La destacada artista Iris Pérez Romero una vez más traspasa los límites insulares de la nación dominicana al exponer en el extranjero, esta vez en la reconocida galería
curazoleña Alma Blou donde su trabajo aparece junto al de Kim Sontosoemarto, artista plástica nativa de Surinam.
Durante la ceremonia de apertura de esta exposición, Lusette Verboom-Fairbairn, curadora y propietaria de la mencionada galería, expresó su satisfacción de poder mostrar las pinturas de Pérez Romero por primera vez en Curazao y sobre todo en el contexto de la Primera conferencia médica científica sobre salud de la mujer caribeña celebrada en dicho país bajo los auspicios de la organización NASKHO (Fundación caribe-holandesa para la educación clínica superior, por sus siglas en neerlandés).
“Es un placer el tener en nuestro espacio a una artista del talento de Iris no sólo por la calidad de su obra sino por su disposición de honrarnos con esta muestra representativa de un trabajo tan contundente y a la vez hermoso”, expresó Verboom-Fairbairn en una hermosa noche de luna caribeña hablando en su lengua nativa —el rítmico papiamento—, en neerlandés, en perfecto español y en inglés para la satisfacción del público multiétnico presente en el evento.
La galería Alma Blou es la más grande y antigua de Curazao y ocupa una imponente mansión del siglo XVIII situada en una estratégica colina desde la que decenas de asistentes disfrutaron de la hermosa vista de parte del centro turístico de Willemstad, capital de dicha nación. Allí, el público que se dio cita pudo confirmar que ciertamente, como ya ha expresado Pérez Romero, su obra es capaz de crear una genuina conexión con el observador invitándole a un viaje en busca de la paz que solo el espíritu humano es capaz de perseguir.
El crítico francés George Bataille dijo una vez “que en la medida en que es espíritu, para el hombre es una desgracia tener el cuerpo de un animal y ser por lo tanto como una cosa; pero es la gloria del cuerpo humano ser el substrato de un espíritu”. Así, ese cuerpo, prisión para el alma e instrumento de libertad y expresión, factoría que nutre la vida en todos sus aspectos es también instrumento que narra las más fundamentales epopeyas de nuestro existir: el amor, los sueños, y por supuesto, la maldad.
Tales afirmaciones son bienvenidas en el contexto de la obra de Pérez Romero en tanto que asimilar las propuestas que sus lienzos nos lanzan es también una manera de hacer del cuerpo un instrumento de exploración. Un medio de acercamiento a nuestras formas más puras y naturales que, con suerte, podrán abrirse desde el alma hacia nosotros mismos y hacia los demás, al fin y al cabo, misión última del pensamiento, del sentir y de la búsqueda de esa humanidad prójima que nos distingue del animal.
En el contexto de un evento científico médico, la revelación de los aspectos corporales de la vida de una mujer (la salud, la enfermedad y las vicisitudes existenciales) como brillantemente logra la artista que nos ocupa, se convierte en un tour de force donde las imágenes regalan corazones radiantes, conexiones vitales de toda índole y escenas de mujeres que cuentan sufrimientos, deseos y victorias convertidas en las heroínas que ya han sido. Los lienzos de Iris Pérez Romero, vivas voces del ser femenino posmoderno en todas sus dimensiones advierten, denuncian y enriquecen la visión del observador; sin duda alguna representan un verdadero collage de las vivencias y emociones de todas las mujeres en todas las lenguas que en manos de la consumada artista adquieren vida propia tocándonos y sacudiéndonos.
A propósito del contexto científico en el que estuvo enmarcada la exposición de Pérez Romero, cabe detenerse a meditar sobre el rol y la ética del profesional de la salud en el ejercicio de su disciplina y destacar las robustas metáforas que en las imágenes de estas obras documentan un capítulo más del acontecer humano en su ámbito espiritual. Entendiendo que todo lo referente al espíritu como concepto del humano pensante es parte fundamental del camino que trazamos en la búsqueda de la felicidad y sanidad de nuestros cuerpos, desearíamos que dichos profesionales jamás olviden el privilegio que constituye la misión de atender a sus enfermos reconociéndoles en su compleja dimensión de entes contenidos en las fronteras el dueto cuerpo-alma.