos, no son incompatibles en sí mismas ni por las disparidades significativas en el ingreso per cápita. Es por esto que el humanismo se compromete a apoyar la democracia y la igualdad de derechos para todos. Sin embargo, si queremos un cambio real no podemos permitir que se sigan utilizando los recursos económicos para influenciar en la política de manera interesada por grupos políticos y económicos preponderantes, pues esto hace que se creen oligarquías sociales, se devalúe nuestra democracia y los derechos de las mayorías.