En los últimos tiempos por todas las vías conocidas y las que no conoces, se te ha estado enseñando que estás en estrecha relación con todo. Esto sucede a todos los niveles y es de vital importancia que lo reconozcas.

La Física nos enseña cómo las partículas subatómicas que nos constituyen interactúan con todo lo que nos rodea. Constantemente intercambias energías con todo el cosmos, aunque no lo sepas.

En tu cuerpo, cada una de tus células está en contacto con todas las demás y cuando un órgano está mal, aunque sea muy pequeño, tú no estás bien.

Desde hace milenios, las diferentes culturas hablaban de influencias de los astros sobre nuestras vidas, aunque es en la actualidad que la Ciencia está descubriendo esos efectos (ejemplo los ciclos lunares y las tormentas solares). Hoy sabemos que no necesitamos hacer sacrificios humanos para que salga el sol, pero hemos confirmado científicamente nuestra total dependencia de nuestra estrella.

Incluso sabemos que no estamos separados de otras galaxias. Que en áreas donde creíamos que sólo existía el vacío, están la materia y energía obscuras (95% del Universo), que ejercen sobre nosotros influencias que estamos empezando a descubrir (Neil deGrasse Tyson). Además cuerpos celestes constantemente entran en nuestra atmósfera, donde se desintegran por la fricción del aire aportándonos nueva materia. Nada nos separa de nada y todo nos conecta con todo. La separación es una ilusión humana.

En todo el Universo existen dos tipos de  fuerzas principales, unas que atraen: como la energía nuclear que mantiene la integridad de los átomos, la ley de gravitación universal y el frío. Otras que repelen: como la energía cinética de los electrones, la de los astros que orbitan, la expansión del universo por efecto de la energía obscura y el calor. Si la primera se impone tendríamos una colisión con el sol y si lo hace la segunda, nos alejaríamos de nuestra estrella, congelándonos. Pero teóricamente dichas fuerzas se mantendrán equilibradas por muy largo tiempo.

Estamos tan interconectados con nuestro planeta, que hemos comprendido que si destruimos elementos de la naturaleza, provocamos alteraciones en los ecosistemas, poniendo en peligro incluso a nuestra propia especie. Aunque solemos ver a la Tierra como indefensa, si no nos portamos bien, es ella quien nos destruirá a nosotros.

No existe una persona tan superior que no necesite que otras personas le ayuden. Para poder aprender a caminar o a hablar, obligatoriamente teníamos que interactuar con otros humanos. Mientras más civilizados somos, con cantidades mayores de personas necesitamos relacionarnos. De hecho, la capacidad de interactuar con grandes grupos humanos, es un determinante del éxito en la sociedad.

Estamos descubriendo que las riquezas acumuladas injustamente, se consumen creando mecanismos para evitar que las recuperen los verdaderos propietarios y quienes realmente las necesitan.

No te agrada la idea de una guerra mundial, pero aunque no lo comprendas, cualquier engaño, robo, abuso o injusticia que cometas, por pequeño que te parezca, es tu aporte a las guerras. Tus actos nunca son eventos aislados porque provocan ondas expansivas, esparciéndose de manera infinita en el tiempo y el espacio. Lamentablemente muchos no logran comprenderlo.

Talvez has oído hablar del aura. Se supone que a tu alrededor existe una especie de campo energético que eres realmente tú, manifestándote mediante un cuerpo humano. Los electrones son energía casi pura girando en torno al núcleo atómico, de igual forma el aura sería una especie de flujo energético que nos circunda y del que todavía conocemos muy poco. Hay impulsos energéticos en nuestros cuerpos  que ya hemos aprendido a medir con fines diagnósticos.

Talvez consideres casualidad que los santos son representados rodeados de una luz, aura o aureola. Nuestras radiaciones energéticas son captadas por los demás, a veces de forma inconsciente.

Desde la antigüedad, los místicos enseñaron que el tiempo y el espacio no te limitan, que puedes trascenderlos. Hoy la ciencia establece que el tiempo y el espacio son relativos. Desde tu habitación puedes hacer que sane un enfermo lejano, como enseñó el Maestro (Mateo 7: 1-10). Realmente estamos interconectados.

Cuando tu hijito estando contigo en un salón, se va a un rincón y tapa su cara, creyendo que no lo ves, es similar a cuando tratas de alejarte de Dios. Realmente sólo logras apartarte temporalmente de tu propio Ser Interior. Tú te alejas a veces de tu propia esencia, Dios nunca.