Un músico, generalmente domina el lenguaje musical. Aquél armado por notas y frases que dan sentido a la composición, la interpretación y los arreglos. Un escritor, generalmente maneja el lenguaje de palabras y hace, a partir de las combinaciones de estas, un texto armonioso y rítmico. Excepto aquella diferencia ya muy comentada, de la música como único lenguaje universal que ha logrado armar la humanidad, y el necesario encuadre de los idiomas de palabras, limitado a su entorno social y geográfico, ha habido una larga interacción entre el idioma musical y los distintos lenguajes de palabras. Un escritor necesita del ritmo y la armonía para lograr en sus textos comprensión y deleite. Un músico se sirve de las palabras, los diálogos, las pausas, los silencios, para embellecer sus composiciones…sus interpretaciones. Lo que no es común es que un músico sea escritor o un escritor, músico. Cuando se logra unir ambos elementos, ganamos todos. Sobre todo cuando de música se escribe.

Darío Estrella tiene ya poco que probar en el campo de la música. Sus largos años de protagonismo en el rico devenir del  país musical dominicano, le han ganado un espacio señero, un lugar prístino.  Testigo y practicante; alumno y compañero de sus maestros, logró beber de ellos la sabía cruda y elaborada de sus enseñanzas. Las largas prácticas en el saxofón y el piano (ha tocado en casi todas las orquestas nacionales de importancia); sus temprano accionar en el campo de la composición y la interpretación; sus muchos estudios y sus viajes (como músico, como compositor, como arreglista) le han ganado ese puesto. Es lo dicho, tiene poco que probar…pero mucho que explicar.

Nosotros, los ignaros y los expertos; los interesados y los abúlicos; los músicos y los escritores; los indocumentados; los de oídos sordos o abiertos; los nuevos y los de antes; los estudiosos y los desinteresados…le agradecemos este libro (“Merengue-Jazz hacia el Nuevo Milenio") Aquí, utilizando el lenguaje que no le es el común, nos explica sus años de accionar, sus muchas vidas orquestales, su interpretación de fenómenos señeros, actuales y pasados, de la gran obra sonora dominicana. Aquí, se emparenta con otros grandes músicos nacionales que necesitaron utilizar la palabra para comentarnos sus visiones y creencias sobre el hombre nacional y su enfrentamiento con el medio. Expresado en piezas musicales, en ritmos, en bailes: Julio Alberto Hernández, Juan Francisco García, Rafael Solano, Arístides Incháustegui, para solo mencionar algunos, también lo han hecho en su momento.

Sea bienvenido, pues, este texto (“Merengue-Jazz hacia el Nuevo Milenio") del ya maestro de la música y a un paso de serlo también de la escritura. Solo necesita de tu aprobación. La mía ya la tiene.