República Dominicana es mi país favorito en el Caribe. He visitado el país en muchas ocasiones. Allí tengo amigos y contactos familiares. El primer recuerdo que viene a mi memoria de un jardín y patio es el de Tía Nena, que era el nombre con que todos la conocíamos.

Del jardín de Adolfo e Ivonne Guzmán.

Su jardín no era grande, pero mantenía en este varios árboles frutales. Su casa estaba enclavada en el centro del sector Naco de Santo Domingo. A pesar de que la propiedad era pequeña, ella mantenía un pequeño jardín con matas de rosas en un lado de la casa y detrás, en el patio, estaban los árboles frutales. En el patio producía sus frutos una mata de chinola, Passiflora edulis, que es un planta muy conocida en el Caribe y en toda América Central y, hasta en América del Sur. El nombre Passiflora le viene a la flor de la distribución de los cinco estambres que están dispuestos de forma que recuerdan la pasión de Cristo, semejan la crucifixión. Es una planta popular porque no necesita de mucha atención. En su patio Tía Nena también cosechaba otras frutas, había una mata de guanábana, conocida en el Caribe inglés con el nombre de soursop, una fruta del árbol Annona muricata. El origen cierto de esta planta es desconocido, pero se la considera planta nativa de la América tropical y de las islas del Caribe, donde se propagó profusamente.

Del jardín de Adolfo e Ivonne Guzmán.

Además de las plantas ya mencionadas, allí ella cultivaba la cereza dominicana, que se conoce con el nombre científico Prunus cerasus; en inglés su nombre es sour Cherry, tart Cherry y dwarf Cherry, Algunos de los nombres en inglés destacan algunas de las propiedades de la fruta, agria, ácida, pequeña, enana. Se piensa que es un híbrido de Prunus avium y Prunus fructosa, que procede de las mesetas iraníes y de alguna parte de Europa del este, donde las dos especies entraron en contacto. Otras plantas frutales presentes en República Dominicana llegaron de otras islas del Caribe, de América Central y de América del Sur; así como de Asia y Europa. Aparte de las flores y las plantas frutales, Tía Nena tenía aves de corral, específicamente pollos y gallinas, que eran las dueñas del patio, los árboles y, a veces, hasta se adueñaban de la casa, pero esa es otra historia.

Guardo estupendos recuerdos acerca de las flores, árboles, montañas y praderas de la República Dominicana. En mis visitas a la República Dominicana he admirado maravillosas plantas, magníficas flores y fabulosos jardines en Santo Domingo, sobre todo en la zona de Arroyo Hondo y áreas aledañas. Quedé maravillada de la vegetación y acondicionamiento observados en el Jardín Botánico Nacional. Viajé al interior del país por tierra hacia el este, el oeste y el norte. Mi viaje favorito es hacia el norte por la carretera Duarte, pasando por Bonao. Recuerdo a ambos costados de la carretera los vendedores de frutas y vegetales, así como las flores, las artesanías y los edredones confeccionados a mano que atrajeron mi atención.

No puedo olvidar a la salida de Bonao, al tomar la serpenteante subida de la carretera de Casabito hacia las montañas, hasta llegar a Constanza. A lo largo de esta vía admiré algunas elegantes residencias veraniegas, así como también muchas casitas rústicas donde viven los campesinos lugareños. Quedé fascinada con la forma en que están planeadas las casitas con la cocina en una estructura separada de la casa. Cuando pregunté por la razón de que se hiciese así, se me contestó que era porque cocinaban con leña y carbón y de esa manera evitaban el humo que despiden estos combustibles y mantenían el área menos calurosa. Otra razón, según la explicación, es que en caso de incendio no se queman los ajuares de la familia. Todo eso me pareció interesante porque antes no había encontrado esto en mis viajes.

Subiendo por la carretera, después de pasar por el santuario de la Virgen de la Altagracia y bajando ya, se pasa por algunas aldeas, entre ellas está el pequeño poblado de La Cotorra. Antes de llegar allí se pasa por poblados en los que se observan casas de personas que tienen sus residencias principales en Santo Domingo, Santiago y La Vega. En los alrededores pude ver cultivos de vegetales, flores y hasta ganado vacuno en verdes colinas.

Vista tomada en La Cotorra

Algo que llamó poderosamente mi atención desde que viajé a República Dominicana por primera vez es la diferencia que observé en cómo cuidan y atiende los jardines residenciales. En los Estados Unidos las labores de jardinería de las casas privadas las hacen los dueños mismos y por ello se siente orgullosos. Entre estos trabajos de jardinería pueden mencionarse la plantación de los árboles y arbustos; también la fertilización de las plantas frutales y de flores, hasta entresacar las malas hierbas de entre las plantas y retirarlas de las cercanías de las especias que se cultivan. Los dueños de residencias en gran medida cavan los hoyos donde colocan las plantas que ellos mismos compran. Algunas personas riegan a mano con agua las plantas periódicamente, si el cuidado de las plantas así lo requiere. En República Dominicana observé que muchas de estas tareas se pagan a trabajadores.

No hay que sorprenderse de que a una persona que se ocupa de su jardín se le estropeen las manos, se les partan las uñas; que los insectos la piquen y que las espinas de algunas plantas la hieran y que al irse a la cama en las noches sienta dolor de espaldas, en las piernas o en los brazos y en algunas coyunturas. He notado en los Estados Unidos en los distritos municipales de personas acomodadas, de clase media alta, que los propietarios son quienes se ocupan de sus jardines, esto a pesar de que cuentan con los medios económicos para pagar por las labores de jardinería. Los dueños de casas se sienten contentos con este tipo de trabajo, al punto que alardean de ello en conversaciones con amistades.

Es posible que los lectores de esta columna hayan notado que no todo en ellas es información de tipo científico acerca de plantas y jardines. En lugar de eso esta columna tiene algo también de vivencial, sociológico y hasta filosófico. Es adornada con relatos de experiencias personales. A veces los temas se aventuran en el terreno de hacer sugerencias acerca de plantas, jardinería y, lo que todo eso puede añadir para enriquecer la vida de las personas.

Passiflora del jardín de Tía Nena