Por diferentes razones, a determinadas personas se les atribuye tener una significativa ascendencia en la sociedad. Lo que dicen y cómo lo dicen; lo que hacen y cómo lo hacen, así como lo que no dicen o no hacen representan "mensajes" importantes que influyen, a veces de manera determinante, en la marcha de los acontecimientos y en el comportamiento de los ciudadanos y ciudadanas. Son los llamados "monitores sociales".

Algunos deben esa ascendencia a la posición que desempeñan. Es el caso del Presidente de la República, las máximas autoridades de las iglesias, en especial la católica. A este grupo de personas pertenecen también los presidentes de las Altas Cortes, altos funcionarios del Estado, Rectores de Universidades, entre otras.

Hay otro grupo selecto de personas a las que se les reconoce esta función, no por el cargo que desempeñan, sino que se han hecho acreedoras de ella por su comportamiento coherente con lo que predican y porque siempre han estado al lado de las mejores causas y no evitan la confrontación cuando entienden que tienen que hacerlo porque están en juegos valores y principios.

En ambos casos, la sociedad espera que actúen de acuerdo a la naturaleza del cargo que desempeñan, la posición que tienen y a la coherencia que siempre han demostrado.

Cuando se comportan según lo esperado, además de recibir un mensaje positivo que la eleva, la sociedad lo agradece y valora. Cuando el comportamiento es diferente al esperado entonces lo lamenta y deplora, porque el aporte entonces es negativo, contario a las expectativas y a lo que debe ser.

En los últimos tiempos hemos visto en mucho de estos "monitores sociales" actuaciones lamentables:

Comportamientos contrarios a la investidura que tienen, con renuncias por conveniencias.

Silencios cómplices ante hechos que reclaman toma de posición.

Cuando callan, otorgan.

Declaraciones contraproducentes que incentivan actuaciones violatorias de derechos.

Asumiendo la defensa de causas que deben ser rechazadas.

Aceptación de situaciones que no deben ser ni siquiera toleradas.

Mediaciones que terminan en mediatizaciones, beneficiando siempre a quienes detentan el poder.

Diciendo verdades parciales para ocultar grandes mentiras.

Utilización del poder para imponer sus creencias y sus intereses.

Encubrimiento de lo que debe ser descubierto.

Evitando enfrentar el poder cuando las circunstancias reclaman que se haga

Cuando los "monitores sociales" actúan de esta manera traicionan las expectativas de la sociedad porque no hacen lo que tienen que hacer, callan cuando tienen que hablar y entonces, contrario a la función que tienen en la sociedad, se convierten en promotores de frustraciones.

Hay que exigirles que cumplan con su deber y hacer lo que tienen que hacer. Que no sean irresponsables.