El Instituto Dominicano de Seguros Sociales (IDSS) acaba de cumplir 67 años de su creación en el 1948 como Caja del Seguro Social, entonces adscrita a la Secretaría de Salud Pública. Un nuevo aniversario sombrío, sin avances para enfrentar los retos del Seguro Familiar de Salud (SFS), y con pocos resultados en relación a la calidad de los recursos humanos que dispone.

La Ley 87-01 le dio la  oportunidad de superar sus deficiencias para convertirse en una institución renovada y digna de la confianza de sus miles de afiliados. Le concedió un tratamiento especial y un subsidio decreciente para dar tiempo a su transición a un SFS  universal, plural y competitivo. Debido a la falta de voluntad política de los diversos gobiernos, el IDSS no se transformó y perdió más de 300,000 afiliados en los últimos seis años. Ahora sobrevive gracias a un subsidio creciente que bordea los 3,000 millones de pesos anuales.

Las autoridades nacionales tienen planes de integrar los centros de salud del IDSS y de Salud Pública en una entidad pública autónoma, como dispone la Ley de Seguridad Social.  Pero se han encontrado con fuertes resistencias de minorías del IDSS que pretenden subordinar la Ley y el interés nacional para mantener sus privilegios. En los años 90 viví esta experiencia en los Seguros Sociales de Guatemala, Bolivia, El Salvador, Honduras, Panamá y Costa Rica.

La resistencia enfatiza en la desaparición del IDSS creando confusión e incertidumbre ante  el temor de despidos masivos y la pérdida de derechos adquiridos. Esa minoría se aferra tanto a sus privilegios que en ningún momento muestra vocación de servicio, disposición al cambio, acato a la Ley, ni mucho menos consideración y respeto al derecho de miles y miles de afiliados insatisfechos.

Las autoridades deberían explicar claramente que esos centros serían integrados con su personal a la nueva red pública, conservando sus derechos. La gran ventaja de esta integración es que los centros del IDSS estarán abiertos para prestar servicios a todos los afiliados, públicos y privados, casi seis millones de personas, incluyendo a cerca de dos millones que serán afiliados al Régimen Contributivo Subsidiado.

Siempre hemos reconocido que la gran fortaleza del IDSS son los tratamientos catastróficos a los grupos de menores ingresos. Y que su talón de Aquiles reside en las notables deficiencias y limitaciones en la calidad y oportunidad de los servicios cotidianos durante muchas décadas.

El balance de este 67 aniversario no puede ser más sombrío. Ojalá contribuya a impulsar la integración de una gran red pública, autónoma, única oportunidad de reorganizar el sistema público de salud, sobre técnicas gerenciales modernas capaces de mejorar los servicios, elevar la eficiencia, impactar en los niveles de salud, incentivar el desempeño del personal, y asegurar el equilibrio entre lo público y lo privado.