Este sábado fue su funeral. Ahí estuve siendo nuevamente testigo del sincero cariño y admiración despertaba esa mujer extraordinaria. La primera vez que supe de ella fue en una conversación rápida con Daniel Toribio. “Anuncia en la reunión de hoy que el Banco de Reservas presenta para presidir el Consejo de Directores de CEVALDOM a Jeddy Medina. Es pensionada del banco, manejaba el área de divisas y negocios internacionales. De mercado valores tal vez no sepa mucho, pero aprende rápido y sin perder tiempo es de las que sabe resolver situaciones.”
Designar el presidente del consejo era una de las condiciones que había exigido el Banco de Reservas para realizar en CEVALDOM una importante inversión de capital, del mismo monto que el gasto en provisión exigía la normativa de riesgo. Este era el punto pendiente de las acciones consensuadas con el Administrador General, para que el Banco renunciara a su justificado monopolio en la custodia de los bonos del gobierno.
La Central de Valores de Perú incorporada como accionista para transferir tecnología, organización y experiencia. Bancos múltiples y puestos de bolsa con participación como accionistas minoritarios. A excepción de la presidencia reservada al Reservas, ya se conocían los candidatos para conformar el nuevo consejo de directores.
Al llegar a la reunión donde daría mensaje de la pieza faltaba para el rompecabezas, me abordaron unos amigos inquietos para que les diera la primicia. No solté prenda. Decidí esperar que llegara mi turno. De un destacado ajedrecista como Daniel, tenía que venir una jugada de selección maestra. Cuando anuncié a Jeddy Medina, sólo faltó el confeti para que la algarabía fuera idéntica a fiesta de año nuevo. Disimulé lo más que pude mi ignorancia sobre su trayectoria y me llevé gratas referencias sobre su arrojo, eficiencia y reputación local e internacional en tan complicado segmento de negocio.
Luego de anunciarla como presidente de CEVALDOM, tuve la oportunidad de conocerla. Nos reunimos en Banreservas, me contó que sabía que éramos los dos del Sur, que yo era el mayor de los hijos de Zelanda y trabajé en Banco Central con su hermana Lucy. De ahí la pregunta con la que la recordaré toda la vida: “Bueno, ahora explícame que es este asunto de Cevarrdón”, la empresa donde sería presidente del consejo y a la que siempre, y en todo momento, se refirió con el cambio y arrastre de l por r le quedaba tan bonito.
Le conté el rollo desde su origen, la evolución de las posiciones de los diferentes actores, lo bien que se habían armonizado las ideas sobre tan importante entidad para el desarrollo del mercado de valores y el perfil de las personas inteligentes y maravillosas con las que estaría compartiendo en el Consejo y la Gerencia General. También de lo bien que el sector había recibido su designación, que se garantizó en los acuerdos por sólo un período.
Representé al Banreservas en CEVALDOM hasta el 2013 y no hice absolutamente nada de proselitismo para que Jeddy Medina fuera reelecta en la presidencia. No hizo falta. De hecho, nunca nadie intentó competir por una presidencia que ejercía de una forma atípica, involucrándose casi a diario como una colaboradora más en grandes estrategias y pequeños detalles. Al lujo de tener un presidente a tiempo completo se sumaban las dotes de inteligencia emocional para armonizar intereses y personalidades variopintas, algo que no es caminata placentera en el Botánico. Su hermana Lucy recordó en el funeral que ese carisma poco común lo tenía y usaba mucho antes que el término se conociera o hiciera popular.
Roberto Saladín se refirió a su carrera bancaria. Habló de acciones puntuales de crisis de divisas donde combinó sus habilidades de banquera y su amor a la patria, para lograr resultados que merecían despedirla con la Bandera Nacional. En el mercado de valores, sus huellas las deja en una entidad a la que ayudo a crecer y consolidarse por encima de las expectativas iniciales. Los testimonios de sus hijas, familiares y amigos más cercanos muestran que se entregó con igual pasión, intensidad y honestidad a su familia y la vida productiva. ¡Descansa en paz Jeddy!