En todo el mundo, principalmente en América Latina, Asia y Europa del Este, desde principios de los años 80 muchos de los sistemas pensiones “Pay as You Go” (o de repartos) han sido reemplazados por el mejorado pero aun imperfecto “Fully Funded System” (o de capitalización individual). Gracias a esto existen los datos suficientes para el estudio serio y equilibrado del referido sistema de capitalización individual, donde el ingreso de pensión es financiado por los aportes de los futuros pensionados y la eficiente inversión de los fondos por un intermediario financiero creado para dicho fin.

Investigaciones recientes indican que en termino de los activos que manejan, en los llamados “Países en Desarrollo”, la capacidad de inversión de los fondos de pensiones es mucho mayor a la capitalización de mercado de las empresas. Quiere decir, que el dinero disponible para invertir es mayor que el monto que se necesita para financiar las actividades empresariales.

El incremento exponencial en los activos de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) ha sido uno de los principales motores de crecimiento y expansión de los mercados financieros en las economías emergentes en las que se ha implementado la capitalización individual. Luego de más de 20 años, en retrospectiva, se entiende que las AFP han tenido un menor aporte que el que pudieron haber logrado en las economías debido a la escasez de “Buenas Compañías” en las cuales invertir y a la fuerte regulación gubernamental que indirectamente les fuerzan a mantener una enorme proporción de su portafolio en títulos de deuda estatal. Lo anterior ha traído como resultado una muy baja rentabilidad ajustada al riesgo para los ahorrantes, y una extremadamente alta concentración de las AFP y los portafolios de inversión que estas administran. Ambas situaciones son perjudiciales para el sistema.

Un “Inversionista Racional” toma decisiones en término del disfrute que obtiene por su inversión, no del monto nominal de dinero que recibe en el futuro por la posposición de su disfrute. Esto pues alguien racional solo deja de consumir 5 plátanos en el día de hoy (y los invierte), con la esperanza de consumir 10 o 20 plátanos cuando se retire. Lamentablemente ese no es el caso del sistema dominicano, o por lo menos no lo ha sido en el promedio de los últimos 12 años.

Pero como habíamos escrito en artículos anteriores, contrario a la creencia popular, en las finanzas no existe “La Magia” y mucho menos los “Gurú”. Cuando se optimiza la combinación entre el riego y el retorno en un portafolio de inversiones, para generar mayores ingresos hay que asumir mayores riesgos. Para lograr vencer definitivamente la tendencia de baja rentabilidad en R.D. deben propiciarse profundas reformas que den a las AFP la capacidad de invertir en instrumentos del mercado local e internacional con calificación de riesgo mejores que las que tiene el Gobierno Dominicano, pero mayor rentabilidad ajustada al riesgo.

No somos aquí un caso aislado en el contexto de las economías que utilizan similar modelo de pensiones. Es por eso que hemos recibido con gran esperanza, agrado y hasta cierta “Emoción Orgásmica” los planteamientos de la Asociación de Industrias de la República Dominicana (AIRD) para que los fondos del sistema dominicano de pensiones tengan la posibilidad de financiar a la empresa privada y el crecimiento de los mercados financieros.

Ahora, este planteamiento, aunque esperanzador y en el camino correcto, debe ser complementado con duras medidas que permitan al organismo regulador del mercado de valores (La Superintendencia de Valores – SIV), velar por un buen gobierno corporativo en las empresas, y la capacidad de intervenir de forma expedita a las firmas sujetas de inversiones de fondos públicos.Ya está más que demostrado con las crisis recientes, que históricamente las compañías calificadoras de riesgo han sido horrorosas a la hora de evaluar empresas e inversiones con “malos gobiernos”. La baja transparencia de las empresas locales y la cultura del “Escóndelo ahí para pagar menos a la DGII”, junto a la posibilidad de democratización de la inversión de los fondos de AFP, son la receta perfecta para el Napalm que incineraría de forma inmediata los ahorros de toda una nación. Pero para nuestro pesar, la actitud de transparencia no es la que evidencian las partes que se oponen a la aprobación de la nueva ley del mercado de valores, y los diferentes reglamentos. La SIV lleva una lucha titánica por la implementación de un régimen de transparencia y responsabilidad en el mercado.

De forma particular, quien les escribe cree fervientemente en la libre competencia en un mercado con un regulador fuerte que tenga “Dientes para Morder”. Está demostrado que el mercado por si solo y sin regulación solo trae oportunismo y posibilidad de “Riesgo Moral” que al final es pagado por los que no se han beneficiado del “Laissez-faire”. Es necesario liberar a las AFP de la camisa de fuerza impuesta por la limitaciones actuales de inversión; pero esto no funciona si las inversiones potenciales se realizarían en compañías con baja transparencia, o en un mercado con un regulador “sin mordida”.

Es el gobierno quien tiene la responsabilidad fiduciaria de que los trabajadores obtengan el más alto retorno ajustado al riesgo, ya que por ley les obliga a ahorrar. Pero al final, en un mercado empresarial donde históricamente la transparencia no necesariamente ha sido la virtud de los más grandes y menos de los más chicos, a algo parecido al famoso soliloquio de Hamlet es al que se enfrentarían las AFP: “¿Invertir o no invertir? He ahí el dilema”. Nuevamente, en las AFP confío…