En momento en que las arcas del Estado están vacías, las deudas gubernamentales son espantosas, la agricultura esta maltrecha y la infraestructura vial, los puentes y los sistemas de riego y agua potable se encuentran muy deteriorados por la falta de mantenimiento, surge la Tormenta Isaac para ponerle la tapa al pomo. Una tormenta que apenas nos rozó pero que pone al desnudo nuestra pobreza y la vulnerabilidad del país ante cualquier fenómeno natural por más insignificante que sea.
Las pérdidas humanas y materiales comienzan a revelarse como dramáticas, con varias personas desaparecidas, puentes caídos, la electricidad colapsada, barrios anegados y grandes pérdidas en la agricultura. Esto último es grave en momentos en que los precios de los alimentos y las materias primas están subiendo a niveles record por la sequia que afecta a las mayores zonas productivas del mundo.
Ante esta situación el gobierno debe sacrificar otros gastos (como detener momentáneamente al chupa sangre presupuestario llamado Metro de Santo Domingo) para ir en auxilio de las familias damnificadas por Isaac y reparar la infraestructura dañada lo más pronto posible. Igualmente, iniciar un plan de siembra de emergencia en el sur con cultivos de ciclo corto y rehabilitando rápidamente los platanales.
El sector privado debe contribuir en este esfuerzo y concentrar sus donaciones y aportes extraordinarios al plan de recuperación de las zonas afectadas. Ya no hay campaña política ni candidatos buscando dinero a diestra y siniestra. Es hora de que los aportes privados tengan un mejor destino y un objetivo humanitario.
Isaac llegó en mal momento. La próxima semana se hablará del nuevo paquete fiscal y casi de inmediato se iniciaran los contactos firmes con el FMI para diseñar un nuevo acuerdo Stand By antes de terminar el 2012. Todo ello traerá muchos sacrificios para los dominicanos, que se suman a los desastres que la cola de una tormenta nos acaba de producir. ¿Se imaginan lo que sucedería si esa tormenta no hubiera dado en la cara?
Pero la economía demanda una rápida acción correctiva del gobierno. Hay desequilibrios en todos los frentes, tanto a nivel externo como externo. No se puede manejar un país en esas condiciones, ni pretender elaborar un presupuesto para el 2013 sin definir las reglas de juego. Tampoco el sector energético puede continuar suministrando luz en las condiciones financieras en que se encuentra, ni seguir aumentando las deudas del Banco Central para mantener anclada la tasa de cambio.
Las deudas están en su punto máximo en todos los frentes. Las internas tienen a muchos contratistas y negocios al borde de la quiebra y al Banco de Reservas en estado crítico en su nueva condición de agencia de financiamiento público. La deuda externa, por su parte, está igualmente al borde del abismo ya que su costo financiero está desbordando la capacidad fiscal del gobierno.
Danilo Medina tiene ante sí un reto mucho mayor al que existía cuando llego al poder. A los problemas económicos antes descritos ahora se suma los efectos de Isaac, que tendrán un costo adicional que ahondará el déficit fiscal. Por esa razón, el manejo de las finanzas públicas en este momento resulta clave para las autoridades a fin de evitar mayores sacrificios para el pueblo cuando se inicie el ajuste de la economía.