La corriente política progresista no es homogénea en América Latina, ni en el Caribe. Tiene sus particularidades dependiendo de las condiciones políticas, económicas y sociales de cada país. Sin olvidar su idiosincrasia, influencias de las ideas revolucionarias y el conservadurismo. Una confluencia de factores que la convierte en una alternativa electoral tangible.
La izquierda tiene que ver con la visión que tenga de la sociedad; su interpretación histórica y su evolución, para diseñar una plataforma y transformarla. El progresismo no es de la izquierda revolucionaria, aunque está muy cerca de ella; participa dentro del sistema capitalista, compitiendo, electoralmente, con los partidos del conservadurismo para llegar al gobierno y tratar de conseguir el poder.
El conservadurismo, expresión política e ideológica del capitalismo, es una tendencia de la burguesía, con mucha fuerza en nuestro país. En el fondo es de derecha y de la ultraderecha. Está muy ligado al poder, goza de simpatía y confianza de los Estados Unidos: le garantiza sus intereses políticos, económico, social y geopolítico. Generalmente, tiene control fanático e influye en, forma determinante, la población votante.
En nuestro país, el conservadurismo, en sus distintas versiones, se disputan el poder. Los gringos tienen sus huevos en esa canasta; a pesar del control, injerencia, que ejercen en los poderes del Estado, desde el 1916 hasta nuestros días, deciden los destinos de la nación.
Las ideas progresistas son manejadas con mucha habilidad por sectores del conservadurismo criollo; llevan a la confusión y a interpretar nebulosamente la coyuntura. Aunque el momento tiene un enemigo común, las fuerzas destinadas para derrotarla son muy diversas, destacándose un sector que, recién llega, crea desasosiego por su ominosa historia reciente, desde el poder.
Las reales fuerzas progresistas están en minoría, pero la minoría, en países como el nuestro, deciden en un tranque electoral: sumar votos para garantizar triunfo o posible segunda vuelta. De ahí que su importancia coge relieve y deben saber manejarse, con inteligencia y destreza, para no quedar fuera del juego electoral.
Lamentablemente, la izquierda revolucionaria, como siempre, abanicando casi todos los lanzamientos. Desde el primer momento abogué por la unidad de fuerzas revolucionarias, progresistas y demócratas, para constituir un polo electoral, Tercera vía, alternativo que permitiera enfrentar las eventualidades y quedar dentro del line up. Pero que va, los esfuerzos quedaron inutilizado y cada quien en lo suyo (…).
La izquierda revolucionaria, reitera el error histórico de abstenerse de participar en los procesos electorales, llevando a sus militantes y simpatizantes a, quedar huérfano de padre y madre, caer en los brazos prostitutos de un conservadurismo que si sabe lo que tiene entre manos. Muy lamentable…
El PLD será derrotado por la unidad de la oposición. Ni la izquierda ni el progresismo encabezaran esa oposición destinada a darle el golpe mortal en las urnas. El conservadurismo encabezará la dirección del amplio movimiento nacional para enfrentar y derrotar al PLD. Lo que genera incertidumbre, de nuevo, ante un sector “guabinoso” y comprometido con la oligarquía.