El desarrollo y crecimiento económico de República Dominicana en las últimas tres décadas ha descansado en gran medida en el aporte que le genera el turismo como sector estratégico.  Si bien el  sector ha crecido en los últimos años medido a través de un mayor arribo de visitantes internacionales, generación de divisas así como otros importantes indicadores cuantitativos, ciertamente refleja déficits cualitativos que colocan al país en una posición desalentadora frente a sus competidores más directos.

Tomando como referencia las estimaciones del Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés) a través del ¨Índice de Competitividad de Viajes y Turismo 2013¨, República Dominicana ocupa la posición 86 de un total de 140 países analizados a través del desempeño de los subíndices: i) marco regulatorio, ii) clima de negocios e infraestructura y iii) recursos culturales, humanos, medioambientales. En comparación con los resultados del índice correspondiente al 2012, el país registró un descenso de 16 posiciones como consecuencia a la pérdida registrada en el último subíndice,  donde el turismo dominicano ocupó el nada halagüeño puesto 108 del ranking global.

El impulso de la innovación como nueva fuente de ventaja competitiva constituye un reto en si mimo para el sector turístico nacional.

El país presenta igualmente un importante rezago en términos de innovación. Tomando como referencia el ¨Índice global de Competitividad 2013-2014¨ del WEF,  República Dominicana ocupa la posición 91 de 148 países analizados en el pilar que evalúa los aspectos correspondientes a la innovación y sofisticación.

El turismo se ve abocado cada vez más hacia la gestión sostenible de sus destinos basándose en propuestas de valor que apuesten a la innovación como elemento transversal de diferenciación, por lo que estas estimaciones instan a un llamado reflexión.  En primer lugar, niveles tan poco optimistas en términos de competitividad en los aspectos vinculados a los recursos humanos, culturales y medioambientales en el marco del índice, representa un panorama de alerta dada la preponderancia que éstos ejercen como dimensiones para garantizar la sostenibilidad y diferenciación del turismo. En segundo orden, el impulso de la innovación como nueva fuente de ventaja competitiva constituye un reto en si mimo para el sector turístico nacional.

Si analizamos los últimos 15 años de evolución del sistema turístico a nivel mundial, se evidencia un cambio estructural reflejado en la mutación de un producto caracterizado por la estandarización y alta estacionalidad, propia del modelo de masas, hacia  una oferta cada vez más sofisticada.  Este cambio, impulsado por la irrupción del internet y uso intensivo de TICs, ha revolucionado las reglas del juego proveyendo a los turistas un mayor poder de negociación así como importantes transformaciones en sus motivaciones de viajes, las cuales se ven inclinadas hacia la búsqueda de destinos turísticos que auguren experiencias basada en productos y servicios de mayor calidad, con alto poder especialización y diferenciación.

Esta tendencia trae consigo el reto que los países reorienten sus políticas y estrategias a procesos innovadores que les permita competir ante un aguerrido bombardeo de  renovados productos turísticos de alto valor diferenciador.

El sistema turístico dominicano no puede quedar rezagado ante esta realidad. Uno de los principales retos que enfrenta el sector,  basado en lo antes expuesto, es la creación de competencias innovadoras que permitan el desarrollo de nuevos emprendimientos que coadyuven la diversificación de la oferta turística local,  a través de la puesta en valor de sus atributos naturales, históricos y culturales.

Competir en turismo es cada vez más complejo. Muchas acciones se vienen desarrollando desde distintos niveles de actuación del sistema turístico dominicano.   No obstante aún hay mucha dispersión, lo que debe motivar un continuo análisis reflexivo donde los esfuerzos se concentren en mejorar las sinergias y procesos mancomunados públicos y privados, que redunde en la definición, adecuación e implementación de renovadas estrategias de apoyo al sector.