Cuando nos sometemos a juicio, al rechazo o aceptación del otro, sufrimos mucho.
Vivir en sociedad requiere funcionar dentro de unos parámetros adecuados de convivencia social, pero aquí se hace referencia a ser sometidos a los dictados y deseos de otros. Depender en gran medida de lo que otros hagan.
Nuestra salud física, emocional y espiritual depende del balance entre cuánto permitimos que los estímulos exteriores nos permeen, y lo que dejamos salir de nuestro mundo interior; de si vivimos una vida de alienación y miedos, o centrada en nosotros mismos, sin egoísmos, claro está.
Debe haber un equilibrio entre las demandas exteriores y las propias visualizaciones, pues, no olvidemos que es a través de la simbiosis y las relaciones con otros seres humanos que damos y recibimos lo que constituye una de las energías más poderosas del ser humano: el amor.
Nuestros lazos con otros son muy importantes para nuestra condición humana, como también lo es la capacidad de sentir la soledad para recargar el espíritu.