El guion se pudo haber disimulado un poco mejor, no tenía que ser tan parecido a las confrontaciones de los estelares del otrora “Deporte preferido por las Damas”.  Ambas cuadras están de acuerdo en que el relato que enciende pasiones es la devolución en efectivo. Dinero contante y sonante para devolver a cada afiliado casi un tercio de la cuenta de capitalización individual.

Los paladines de la justicia hacen visible su coraje en esta lucha que hacen por todos nosotros.  Son los corsarios que rescatarán nuestro oro cargado en siete barcos de capitanes malvados. Están confiados en que van a recibir su dividendo electoral en las elecciones legislativas, aprovechando a los incautos que no se dan cuenta les toman el pelo. No hay tiempo de aprobar el proyecto. Los congresistas que lo promueven lo saben y también son conscientes que es una devolución inviable.

Ahora bien, los fanáticos quieren ver una lucha de estilistas contra rudos, no una exhibición solitaria de destrezas atléticas de Jack Veneno. Hay que subir al ring a Puño de Hierro para atizar el fuego de la confrontación.

Es probable que las AFP vieran en el proyecto una oportunidad para ganar empatía de los afiliados que tratan como paracaídas se buscan colar en resort de lujo. En sus manos tal vez estuvo un comunicado neutral, tipo música ambiental de ascensores: “Estamos conscientes de la gravedad de la situación de un gran número de afiliados que quisieran contar ahora con un auxilio proveniente de su ahorro previsional.  Sus reclamos han llegado a nuestros Honorables Congresistas. Tenemos confianza en que los diputados y senadores van a lograr una reforma de consenso que sea favorable a las necesidades apremiantes de ahora y las que se presentarán en el futuro, esas que precisamente dieron origen al sistema de ahorro para el retiro.”

Con un mensaje así el pleito quedaba entre los diputados que pedían una aprobación al vapor, “sin análisis”, y una cuadra improvisada de buenos técnicos respondones. Con simple aritmética de colmado o complejos cálculos actuariales, ellos demostraban, por las cuatro esquinas, lo absurdo que era devolver en efectivo lo que estaba en valores de largo plazo.  Técnicos sin vínculos con las AFP asumieron la defensa del sistema previsional enfrentados a los simpatizantes del “¡Quiero lo mío ya!”. Los diputados empezaron a verse como relleno, desplazados de una lucha que asumieron para estar en el ring como figuras principales.   

Evitar el colapso mediático del plan proselitista de los congresistas necesitaba que las AFP subieran al cuadrilátero. Tenían que descartar la estrategia de comentarios consí consá, convencerlos de venir al rescate del espectáculo con la promesa que sólo se contemplará la devolución pura y simple de efectivo.  De ahí la entrada magistral de Puño de Hierro: ese dinero no es para emergencia, busquen en otro lado, miren que el gobierno los está apoyando, el dinero es suyo pero esos aportes engordaron por nuestro trabajo de tesorería, si lo sacan para malgastar ahora tendrán que jubilarse a los setenta y pico.

Funcionó a la perfección la rueda de prensa de la cuadra de los villanos para subir los ratings. Más congresistas se sumaron al tren populista y ahí estamos entretenidos otra vez con uno de esos debates insulsos, como aquel de la apropiado que sería convertir de inmediato toda la deuda de bonos soberanos en préstamos de multilaterales.

Mientras eso pasa se quedan de lado cuestionamientos como la onerosa intermediación del pequeño grupo de empresas que administra los fondos de retiro, explicable sólo por la existencia de barreras de entrada a las que hace tiempo se debió dar siete vueltas y sonar trompetas para dejarla a la altura de un block.  Es una ignominia que dentro de tres décadas un afiliado encuentre a la hora de su retiro el mismo Club de los Siete, administrado por los hijos y nietos de sus actuales dueños.  Tratar de cambiar eso en un proyecto de ley sí sería buscar una sumisión real con una “Doble Nelson invertida”.

¿Cómo salvar la patada voladora del 30% en efectivo? Hay tiempo antes de las elecciones con esta idea aportará dividendos en votos.  Modifiquen el proyecto para que la devolución sea en una cuenta de corretaje que sea un clon del portafolio de su AFP.  Los títulos en que están invertidos los fondos son desmaterializados, no son bonos físicos, y a cada afiliado se le puede desagregar en otra cuenta la proporción que le corresponde. La AFP seguirá administrando el 70% de los títulos y el afiliado tendrá libre disponibilidad de su nuevo activo financiero.

Los afiliados tendrán opciones como éstas: a) No aceptar la desagregación y dar un voto de confianza a su AFP para que siga administrando su CCI; b) Entrar en acuerdos para la administración de la cuenta de corretaje con puestos de bolsas o asesores de inversión para decidir la mejor forma de convertir los títulos en efectivo, como esperar su vencimiento natural, ir vendiendo en el mercado secundario a su requerimiento o hacer recomposición de portafolio con, por ejemplo, permuta de valores; c) Utilizar la cuenta como garantía para préstamos; d) Seguirla administrando para fines de ahorro previsional de manera personal o usando un corredor de valores; e) Liquidar de inmediato los valores y percibir el valor neto que resulte luego de descontar las pérdidas en las ventas del mercado secundario.

Por ahí es posible pasar del actual espectáculo de lucha libre a un foro serio sobre reformas importantes requiere el sistema. Aportemos a la nueva cartelera.

(Fuente imagen en portal luchalibredominicana.com)