Jaime Lucero Vásquez fue un investigador sociocultural comprometido con las raíces históricas y populares rescatadas de la cultura-movimiento. Sus textos narrativos y teatrales los elaboraba en el contexto de una poética del sitio identitario, mediante una investigación participante justificada en una dialéctica de la cooperación de equipos conformados por actores sociales pertenecientes a diversos estratos sociales. La República Vieja… de Trujillo es un polilogos político generador de la novela. De ahí su consistencia narrativa como texto concurrente y consecuente con su argumento.

Los períodos enunciativos que componen dicha unidad de relato orquestan la trama ritual y textual, desde la cual hablan los personajes confundiéndose en la subjetividad de un cuerpo mágico basado en la representación del ethos cultural y el campo de narratividad potenciado por la noción misma de personaje novelesco. Los esquemas de crecimiento de la trama en esta novela sirven también de apoyo al elemento de crecimiento articulador del contenido narrativo. Los ejes polivocales extienden a todo lo largo de la novela el movimiento de la historicidad narrativa y cultural. Parece que las funciones de la presencia mediante el personaje actualizan las diversas situaciones sociopolíticas en un marco discursivo-narrativo pronunciado por los focos del dictum novelesco.

El personaje en este caso es actor, actuante y rol que personifica el vivir cotidiano a través de la figuratividad temática. Todo lo cual hace que la voz sitúe la función de los personajes en las redes de las tejeduras narrativas. El personaje narrativo (Mamasiè, Julio Reinoso, Evangelina, Ramón Natera, Vicentico, Román Rocelù, Manolo Ferreras, Leonidas Molina, Olivorio Carela, Caona López, Ana Benítez, Bebito, Manuela, Mossy, Freddy Pechuga, Socia Cansino y otros), cumple su función en la historia ficcional interna y en el macrocontexto narrativo, haciendo posible la verosimilitud de la fábula en sus diversos focos.

En La República Vieja…de Trujillo el orden temporal y el orden espacial coproducen la ficcionalidad de los llamados hechos históricos. El personaje es un registro-función que particulariza la voz y la huella, mediante acentos textuales que pronuncian la sustancia novelesca  y su expresividad narrativa. La estructura del cuadro (cuasi-autónoma), observable en la novela hace que la posición del lector se afirme en la especificidad de la temática del cuadro, produciendo marcos de posibilidad definidos en el imaginario narrativo dominicano.

En efecto, la República Vieja…de Trujillo es una estructura de voz plural que funciona en una variedad de registros reconocidos en las líneas generales y particulares de acción de la novela. El soporte enunciativo de la misma instituye un enlace interlocutorial justificado por el borde-centro de la voz narrativa (dinámica, circunstancial, temporal), alterada por la persona narrativa (1ª, 2ª, 3ª), en su campo de actuación y en su materialidad significante. Los levantamientos políticos, la hechicería, el baile entre personajes históricos, el tiempo ficcional, las estructuras temáticas y traumáticas, así como los ejes direccionales del universo novelesco logran motivar en el campo de funciones del relato las instancias de acción y la presentificación de los ejes formales y temáticos, de suerte que la direccionalidad de los contenidos se unifica en la sustancia-forma que sirve de base a la novela. Jaime Lucero Vásquez se debate entre el sueño histórico y la imaginación popular. Es desde allí donde produce su relato-foco de rebelión transformando la materia en ecos de ficción y alteridades conjugadas en la mirada narrativa.

Para el novelista, vivir es focalizar la ficción narrativa y el cuerpo-voz del relato novelesco, pronunciado en los hilos que conducen a un centro de trama que es ya el pasado-presente de la enunciación novelesca. El imaginario que unifica el campo de ficción hace que el personaje funcione adherido a su espacio-tiempo cultural e histórico. Las líneas que definen la actuación en el tramado narrativo instituyen, además, la unidad de contenido que propicia el elemento relacional justificado en cada fisura, en cada unidad centrípeta de la historia-narración.

Oralidad y escritura definen en  La República Vieja…de Trujillo una espacialidad y una temporalidad narrativas que extienden la temática-forma a la unidad vocal del relato novelesco, de tal manera que el habla específica de cada personaje motiva la función en una juntura que “historiza” el diálogo y ficcionaliza la historia. El recurso de puesta en representación de ciertos “episodios nacionales”, narrativiza el orden de la ficción a partir de las diversas miradas que acentúan los focos de relato cualificados en el discurrir del imaginario popular dominicano. El uso del vocativo y del foco direccional de relato posiciona la oralidad narrativa y el hablar específico del personaje-función:

“Cabo Pichardo, caramba, cuantos años que no nos veíamos! Barajo, Román, y pensé que se lo había tragado la tierra. El hombre destinado a ser testigo de los pormenores de la vida, deberá andar siempre, sin detenerse jamás, evitando el parasitismo sedentario; nómada como el pueblo gitano condenado a peregrinar por el orbe, marchará entre muchedumbres vacuas, o por solitarios parajes en donde solo el piar de una libérrima ave, o el murmullo de un río hieran el silencio de su ropaje…” (p. 121)

El acto narrativo justificado como puesta en vocalidad tematiza también los arqueados de la ficción mediante un registro polifónico de voces que marcan las líneas verticales y horizontales del texto novelesco. Jaime Lucero Vásquez crea un espacio de participación donde los personajes aparecen como un baile de fantasmas, gestos y máscaras que tematizan un perfil y una función maravillosa, tal y como también ocurre en su obra Anónimos contra el jefe . Dicho baile dialógico y poético-narrativo funciona también como un acto mágico, esto es, el encuentro de sombras que pronuncian la palabra-huella en una superficie ficcional instruida por la diégesis histórico-narrativa de la novela.

Para el novelista, la relación texto-sociedad parte de una ilusión y una intencionalidad que se desarrollan en la instrucción del lector y el narrador o narradores de la novela. La direccionalidad textual acentúa el registro y la ritualidad de la escritura individualizada por la función comunicativa y expresiva del texto. Lucero Vásquez utiliza la estructura de hojas sueltas para crear la personificación en el cuadro epocal ficcionalizado en el orden narrativo. El campo que estructura la narratividad fílmica y teatral se explica en la interpretación de los mismos actos de novela.

Podemos concluir diciendo que La República Vieja…de Trujillo es un guion polivocal cuyo alcance es, por un lado, histórico político y por otro lado imaginario-ficcional. La visión del novelar se construye para crear un texto abierto a los movimientos ascendentes de la cultura dominicana.