La humanidad fue sorprendida. Las grandes potencias estaban en el diseño de planes y estrategias para el control del universo y sus riquezas. Los científicos -seres que viven realizando investigaciones para ayudar a la solución de los problemas de los seres humanos, aunque las grandes corporaciones las utilizan para fines egoístas- estaban en el laboratorio, que es su hogar permanente. Llegó la pandemia sorpresivamente y de la peor manera. Ella puso su propio orden. Los ciudadanos del mundo se han puesto de acuerdo en muchos puntos de la insegura agenda, para sobrevivir el hoy. Nadie sabrá cómo será mañana.

La falta de amor y el egoísmo duermen en la misma cama. Como ocurre en la vida social y política, el egoísmo y el amor no hacen el amor, porque son esposos, pero no marido y mujer. Mientras, se mantiene la apariencia social, cosa común en las élites del poder político: él se da una; ella se da otro. La vida sigue su agitado curso. La única receta es la canción "Derroche", pero Manuel Jiménez no puede cantarla, porque ahora no tiene tiempo. Ha encontrado un ayuntamiento que nunca fue, sino simple y llanamente un nombre.

Sigue la incertidumbre de que si el mundo cambia o si se queda igual, como antes de la pandemia. Si todo sigue igual, vendrá la otra pandemia: la guerra por los panes. Desde todos los continentes la gente pide panes. Las calles se llenan de hambrientos con los ojos brotados y los puños cerrados. Un hombre anciano, pobre y enfermo, en San Francisco de Macorís, pide a sus vecinos un puñado de arroz para comer un día y un grupo de policías lo maltrata, porque este (…) infeliz ha violado la ley de los ladrones que se robaron el país desde el Estado. Vea las imágenes… y llore hasta morirse! El hambre de los pobres no tiene horario ni hojas en el calendario. El asesor de la ambición aconseja matar a todos los pobres. El capitalismo salvaje se

opone a la propuesta. La razón está clara. El capitalismo no puede vivir sin los pobres y su pobreza.

Bajo la sombra de los desaciertos, Trump, desde el país más poderoso de la tierra, le suspende los fondos a la OMS. El amor y los corazones de hombres y mujeres buenos de este mundo producen el concierto "One World Together at Home", que dura ocho horas y participan los artistas más famosos de la tierra, recaudando $127 millones de dólares para ese organismo mundial de la salud. La impresionante y justa respuesta a un desacierto!

En mi país, al que le canto desde la ternura de mis versos, el gobierno luce cabalgar en soledad, mientras la oposición pide una cumbre para abordar los problemas causados por la pandemia.