El uso del automóvil privado se hace cada vez más intenso. Nuestras calles se ven abarrotadas ya no sólo en horas punta. Pensamos – y muchas veces es cierto – que la manera más fácil de llegar a un lugar es tomar el automóvil, cruzar la ciudad e intentar estacionar frente al destino.
En la ciudad contemporánea, los automóviles representan la mayor fuente de contaminación ambiental, toda vez que la combustión de los carburantes que usan los mismos se convierte en monóxido y dióxido de carbono. Ambos son responsables de importantes daños al medioambiente y a nuestro sistema respiratorio. Al mismo tiempo en esta emisión masiva de gases, tenemos el óxido de hidrógeno y anhídrido sulfúrico que son causantes de la lluvia ácida.
En ciudades como México D.F. o Madrid, se vienen tomando medidas para evitar el congestionamiento de las vías de circulación, los daños a la salud y al medioambiente. Con mayor o menor éxito se intenta buscar una solución a estos problemas. En el D.F. se asignan unos días a la semana en los cuales determinados números de matrículas no pueden circular; en Madrid o Londres se controla estrictamente la circulación dentro de sus centros históricos y se han establecido zonas de estacionamiento regulado como medida disuasoria. Como alternativa para no utilizar el automóvil, en estas dos ciudades europeas el servicio de transporte público es impecable.
Como hemos comentando antes, en estos temas de planificación y soluciones de diseño no existe una fórmula magistral; debe estudiarse el caso por caso. De igual manera que las soluciones de diseño para una vivienda situada en Azua, no son las mismas que para otra vivienda situada en Reikiavik, así mismo lo que en materia de movilidad y transporte funciona en un lugar, no tiene por qué hacerlo en otro de manera idéntica.
Lo que sí es cierto, es que hay ciertas pautas generales que al ser adoptadas por uno demuestran ser válidas para otros. En el caso de muchas ciudades, el denominador común que ha servido para reducir las congestiones vehiculares, el gasto en combustible y la contaminación ambiental, ha sido el fomento del transporte público colectivo.
Líneas de autobuses por carriles especialmente habilitados cruzan la ciudad en todas direcciones y a todas horas supliendo una demanda de manera adecuada (¿nos suena de algo?). Esto y el servicio de trenes urbanos subterráneos que tejen una red casi infinita, son quizás las dos modalidades de transporte urbano por excelencia y desde luego las más implementadas por las administraciones estatales y municipales.
Cada ciudad, según sus características sociológicas, ambientales y técnicas (desde el clima, hasta la geología y la topografía) aconseja un tipo de solución de transporte colectivo. En algunos casos el autobús será la solución, en otros casos lo será el metro y en otros una combinación de ambos. Lo importante es hacer un estudio de la realidad del lugar de emplazamiento para la red de transporte urbano y plantear la solución que responda plenamente a las necesidades. Un buen ejemplo de planificación e interpretación de estas necesidades locales, es el caso de la ciudad de Curitiba en Paraná, Brasil. Allí se planificó para que el ser humano fuera el protagonista y su entorno urbano fuera su escenario, no su prisión.
Para terminar y a modo de reflexión
Las ciudades se han convertido en lugares donde el individuo ha perdido protagonismo frente al automóvil. Hemos tratado de alcanzar un estado de comodidad a la hora de trasportarnos que se ha vuelto en nuestra contra. Debemos reconquistar la ciudad para vivirla y no para padecerla. El peatón es el protagonista y para él es que hay que planificar las ciudades…..pero ¿es posible re-pensar una ciudad mal planificada? Ciertamente no es tarea fácil, pero se puede si la dicha es buena y sobre todo si se está en el mismo trayecto del sol…