El lunes 4 de septiembre recién pasado, Irma saltó a la fama de manera tímida. Entre martes y miércoles ya no había nadie en el Caribe capaz de escapar a su soplo encantado y húmedo. Los dominicanos, rezaron a la virgen de la Altagracia, pidiendo que alejara a Irma de sus playas. Y así le hizo caso la patrona, desvió a Irma pero dejó desamparados otros pueblos que le profesan igual fe.

El paso de Irma, transcurrió irreverente, el viento sopló con fuerza devastadora haciendo caso omiso a los santos, las antiguas islas y el encanto cacareado. En su travesía, Irma no sólo arrastró árboles, viviendas y plantaciones, sino también alguna que otra esperanza política electoral.

En San Martín, en vez de a su propio santo, suplicaron a San Isidro el Labrador que “quita el agua y pone el sol”, no sin antes, colgar piedras en las esquinas de las casas. ¡Nada valió! Irma devastó sus pueblos y hurgó hasta el fondo de la tierra buscando no dejar “piedra sobre piedra”.

En Antigua, Irma aplicó la tala rasa. Por el nombre de la isla, Irma debió pensar que los mayores se respetan y que siempre hay que dejar algo para los que vienen atrás. Aparentemente, en Antigua, José  encontrará poca cosa.

En su marcha por la isla Barbuda, Irma se debilitó un poco. Como si de Camilo Cienfuegos se tratara, la fe de los creyentes les hizo pensar que la dama se había enredado en las barbas de fuego caribeño. Parece que la disminución sucedió, porque Irma se encariñó con el cosquilleo del roce de los bellos gruesos y curtidos de la cara Barbuda de la isla.

Irma continúo su curso alegre, brincando de isla en isla como quien juega a las peregrinas.

En República Dominicana, los pobres rogaban a la virgen para que alejara a Irma y los del gobierno para que entrara de lleno. Algunos analistas políticos, asiduos a la magia de la televisión, afirmaron que la entrada de Irma al país le aseguraría la reelección al mandatario Danilo Medina en el 2020.

Los del gobierno prenden velas para que Irma entre al país medio a medio, eso le garantizaría poder reelegir a Danilo en el 20 –, recalcaban.

A su pesar, los boricuas, sin querer, obraron contrario a los intereses reeleccionista en República Dominicana. En efecto, Puerto Rico, valiéndose de su encanto mágico, persuadió a Irma de cambiar ligeramente su ruta. El embrujo borinqueño alejó el ojo de Irma de la Hispaniola. En su trayecto, Irma vio esta isla con la pena de que estando compartida entre dos, no pueden ponerse de acuerdo. Una mirada rápida, con la rabiza del ojo, le bastó para darse cuenta que el daño de uno se refleja con igual intensidad en el otro, y viceversa.

A pesar de que Irma sólo nos miró de reojo, los daños son cuantiosos, prueba fehaciente de la ausencia de planificación. Los daños provocados por el huracán son muchos, pero parece que no alcanzarán para garantizar la reelección del Presidente Danilo Medina.

Habrá que esperar a José, a ver si completa la obra. Los del gobierno, los que prendieron velas para que Irma entrara de lleno al país, se guayaron. Ahora no les queda más que seguir prendiendo velas, para ver si José los oye. De lo contrario tendrán que hacer como los de la Cambronal que “se comien a cabo e vela sin saber de qué murió”.

¿Cómo es eso de que prendieron velas?

¡No sé!

Lo cierto es que Irma pasó lejos de aquí y ahí viene José.