La publicación oficial del acuerdo de Jaime Aristy Escuder y José Alejandro Ayuso con el senador Félix Bautista ha sacudido la opinión pública, justo en medio de la congelación de los bienes de este último.
Si bien algunos conocían el documento, su publicación ha tenido serias repercusiones, sobre todo cuando caen las críticas implacables ante la decisión del economista, y el senador promete seguir sometiendo a la justicia aquellos “que intenten poner en tela de juicio su reputación”.
Aristy, en su libro El Lado oscuro de la Sun Land puso en cuestionamiento la exitosa carrera del multimillonario senador, lo que motivó a que éste le demandara, llevándolo hasta los tribunales norteamericanos, donde el autor no podía competir por el alto costo de los servicios legales.
Aparentemente, el solo hecho de Escuder firmar un acuerdo con Bautista lo colocó en el ojo de la suspicacia nacional que cuestiona la imagen pública del senador.
Lo cierto es que, por no poder asumir los gastos del litigio se ha cuestionado la reputación del autor, que reconoce haber gastado unos US$160 mil dólares de su patrimonio personal.
Aristy no se retractó pero reconoció que en su libro existen ciertas imprecisiones. Lo cual es normal en cualquier obra que se escriba. Por eso se producen las nuevas ediciones corregidas y aumentadas.
Las declaraciones del escritor en rueda de prensa han llamado la atención: “El acuerdo exigió que la Sun Land desistiera de una demanda por U$235 millones que haría contra el Estado dominicano, por haberle rescindido el contracto en el 2007. Salvando al Estado dominicano.”
Es un detalle trascendente que conduce a preguntarse:
¿Por qué Jaime Aristy tiene que salvar al Estado Dominicano, que ha cometido tantos errores? Recordemos la estrecha relación Estado – gobierno, existente en esta sociedad, resumida en aquella frase de Danilo Medina: “El Estado me ha vencido”.
Si salvar el Estado dominicano fue una de las motivaciones de llegar a acuerdo con el senador, hay que reconocer un gesto “altruista” que supera el hecho de plantearse acuerdos que parecen no ser reconocidos por la ciudadanía, que siente un poco que Aristy le ha fallado.
Ha sido blanco de suspicacia la trayectoria de dos hombres serios, destacados profesionales, sometidos ahora al juicio de la ciudadanía, como si debieran ser ellos los salvadores de la población sumida en los actos de corrupción que vive la sociedad.
Aristy Escuder no es el defensor de la causas perdidas anti corrupción. Él y Ayuso, como muchos ciudadanos, sienten el impacto de la corrupción, lo viven, lo ven, lo sufren; pero la lucha contra la corrupción es una lucha desigual, que debe asumirla la justicia (“independiente”) como lo ha señalado, el mismo presidente Medina.
La justicia y la sociedad complacientes deben pasarles factura a los corruptos, no a los que luchan contra ella. De aquí la importancia del papel de una ciudadanía bien informada .
Si algo hay que extraer, de esta triste experiencia de lucha contra la corrupción (individual) heroica, es que nuestros corruptos siempre se salen con las suyas, que hay que tener dinero, mucho dinero para denunciar cualquier acto que se considere indecoroso, pues se corre el riesgo de que los que acusan sean los acusados y tengan que enfrentar una batalla legal desigual.
La justicia y la sociedad complacientes deben pasarles factura a los corruptos, no a los que luchan contra ella. De aquí la importancia del papel de una ciudadanía bien informada
Aristy Escuder no puede ser el Robin Hood de la corrupción dominicana, no tiene por qué salir a defender el Estado- colmadón. Los que ciframos esperanzas en sus escritos y declaraciones no tenemos por qué sentirnos tan defraudados por el acuerdo.
Nuestros corruptos están blindados, pocos son los hombres se atreven a enfrentarles, corriendo el riesgo de encontrarse en la situación de Aristy y Ayuso, ridiculizados e incomprendidos por una opinión pública manipulada.
Basta con ver los otros casos conocidos de comunicadores, en dificultad por hacer declaraciones y denuncias, esperando por sentencias y acosados judicialmente.
¿Por qué pretender que Aristy y Ayuso sean los salvadores de una secuencia de hechos que se repiten en el tiempo histórico sostenido sin sanción de una insípida democracia?
Muchos de nosotros, que en algún momento tuvimos posiciones ante el quehacer político, hoy somos cómplices, simples espectadores, hemos cesado en nuestras críticas, por un puesto, por un favor, so pena de vernos rechazados por aquellos que alguna vez pensaron como nosotros y que creen “tener la vida resuelta”.
¿O acaso hemos olvidado que esto es un asunto de sobrevivencia donde casi todos tenemos precio?
Estar en el poder impide ver y verse en el universo de las incoherencias y privilegios en los cuales caen los “éticos”.
Cuando se pertenece a cualquier institución estatal o partido político somos incapaces de autocriticarnos, de reconocer que transitamos un lodazal de inmoralidades, que pueden ponernos en una difícil situación como sociedad, aparentando la difícil condición de íntegros, como si la corrupción no fuera un asunto de calidad humana.
¿Cómo sobrevivir al acoso político penal de los corruptos? ¿Cómo continuar viviendo esperanzados, en un camino que nadie sabe a dónde conduce?
Es como si la sociedad estuviese moralmente polarizada. Observemos cómo incomodan las críticas a ciertos políticos y funcionarios, descalificando y estigmatizando las opiniones disidentes. Divididos entre los que están del lado de la inmoralidad y aquellos que se atreven a señalarla, denunciarla, enfrentarla.
Estamos en medio de una lucha devastadora, que apenas comienza, arrastrando y desintegrando el prestigio de gente valiosa y necesaria. Son momentos en los cuales los malvados parecen triunfar envueltos en sus riquezas y salvados por la impunidad.