"Todos almacenamos mentalmente cientos de imágenes fotográficas, prestas a la recuperación instantánea. Todas las fotografías aspiran a la condición de ser memorables; es decir, inolvidables" (Susan Sontag)
En homenaje al maestro de la fotografía dominicana, Wifredo García, una muestra de su obra (y de sus colecciones de libros y de cámaras antiguas) se exhibió, del 19 de febrero al 24 de mayo de 2009, en el Centro León, donde también se le dedicó un ciclo de conferencias, coloquios y tertulias, uno de cuyos panelistas, el artista y crítico Carlos Acero, informó el sensacional hallazgo de una serie de fotos (desconocidas durante medio siglo) que Wifredo García tomó a Louis Armstrong, en una presentación de este en Kansas City en 1958.
Traigo esto a colación, recordando que en mi artículo ¿Rock, jazz, son, bolero, ópera? (Biblioteca, Listín Diario, 14 de abril de 2002), escribí que “la memoria visual del jazz expresada en la fotografía se ha divulgado en las carátulas de los discos así como en carteles, postales, calendarios, revistas y libros”, y mencionaba a varios de sus principales exponentes, entre ellos a William Claxton (de quien reproduzco dos citas: “La fotografía es jazz para los ojos” y “El jazz y la fotografía son parecidos por su espontaneidad y su improvisación. Se producen cuando se escucha y ve algo, y uno lo graba y se fija para siempre”), William Gottlieb, Otto Hess, Art Kane, Milt Hinton, Lee Friedlander, Francis Wolff, Jacques Lowe, Jack Vartoogian, Duncan Schiedt, Don Hunstein, David Redfern, Valerie Wilmer, Barbara Bordnick, Deborah Feingold, Carol Friedman, Roy DeCarava, Guy Le Querrec, Jean Pierre Leloir, Giuseppe Pino, Michel Volanthen, Gerardo Cañellas, Jorge Lardone y Herman Leonard.
De este último, se reunen más de doscientas fotografías en un chulísimo libro, titulado Tras la escena. Las fotografías de Herman Leonard (Editorial Electa, Random House Mondadori, Barcelona, 2006), cuyo prólogo, escrito por Quincy Jones, empieza con estas palabras: “El jazz y la fotografía han mantenido siempre una relación tan estrecha y frecuente que es imposible no encontrar similitudes entre ambos”.
Siguiendo con el tema de la fotografía y el jazz, el 5 de julio de 2008, el suplemento The New York Times (que circula en la edición sabatina del Listín Diario para los suscriptores) publicó un artículo de Fred Kaplan, titulado Los embajadores musicales de EE.UU., acerca de la exposición itinerante Jam Session: America’s Jazz Ambassadors Embrace the World, que desde abril de 2008 recorrió varios museos norteamericanos y de otros países, mostrando casi cien fotografías de las giras internacionales de jazzistas que auspició el gobierno estadounidense, a través del Departamento de Estado, en las décadas de los 50, 60 y 70 del siglo XX.
“Está Dizzy Gillespie, en 1958, encantando a una serpiente con su trompeta en Karachi, Pakistán. Louis Armstrong, en 1961, rodeado por niños que reían afuera de un hospital en El Cairo. Benny Goodman, en 1962, tocando el clarinete en la Plaza Roja”, escribe Kaplan, refiriéndose a algunas de las fotografías de la exposición, que en Santo Domingo fue presentada, del 4 al 17 de julio de 2009, por el Centro Franklin de la Embajada de Estados Unidos y el Centro Cultural de España, en la sede de este último, en ocasión del festival de jazz de Casa de Teatro.
Acerca de las referidas giras y sus implicaciones políticas e ideológicas en el contexto histórico de la Guerra Fría, existe un libro titulado Satchmo Blows Up the World: Jazz Ambassadors Play the Cold War (Harvard University Press, 2004), cuya autora es Penny Von Eschen, profesora de Historia y Estudios Afro-Americanos de la Universidad de Michigan, quien anteriormente había publicado Race against Empire: Black Americans and Anticolonialism, 1937-1957 (Cornell University Press, 1997).
Más libros con imágenes de jazz
Paso a referirme a un libro publicado en Francia, en 2006, con el título Les musiciens de jazz et leurs trois voeux, es decir, Los músicos de jazz y sus tres deseos, cuya edición estadounidense apareció en 2008 con el título Three Wishes: An Intimate Look at Jazz Greats, veinte años después del fallecimiento de su autora, Pannonica de Koenigswarter, la legendaria “baronesa del jazz” que le brindó su amistad, protección y apoyo emocional y económico a varios de los principales jazzistas desde la década de los 50 hasta la de los 80 del siglo XX.
El libro reúne fotografías que la baronesa tomó con cámaras Polaroid a muchos de esos músicos, así como las respuestas que estos le dieron a una pregunta que ella les hacía: “Si pudieras pedir tres deseos, ¿cuáles serían?”. El libro contiene las respuestas y retratos de Duke Ellington, Thelonious Monk, Charlie Parker, Miles Davis, John Coltrane y un largo etcétera.
En 2009, Sam Stephenson publicó el libro The Jazz Loft Project: Photographs and Tapes of W. Eugene Smith from 821 Sixth Avenue, 1957-1965, el cual contiene fotografías y textos acerca de las jam sessions y otros hechos ocurridos en el loft ubicado en el 821 de la Sexta Avenida casi esquina calle 28, en Manhattan, donde vivió el fotógrafo W. Eugene Smith, quien, además de dedicarse a tomar miles de fotografías hacia la calle desde una ventana del cuarto piso, colocó micrófonos en el edificio, con los que registró aproximadamente 4,000 horas de grabaciones de Thelonious Monk, Zoot Sims, Roland Kirk, Bill Evans, Chick Corea, Roy Haynes, Lee Konitz, Hall Overton y otros jazzistas que visitaban y tocaban música en el loft (a quienes también fotografió).
Dicho libro formó parte de un proyecto (dirigido por el propio Stephenson y auspiciado por The Center for Documentary Studies de The Duke University y The Center for Creative Photography de The University of Arizona), el cual también incluyó una serie de programas de radio y una exposición presentada en Nueva York (en The New York Public Library for the Performing Arts, en el Lincoln Center), Chicago (en Chicago Cultural Center), San Diego (en Museum of Photographic Arts) y otras ciudades.
Otros libros interesantísimos
Una de las mejores compras que he hecho en los últimos años es la de un libro extraordinario, titulado Jazz Covers (Taschen, 2008), muy deleitable manjar para ser gozado con inmensa fruición por amantes del jazz, de la fotografía y del diseño gráfico. Su autor, Joaquim Paulo, poseedor de una colección de más de 25,000 discos de jazz en formato de LP (vinilo), muestra de los mismos más de 650 portadas, “las más famosas e inusuales desde la década de 1940 hasta principios de los años 90”, acompañando cada una de información referente a los nombres del músico o cantante, del álbum, del diseñador, del fotógrafo, del sello discográfico, del año, entre otros datos.
El libro (diseñado por Julius Wiedemann) también contiene las selecciones de los diez discos de jazz favoritos de doce especialistas, así como sendas entrevistas con seis emblemáticas personalidades del mundo discográfico jazzístico: Bob Ciano, quien fuera director artístico de los sellos discográficos CTI, Kudu y Salvation (y de las revistas Esquire y Life); Fred Cohen, propietario de la tienda especializada Jazz Record Center de Nueva York; Rudy Van Geler, tal vez el más importante ingeniero de sonido en la historia del jazz grabado; Ashley Kahn, historiador, periodista y productor, autor de los libros Kind of Blue: The Making of the Miles Davis Masterpiece; A Love Supreme: The Story of John Coltrane’s Signature Album; y The House That Trane Built: The Story of Impulse Records (publicados en español con los títulos Miles Davis y Kind of Blue. La creación de una obra maestra; A Love Supreme y John Coltrane. La historia de un álbum emblemático; y El sello que Coltrane impulsó. Impulse Records: la historia); y los legendarios productores Creed Taylor y Michael Cuscuna.
En la misma onda de Jazz Covers hay otros libros, tales como Jazz Album Covers: The Rare and Beautiful, por Manek Daver (Books Nippan, 1994); Blue Note: The Album Cover Art, por Graham Marsh (Chronicle Books, San Francisco, 1991), que contiene portadas de álbumes (LP) del sello Blue Note; The Color of Jazz. Album Cover Photographs by Peter Turner, con introducción, presentación y prólogo de Ashley Kahn, Creed Taylor y Quincy Jones, respectivamente (Rizolli, 2006), que contiene fotografías de portadas de álbumes (LP) tomadas por Peter Turner; 1000 Record Covers, por Michael Ochs (Taschen, 1996, reeditado en 2005); y Andy Warhol: The Record Covers, 1949-1987, por Paul Maréchal (Prestel, 2008), que contiene 51 portadas de álbumes (LP) diseñadas por Andy Warhol.
Aprovechando los grandes descuentos del último día de la pasada XXI Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2018, en el stand de Océano compré por solo doscientos pesos Tocando el horizonte. La música de ECM, por Steve Lake y Paul Griffiths (Global Rhythm, 2008), monumental obra acerca del paradigmático sello discográfico fundado por Manfred Eicher que el año que viene arribará a su 50 aniversario y cuyo catálogo incluye músicos tan emblemáticos como Keith Jarret, Chick Corea, Gary Burton, Jan Garbarek, Egberto Gismonti, Dave Holland, Pat Metheny, entre otros.
Otras buenas adquisiciones que he hecho en años recientes son las de dos antologías poéticas con temática musical, publicadas en Estados Unidos: The Jazz Poetry Anthology, en dos volúmenes (Indiana University Press, 1991 y 1996) y The Music Lover’s Poetry Anthology (Persea Books, 2007), editadas por Sascha Feintein y Yusef Komunyakaa (la primera) y por Helen Handley Houghton y Maureen McCarthy Draper (la segunda), que contienen, tal como expresan sus sendos títulos, poesía dedicada al jazz y a la música en general, respectivamente. En cada una hay más de cien poetas antologados, entre quienes figuran, en la primera, Carl Sandburg, Wiliam Carlos Williams, e. e. cummings, Jack Kerouac, Gregory Corso, Lawrence Ferlinghetti, Charles Simic, Yevgeny Yevtushenko, Derek Walcott, etcétera, y en la segunda, Federico García Lorca, Pablo Neruda, Seamus Heaney, Charles Baudelaire, Emily Dickinson, Elizabeth Bishop, Adrienne Rich, D. H. Lawrence, Robert Frost, etcétera.
La primera (en cada uno de sus dos volúmenes) está en orden alfabético por los apellidos de los poetas, mientras la segunda se divide en nueve capítulos temáticos, desde “Opera” hasta “Jazz & Blues”. Este último contiene poemas tales como A Love Supreme, por Gabrielle Calvocoressi; Billie Holiday, por Hayden Carruth; Satchmo, por Kevin Young; y Thelonious Sphere Monk, por Bruce Bond. Una coincidencia que tienen las dos antologías, es que en ambas aparece un poema de Paul Blackburn, titulado Listening to Sonny Rollins at the Five Spot, lo que me hace recordar que, en un artículo titulado La anarquía controlada, que publicó en el desaparecido suplemento Isla Abierta (Hoy, 31 de marzo de 2002), el poeta dominicano León Félix Batista escribió, acerca de Charles Simic (uno de los poetas antologados en The Jazz Poetry Anthology), lo siguiente:
“Fue una noche de esas, en la isla de Manhattan (y específicamente en el salón oscuro de un night club) que Charles recibió sus iluminaciones de manos del saxofón tenor del inefable negro Sonny Rolllins: quedó maravillado de encontrar tan claramente establecido en las melodías de jazz aquello que él, tan afanosamente, buscaba fijar en su poesía. “La lección que aprendí fue –diría luego– : cultiva la anarquía controlada”. Así fue como Thelonious Monk o “Bird” resultaron ser mejores modelos de artistas para él que la mayor parte de los poetas”.
A propósito de poetas y saxofonistas, Frank Báez dedicó a John Coltrane el último poema de su libro Jarrón y otros poemas, y al respecto, contestando una de mis preguntas en la entrevista que le hice para la revista Global (número 30, septiembre-octubre de 2009), me declaró lo siguiente: “Soy fan de los Coltrane, de John y de Alice. Pero sobre todo de John. Le he dedicado varios poemas que nunca he publicado. Recuerdo que me sentaba en mi habitación a escuchar a John Coltrane y que cuando las canciones terminaban, se escuchaban los pajaritos tras las ventanas, silbando la música de Coltrane, como si lo acompañaran en el saxofón”.
Además de los libros de Ashley Kahn arriba mencionados, a Frank Báez y demás fans de Coltrane pueden interesarles los de Ben Ratliff, Coltrane. Historia de un sonido, (Global Rhythm, 2010); Cuthbert Simpkins, Coltrane: A Biography (Herndon House, 1975); Bill Cole, John Coltrane (Schirmer, 1976); Andrew White, Trane’s Me (A Semi-Autobiography): A Treatise on the Music of John Coltrane (Andrew’s Musical Enterprises, 1981); Carl Woideck, The John Coltrane Companion: Five Decades of Commentary (Schirmer, 1998); Chris DeVito, Coltrane on Coltrane: The John Coltrane Interviews (Chicago Review Press, 2012); y tres de Lewis Porter: John Coltrane: His Life and Music (University of Michigan Press, 1998), John Coltrane: A Discography and Musical Biography (The Scarecrow Press, 1995) y The John Coltrane Reference (Routledge, 2007), los dos últimos con la co-autoría de Yasuhiro Fujioka y otros.
Por cierto, ha causado sensación la noticia del hallazgo de una grabación de John Coltrane de 1963, que permanecía inédita y será lanzada al mercado, 55 años después, este 29 de junio, con el título Both Directions at Once: The Lost Album, según lo informado en este enlace:
Otro hallazgo reciente ha sido el de una grabación de Prince en solitario frente a un piano que, luego de permanecer inédita durante 35 años, será lanzada en septiembre próximo con el título Piano & a Microphone 1983. Tanto del disco de Coltrane como del de Prince, ya hay sendas piezas disponibles en internet que pueden escucharse en estos enlaces:
https://www.youtube.com/watch?v=q7X2X7LDFok
https://www.youtube.com/watch?v=srwfAeXaTM8
Un libro que todavía no he podido conseguir es el editado por Art Lange y Nathaniel Mackey, titulado Moment’s Notice (Coffee House Press, Minneapolis, 1992), “la más importante antología de literatura influida por el jazz publicada en los últimos tiempos”, en opinión de Jochy Herrera, quien, en su libro Seducir los sentidos (Media Isla, Miami, 2010), nos dice: “La influencia del jazz no sólo ha sobrepasado los límites geográficos de su país de origen, sino los de la música misma. Es un género que más que música, es todo lo demás: un icono de dimensiones infinitas; pletórico de actitudes y asociaciones simultáneas y conflictivamente estéticas, viscerales, raciales, religiosas, políticas, idiosincráticas, colectivas e individuales, filosóficas y utópicas. No ha de sorprender, por ende, que haya influenciado artistas de otros medios. Porque es entendible que una música que aspira a la condición de discurso o mensaje más allá de los límites de lo decible, induzca a los artesanos de la palabra, los escritores, a desafiar expectativas convencionales sobre estructura, lenguaje, carácter y voz, componentes esenciales de la forma literaria”.
Una foto de jazz en dos películas
Cuando hace casi dos años se estrenó la película La La Land, el extraordinario homenaje que rinde Damien Chazelle al cine y al jazz, salieron a relucir los grandes vínculos que han existido entre “las dos grandes formas de arte nacidas en el siglo XX” (palabras de Woody Allen). Al respecto, recomiendo los libros de Carlos Aguilar, Cine y jazz (Ediciones Cátedra, Madrid, 2014), de Scott Yanow, Jazz on Film. The Complete Story of the Musicians and Music Onscreen (Backbeat Books, San Francisco, 2004), de Ted Gioia, The Jazz Standards. A Guide to the Repertorie (Oxford University Press, New York, 2012), y de Joaquim Romaguera I Ramió, El jazz y sus espejos (Ediciones De La Torre, Madrid, 2002).
Este último explora los vínculos del jazz no solo con el cine sino también con la literatura, el teatro, la pintura y la fotografía, lo que me sirve de pretexto para referirme a la famosa fotografía que, una mañana del verano de 1958, tomó Art Kane a 57 músicos de jazz, quienes posaron al frente de un edificio en el barrio newyorkino de Harlem, “como si acabaran de salir de una convención, colmando la escalera y la acera”, como bien describió Sergio Ramírez al presentar (en la Feria del Libro de Guadalajara, México, 2004) el libro Musarañas de domingo (La Editorial, Universidad de Puerto Rico, 2004), compilación de formidables artículos, crónicas, reseñas y ensayos que el autor de Las tribulaciones de Jonás, El entierro de Cortijo y Una noche con Iris Chacón, Edgardo Rodríguez Juliá (quien nos visitó en la XI Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2008, deslumbrándonos con una conferencia magistral sobre la literatura antillana) escribió en El Nuevo Día y otras publicaciones boricuas, incluyendo uno dedicado a la fotografía de Kane (páginas 86-91), titulado Un día en Harlem, publicado originalmente el 31 de mayo de 1996 en El Nuevo Día, y en el que afirma:
“Hay fotos conmemorativas y hay fotos emblemáticas. Las primeras simplemente celebran la ocasión y las segundas sirven, un tanto simbólicamente, para señalar toda una época y fijar un estilo, unas actitudes, que bien se resumen en "la pose". Pero toda foto conmemorativa representa ese momento en que las anécdotas se congregan, porque somos animales del momento, del instante del "clic", y también de la memoria”.
La fotografía fue publicada en la edición de enero de 1959 de la revista Esquire, cuyo director gráfico, quien propuso a Kane tomar la foto, era Robert Benton, el mismo que, años más tarde, tendría una destacada carrera en el cine como guionista y director (fue uno de los guionistas de Bonnie and Clyde y director de Kramer vs. Kramer, por la que ganó el Oscar).
A continuación, mencionaré, en orden alfabético de apellidos, a los 57 jazzistas retratados: Red Allen, Buster Bailey, Count Basie, Emmett Berry, Art Blakey, Lawrence Brown, Scoville Browne, Buck Clayton, Bill Crump, Vic Dickenson, Roy Eldridge, Art Farmer, Bud Freeman, Dizzy Gillespie, Tyree Glenn, Benny Golson, Sonny Greer, Johnny Griffin, Gigi Gryce, Coleman Hawkins, J.C. Heard, Jay C. Higginbotham, Milt Hinton, Chubby Jackson, Hilton Jefferson, Osie Johnson, Hank Jones, Jo Jones, Jimmy Jones, Taft Jordan, Max Kaminsky, Gene Krupa, Eddie Locke, Marian McPartland, Charles Mingus, Miff Mole, Thelonious Monk, Gerry Mulligan, Oscar Pettiford, Rudy Powell, Luckey Roberts, Sonny Rollins, Jimmy Rushing, Pee Wee Russell, Sahib Shihab, Horace Silver, Zutty Singleton, Stuff Smith, Rex Stewart, Maxine Sullivan, Joe Thomas, Wilbur Ware, Dickie Wells, George Wettling, Ernie Wilkins, Mary Lou Williams y Lester Young.
Por lo menos dos veces el cine se ha ocupado de la fotografía de Art Kane, cuya historia es contada en el documental, nominado al Oscar, A Great Day in Harlem (1994), de Jean Bach (narrado por Quincy Jones), y además es un elemento importante en el argumento de la película The Terminal (2004), de Steven Spielberg (en la que actúa la dominicana Zoe Saldaña, a quien volveré a mencionar al final de estas líneas), protagonizada por Tom Hanks en el rol de Viktor Navorski, un ciudadano de Krakozhia (imaginario país del este de Europa), cuyo padre, durante muchos años, estuvo escribiéndoles cartas a los 57 músicos retratados, pidiéndoles sus autógrafos. Al cabo de cuatro décadas, logró reunir 56 autógrafos, es decir, todos menos uno. Después que muere, su hijo viaja a Nueva York para conseguir el único autógrafo que le faltaba para completar los 57: el del saxofonista Benny Golson, quien aparece en la película intrepretándose a sí mismo, ejecutando una de sus composiciones: Killer Joe, de la cual ustedes pueden disfrutar una versión en este enlace:
https://www.youtube.com/watch?v=TW641zgPOqQ
Golson, quien cumplirá 90 años el 25 de enero próximo y es uno de los dos sobrevivientes de los 57 retratados (el otro es Sonny Rollins), es el compositor del famoso tema I Remember Clifford, inspirado en el trompetista Clifford Brown, fallecido a la temprana edad de 25 años en un accidente automovilístico, en 1956, y a quien también rinde homenaje Julio Cortázar en un texto titulado Clifford, incluido en su libro La vuelta al día en ochenta mundos (Siglo XXI Editores, México, 1967), que también contiene textos en los que Cortázar rinde homenaje a otros jazzistas, como Louis Armstrong (Louis enormísimo cronopio), Thelonious Monk (La vuelta al piano de Thelonious Monk) y Lester Young (Así se empieza). Por cierto, tanto Monk como Young aparecen en la fotografía de Kane.
Golson es el único, de los 57 retratados por Kane en 1958, que figura también en otra foto famosa, la que tomó Elena Bouvier, en 1995, en Filadelfia (frente a la casa donde vivió John Coltrane), en la que aparecen retratados 150 músicos cuyas carreras empezaron en dicha ciudad (donde nació Golson), de acuerdo al referido texto de Edgardo Rodríguez Juliá, quien resalta a Golson “como vínculo entre dos fotos que conmemoran la música afroamericana”. Este enlace contiene la foto de Elena Bouvier e información relacionada:
http://www.phillyjazz.org/greatday/greatday.html
Tuve la suerte de conocer a Golson cuando acompañé a César Namnúm y José Isidro Frías en la transmisión radial por el programa Compasillo, desde el Blue Note de Nueva York, de una presentación del sexteto de Ron Carter, que lo tuvo como invitado, el 21 de agosto de 2002. Aquella noche, al decirle que éramos dominicanos, Golson nos contó que, cuando pertenecía a la orquesta de Dizzy Gillespie y esta regresaba a Norteamérica de una gira por Suramérica, en la década de los 1950s, el avión tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia en un aeropuerto de nuestro país y fue rodeado por numerosos militares apuntando con sus armas al aeroplano.
Otro dato anecdótico nos lo cuenta Ben Ratliff en las páginas 28 y 29 de su libro arriba mencionado: El 25 de junio de 1945 en Filadelfia, los entonces muy jóvenes Golson y Coltrane vieron tocar a su ídolo Charlie “Bird” Parker con el grupo de Dizzy Gillespie. “Tras el pase de la tarde, Coltrane y Golson acompañaron a su héroe al club Blue Note, donde Parker tenía que volver a tocar por la noche. Golson preguntó si podía llevar el estuche del saxofón de Bird. Caminaron juntos: Golson a la derecha, Coltrane a la izquierda, Bird en el centro. Golson, un parlanchín, le preguntó a Bird qué clase de instrumento utilizaba, qué boquilla, de qué número eran las cañas. Fue una escena de adulación total. A Golson no le incomodaba, pero a Coltrane evidentemente sí. En 1947, de gira con King Kolax, Coltrane coincidió de nuevo con Bird en Los Ángeles, pero no le recordó que ya se habían visto en Filadelfia”.
Algo más: Acabando de ingresar al quinteto de Miles Davis en 1955, uno de los primeros solos que grabó Coltrane fue ejecutando un tema compuesto pr Golson, Stablemates.
Zoe Saldaña, Star Trek y Nina Simone
Dije que volvería a mencionar a Zoe Saldaña y lo hago por tres motivos. El primero es por la noticia divulgada la semana pasada por Alfonso Quiñones de que acaba de pasar a la historia de Hollywood como la única estrella en participar en dos películas que superan la recaudación de dos mil millones de dólares (Avatar y Avengers: Infinity War).
El segundo motivo tiene que ver con su personaje (Dolores Torres) en la mencionada película The Terminal, quien es una trekkie, o sea, fan de Star Trek, y dice que asiste a las convenciones de trekkies vestida como la comandante Janice Rand, asistente del capitán James T. Kirk a bordo de la nave Enterprise. En la vida real, años después de The Terminal, la actriz se integraría al elenco de la saga, personificando a Uhura en Star Trek: El futuro comienza (2009), Star Trek: En la oscuridad (2013) y Star Trek: Sin Límites (2016).
Otra curiosidad o coincidencia es que Star Trek (no la saga cinematográfica de Paramount Pictures, sino la serie de televisión que le dio origen, estrenada en 1966 por la NBC) es un elemento esencial y fundamental en la historia que nos cuenta una película que hoy cumple tres semanas en la cartelera de Fine Arts Novo Centro (titulada en inglés: Please Stand By, y en español: Un nuevo camino), cuya protagonista es una obsesiva trekkie (papel por el que Dakota Fanning muy probablemente sea nominada al Oscar como mejor actriz de este año, al igual que la protagonista de otra película que hoy también cumple tres semanas en la cartelera de dicho cine: Charlize Theron en Tully).
“El espacio, la última frontera. Estos son los viajes de la nave estelar Enterprise, en una misión que durará cinco años, dedicada a la exploración de mundos desconocidos, al descubrimiento de nuevas vidas y nuevas civilizaciones, hasta alcanzar lugares donde nadie ha podido llegar”. Así empezaba cada episodio de la serie original, creada por Gene Roddenberry y que permaneció durante tres temporadas (1966-1969) con un total de 80 episodios (incluyendo el piloto), convirtiéndose en una serie de culto y un fenómeno cultural, con miles (tal vez millones) de fans (trekkies) que celebran convenciones en diversos lugares.
Varias series derivadas se emitieron en otras temporadas, entre 1987 y 2018 (Star Trek: The Next Generation; Star Trek: Deep Space Nine; Star Trek: Voyager; Star Trek: Enterprise; Star Trek: Discovery), además de la saga cinematográfica iniciada en 1979 y que lleva 13 entregas (las tres más recientes son las mencionadas en que actúa Zoe Saldaña).
El tercer motivo por el que vuelvo a mencionar a la actriz dominicana es que tiene el rol protagónico de Nina, película biográfica sobre la gran cantante de jazz Nina Simone, estrenada en 2016.
No es la primera vinculación entre la República Dominicana y Nina Simone, pues esta viajó a Santo Domingo el jueves 1ro. de marzo de 1972 con el objetivo de divorciarse. Se hospedó en el Hotel Embajador y al día siguiente obtuvo su divorcio en un tribunal del Palacio de Justicia de Ciudad Nueva. Horas después partió de regreso a Estados Unidos, según informó la prensa de entonces.
Sobre Nina Simone, hay un reciente artículo de Jesús Rojas en este enlace:
https://acento.com.do/2018/opinion/8570568-nina-simone-la-rebeldia-hecha-cancion/
En aquellos años del auge de los divorcios al vapor, viajaron a Santo Domingo, entre otras estrellas del cine, Jane Fonda, Mia Farrow y Elliot Gould, para divorciarse de Roger Vadim, Frank Sinatra y Barbra Streisand, respectivamente. De los dos últimos, gracias a la magia de la tecnología, hay un dueto en este enlace:
https://www.youtube.com/watch?v=Sm5TeL1G8xc
Y a propósito de música, la Orquesta Sinfónica Nacional invita al concierto In Memoriam a quien fue su concertino durante 32 años, el Maestro Pavle Vujcic, hoy miércoles 20 a las 8:30 p.m. en la Sala Aída Bonelly de Díaz del Teatro Nacional Eduardo Brito. Además, en el marco de La Fiesta de la Música 2018 (que la Alianza Francesa celebra el viernes 22 y sábado 23 en varios espacios de la Ciudad Colonial), la Fundación Cultural Lado B presenta, en el Centro Cultural de España, las siguientes conferencias:
Hoy miércoles 20 a las 7:00 p.m. “Las esquinas del fusón”, con Gustavo Ubrí; y a las 8:00 p.m. “Jazz en Santo Domingo”, con César Namnúm.
Mañana jueves 21 a las 7:00 p.m. “Canción de autor y de protesta”, con Manuel Betances; y a las 8:00 p.m. “Fusión Raíz”, con Roldán Mármol.
En ese mismo contexto, se anuncia el ciclo de proyecciones "La música en el cine" y un concurso de fotografía. Acerca de dichos eventos, y de otros relacionados, hay información en estos enlaces:
https://discolai.com/2018/06/12/regresa-la-fiesta-de-la-musica-en-santo-domingo-en-su-edicion-2018/
http://musicapress.com/2018/06/04/la-marimba-en-concierto/
Y si quieren disfrutar una "fiesta de la música" permanente 24/7 los 365 días del año, les recomiendo las maravillas que Radio Gladys Palmera atesora en este enlace:
Despido estas líneas resaltando que las actuaciones de Aida Garifullina, en el espectáculo de la ceremonia inaugural de la Copa del Mundo 2018 el pasado jueves 14 de junio, y de ella misma, Anna Netrebko, Plácido Domingo, Juan Diego Flórez y otras estrellas de la ópera, en el concierto realizado el día antes en la Plaza Roja de Moscú, pusieron de relieve, una vez más, como el Mundial de Fútbol ha servido de plataforma para la proyección y divulgación del canto lírico, desde aquellos recordados conciertos de "Los Tres Tenores" (Pavarotti, Domingo y Carreras) en el marco del Mundial de Fútbol en Roma (1990), Los Ángeles (1994), París (1998) y Yokohama (2002).
Por cierto, a la mencionada Aida Garifullina la habíamos visto en su debut en el cine en 2016, en una escena de la película Florence Foster Jenkins en que, personificando a Lily Pons, canta un aria de la ópera Lakmé, de Delibes. Pronto volveremos a verla, junto a Joyce DiDonato y la Orquesta Nacional de Francia, en la transmisión desde París de la Gala del Día de la Bastilla ("Concert de Paris"), el sábado 14 de julio próximo. Su debut en The Metropolitan Opera House será el 30 de enero de 2019 en el rol de Zerlina en Don Giovanni, de Mozart.
Este enlace contiene parte del referido concierto del pasado miércoles 13 de junio en la Plaza Roja: