La embajada americana y diversas organizaciones internacionales vienen y alertan sobre la corrupción. El gobierno y ciertos empresarios rechazan esta modalidad de intervención extranjera y se ofenden. Observando el disgusto del poder, y motivado por el último discurso de la directora del FMI, Christine Lagarde, acerca del efecto “devastador” de la corrupción, intentaré hoy repasar las  razones por las que esa gente se mete con nosotros.

El Profesor Bosch escribió que en el Caribe somos“frontera imperial”, y que en esta zona el imperio yanqui acostumbra a imponer sus intereses políticos, económicos y militares sin miramientos. Tenía razón, y todavía hoy lo siguen haciendo. Igualmente sabemos, que el capitalismo se extiende más allá de Norteamérica y supervisa y reglamenta la economía occidental. Cualquier escollo que entorpezca al imperio y que amenace el sistema debe ser eliminado sin dilación.

La directora del FMI afirmó en su discurso que “el trabajo del FMI es proteger la estabilidad económica mundial y promover un crecimiento económico sólido, sostenible, equilibrado e incluyente. Y esto se vuelve difícil, si no imposible, en presencia de una corrupción arraigada e institucionalizada”. Añadió: “Esto incluye abordar cuestiones de impunidad y malversación en el sector privado…”

Lo mismo piensa hace tiempo el gobierno de Washington que, además, se siente trampeado por el liderato peledeista desde cuándo excluyeron a sus compañías constructoras de proyectos billonarios, entregándoselos a Odebretch en base a sobornos. Eso les dolió mucho y lo tienen muy presente. Al presidente Trump no le gusta perder en negocios, y es un hombre  vengativo.

“La razón para luchar contra la corrupción”, ensayo publicado por “CleanGovBiz” (iniciativa dirigida por la “Organización de cooperación económica y desarrollo OECD”), desglosa didácticamente la gravedad del problema, clarificando las razones que tiene el poder extranjero para meterse con nosotros.

El ensayo demuestra que “la corrupción es uno de los principales obstáculos para el desarrollo sostenido en lo económico, político y social. Reduce la eficiencia y aumenta la desigualdad. El costo de la corrupción equivale al 5% del GDP (US$ 2.6 trillones). Distorsiona los mecanismos del Mercado, la competencia adecuada, y ahuyenta a los inversionistas, incrementando el costo de hacer negocios en un 10%.”

“La inversión se focaliza, no donde se necesita, sino donde se genera mayor riqueza para los políticos corruptos, en sectores donde los sobornos sean mayores”. A la vez, advierten sobre el enlentecimiento de la gestión pública producido por la corrupción.

Afirman que los índices de mortalidad infantil y ausentismo escolar son mayores, al igual que el deterioro de servicios médicos y educativos. Citan cálculos del Banco Mundial que demuestran que del 20 al 40 por ciento de las asistencias otorgadas a los países en desarrollo es robado por las administraciones de los países subdesarrollados y terminan en paraísos fiscales.

La OECD considera peligroso – el Departamento de Estado también – el que procesos políticos, como elecciones y el financiamiento de los partidos, sean viciados por dineros ilegales, distorsionando los fundamentos de la democracia, su credibilidad, y legitimación. “El ciudadano se desencanta, se aparta de la vida política, emigra, o se revela contra las élites”. Temen una grave desestabilización política.

Así las cosas, queda claro que no valen ofensas “patrióticas”, pues aquí intervendrán gringos, europeos y agencias extranjeras hasta que esto se ponga en orden. Han tomado la decisión de intervenir contra el bandidaje de la clase gobernante. Sépase de una vez y por todas: somos delincuentes peligrosos para el imperio y para el capitalismo. Intentarán meternos en cintura a como dé lugar. “Más claro no canta un gallo”